Un año después de la mayor tormenta solar en 20 años: Así de cerca estuvimos de una crisis global

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Un año después de la mayor tormenta solar en 20 años: Así de cerca estuvimos de una crisis global

Hace justo un año, el 10 de mayo de 2024, la Tierra se vio sacudida por la mayor tormenta geomagnética registrada en más de dos décadas. El fenómeno, bautizado como la ‘tormenta Gannon’ en memoria de la destacada física del clima espacial Jennifer Gannon, no causó daños catastróficos, pero sí desató efectos sorprendentes y proporcionó una valiosa perspectiva sobre la vulnerabilidad de nuestra tecnología ante la furia del Sol.Curiosamente, apenas un día antes, representantes de la NASA y unas 30 agencias gubernamentales estadounidenses se reunieron para un simulacro. El ejercicio de ‘Mesa Redonda sobre Clima Espacial’ tenía como objetivo entrenar a los expertos en la gestión de las posibles consecuencias de una tormenta geomagnética, una perturbación global del campo magnético terrestre impulsada por erupciones solares. Nadie imaginaba que ese hipotético escenario iba a convertirse en realidad apenas unas horas después.«El plan -recuerda Jamie Favors, director del Programa de Clima Espacial de la NASA- era repasar un escenario hipotético, identificando dónde funcionaban los procesos existentes y dónde necesitaban mejoras. Pero entonces, nuestro escenario hipotético se vio interrumpido por otro muy real».Noticia Relacionada estandar Si Aviso para la Tierra: una enorme tormenta solar desata el infierno en Júpiter José Manuel NievesUna tormenta poderosaLa tormenta Gannon, clasificada como G5 o ‘severa’ en la escala de la NOAA, se desencadenó a causa de un episodio de intensa actividad en una región solar activa, un grupo de manchas solares diecisiete veces más ancho que la Tierra. Entre el 8 y el 11 de mayo de 2024, esa región lanzó contra nosotros hasta ocho potentes eyecciones de masa coronal (CMEs), enormes burbujas de plasma magnetizado a millones de kilómetros por hora, que causaron una tormenta geomagnética que tomó al mundo por sorpresa. Testigos de todo, el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA y la Sonda Solar Parker proporcionaron datos críticos del evento en tiempo real.Aunque las redes eléctricas resistieron relativamente bien el embate, en parte gracias a años de planificación y mejoras en las infraestructuras, otros sectores experimentaron interrupciones significativas. La agricultura, por ejemplo, cada vez más dependiente de los Sistemas Globales de Navegación por Satélite, resultó ser particularmente vulnerable. Las señales de GPS se vieron alteradas durante la tormenta, causando problemas a muchos agricultores de Estados Unidos, que dependen de ellos para la siembra y la recolección.«No todas las granjas -señala Terry Griffin, de la Universidad Estatal de Kansas- se vieron afectadas, pero las que sí lo fueron sufrieron pérdidas de alrededor de 17.000 dólares por granja de media». El incidente subraya la creciente dependencia de cada vez más sectores de la tecnología espacial y la necesidad de reforzar la resiliencia en las industrias y actividades económicas más importantes.La atmósfera, afectadaEn el aire, la amenaza de una mayor exposición a la radiación y la posibilidad de pérdidas de comunicación y navegación obligaron a los vuelos transatlánticos a modificar sus rutas. Las partículas energéticas del Sol pueden, de hecho, interactuar con la atmósfera terrestre, incrementando los niveles de radiación a altitudes de vuelo. Además, las perturbaciones en la ionosfera, una capa cargada eléctricamente de la atmósfera que resulta esencial para la propagación de las ondas de radio, pueden interferir con las comunicaciones y los sistemas de navegación basados en satélites.Los efectos de la tormenta Gannon, en efecto, se extendieron mucho más allá de la superficie terrestre. En la atmósfera superior, la termosfera, una capa que normalmente alcanza temperaturas máximas de unos 650 grados a 160 kilómetros de altitud, se calentó hasta superar los 1150 grados. La misión GOLD (Observaciones a Escala Global del Limbo y el Disco) de la NASA observó cómo esta expansión atmosférica generó fuertes vientos que elevaron partículas pesadas de nitrógeno a altitudes inusuales. El efecto fue similar a lo que sucede si calentamos un globo: se expande, y las partículas que contiene se dispersan y se elevan.En órbita, esta atmósfera expandida aumentó la resistencia aerodinámica sobre miles de satélites. El ICESat-2 de la NASA, por ejemplo, perdió altitud y entró en modo seguro, mientras que el CubeSat CIRBE (Experimento del Cinturón de Radiación Interior de Colorado) se salió de su órbita de forma prematura cinco meses después de la tormenta. Otros satélites, como la misión Sentinel de la Agencia Espacial Europea, necesitaron más energía para mantener sus órbitas y tuvieron que realizar maniobras para evitar colisiones con fragmentos de basura espacial. Fue, según los expertos, como intentar mantener un barco a flote en una corriente más fuerte de lo normal; se necesita más potencia para no ser arrastrado.La tormenta, como se ha dicho, también alteró drásticamente la estructura de la ionosfera. Así, una zona densa que normalmente cubre el ecuador por la noche se desplazó hacia el Polo Sur, creando una brecha temporal cerca del ecuador. Esa clase de alteraciones pueden afectar a las comunicaciones por radio de alta frecuencia, que dependen de la ionosfera para rebotar las ondas alrededor del planeta.La magnetosfera, tambiénLa magnetosfera, por su parte, la burbuja magnética que rodea la Tierra y nos protege de la dañina radiación cósmica y de las emisiones solares más nocivas, como la radiación ultravioleta, también se vio afectada. Datos de las misiones MMS (Magnetospheric Multiscale) y THEMIS-ARTEMIS de la NASA revelaron esos días enormes ondas de partículas y campos magnéticos ‘enrollados’ a lo largo de los bordes de las eyecciones de masa coronal enviadas por el Sol. Dichas ondas ‘inyectaron’ energía extra en la magnetosfera, dando lugar a la mayor corriente eléctrica observada en la región en 20 años. Fue como si la tormenta solar enviara, una tras otra, hasta ocho oleadas sucesivas de energía. Todas ellas interactuando con el campo magnético terrestre y multiplicando la intensidad de las corrientes eléctricas que fluyen a través de él.La energía y las partículas entrantes del Sol también crearon dos nuevos cinturones temporales de partículas energéticas dentro de la magnetosfera, descubiertos por el satélite CIRBE. Estos cinturones se formaron entre los bien estudiados cinturones de Van Allen, las regiones permanentes que rodean la Tierra y que contienen altas concentraciones de partículas cargadas. Su descubrimiento es de la máxima importancia para la seguridad de las naves espaciales y los astronautas, que pueden verse amenazados por los electrones y protones de alta energía presentes en ellos. En este aspecto, fue como si la tormenta solar hubiera creado zonas de alta radiación adicionales en el entorno espacial cercano a la Tierra.Auroras boreales en el mundo enteroSin duda, uno de los espectáculos más visibles de la tormenta Gannon fueron las auroras boreales y australes, que se extendieron a latitudes inusualmente bajas. Las auroras se forman cuando partículas cargadas del Sol chocan con átomos y moléculas en la atmósfera superior de la Tierra. La energía de estas colisiones se libera en forma de luz, y el color de la aurora depende del tipo de átomo o molécula excitada y de la altitud a la que ocurre la colisión.Durante aquellos días de mayo de 2024, el proyecto ‘Aurorasaurus’ de la NASA recibió más de 6.000 informes de observadores de más de 55 países en todos los continentes. Fotógrafos en Japón ayudaron a los científicos a comprender por qué las auroras observadas allí fueron de color púrpura en lugar del típico rojo. Para ello, los investigadores analizaron cientos de fotografías y descubrieron que las auroras se formaron a una altitud sorprendentemente alta, alrededor de 965 kilómetros sobre el suelo, unos 320 kilómetros más arriba de lo que resulta habitual para las auroras rojas.En un artículo publicado en la revista ‘Scientific Reports’, el equipo de investigación sugirió entonces que el peculiar color probablemente fue el resultado de una mezcla de auroras rojas y azules, producidas por moléculas de oxígeno y nitrógeno elevadas a alturas inusuales debido al calentamiento y la expansión de la atmósfera superior durante la tormenta Gannon. «Normalmente -explica Josh Pettit, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA al referirse a las auroras de Japón- se necesitan circunstancias especiales, como las que vimos el pasado mayo. Fue un evento verdaderamente único».Más allá de la TierraPero el impacto de la inusitada actividad solar no se limitó a la Tierra. La región activa del Sol que desencadenó la tormenta Gannon finalmente rotó, dirigiendo sus erupciones hacia Marte. El orbitador MAVEN (Mars Atmosphere and Volatile Evolution) de la NASA observó, en efecto, cómo las auroras envolvían el Planeta Rojo del 14 al 20 de mayo. Las partículas solares incluso cegaron temporalmente la cámara estelar de la sonda 2001 Mars Odyssey de la NASA, utilizada para orientar la nave, provocando que se apagara durante casi una hora. En la superficie marciana, las imágenes de las cámaras de navegación del rover Curiosity aparecían salpicadas de ‘nieve’, rayas y motas causadas por las partículas cargadas. Al mismo tiempo, el Detector de Evaluación de Radiación (RAD) del rover Curiosity registró el mayor aumento de radiación desde su aterrizaje en 2012. Si hubiera habido astronautas allí, habrían recibido una dosis de radiación equivalente a 30 radiografías de tórax. Lo cual subraya la importancia de comprender y predecir el clima espacial para garantizar la seguridad de futuras misiones tripuladas a otros planetas.MÁS INFORMACIÓN noticia No Físicos del MIT concluyen que los huevos se rompen más si caen en vertical noticia No Hallan al culpable de la ‘fractura’ del ‘hueso’ más denso del centro de nuestra galaxiaHoy, un año después de la tormenta Gannon, los científicos de la NASA continúan haciendo importantes descubrimientos sobre este evento sin precedentes. El análisis de los datos recopilados durante esta tormenta histórica, la mejor documentada hasta la fecha, proporcionará lecciones de vital importancia sobre la naturaleza de las tormentas geomagnéticas y la mejor forma de prepararnos ante ellas. La tormenta Gannon, desde luego, no solo fue un espectáculo celestial impresionante, sino también un recordatorio contundente de nuestra dependencia de la tecnología y la necesidad de fortalecer nuestra resiliencia ante la impredecible actividad de nuestro Sol.

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