Así se detuvo el tiempo, y la fumata, en la Capilla Sixtina

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Así se detuvo el tiempo, y la fumata, en la Capilla Sixtina

Cuando a las 17:46 el eco del ‘extra omnes’ aún resonaba entre los frescos de Miguel Ángel, la figura menuda y nerviosa del fraile capuchino Raniero Cantalamessa irrumpía en la escena. Desde el altar, con el ‘Juicio Final’ como tremendo escenario, avanzaba con pasos firmes y solemnes el maestro de Ceremonias Pontificias, Diego Ravelli, dispuesto a cerrar las pesadas puertas de la Capilla Sixtina y dar pleno sentido al concepto de cónclave.Sin embargo, el dubitativo y bamboleante progreso del anciano fraile, con su pesado hábito marrón, el solideo rojo cardenalicio sobre el canoso y ralo cabello y, en las manos, unos folios doblados junto al libreto impreso para la ocasión, acabó robándole el plano al maestro de ceremonias cuando se disponía a sellar el destino de la elección del nuevo Pontífice . A pesar de la solemnidad del simétrico batir de las hojas del portón, se hacía casi imposible no fijar la vista en la chispa de los ojos de un nonagenario que, dispuesto a no perderse nada , miraba directamente a cámara, rompiendo la cuarta pared e interpelando a los espectadores.En las últimas imágenes que pudimos ver de la Sixtina, Cantalamessa tomaba el centro de la escena, en un profético anuncio de su protagonismo, dispuesto a desgranar la meditación que invitaría a los cardenales a elegir con responsabilidad al nuevo Papa. Una reflexión que, sin saberlo aún, alargaría la espera en la plaza, y en todo el mundo, entre quienes contemplaban la chimenea con la confianza de que la fumata coloreara de blanco o negro el cielo romano , aunque durante más de dos horas sólo lo tiñó de incertidumbre.Noticias relacionadas estandar Si El ‘extra omnes’ pone en marcha la fase crucial del cónclave Javier Martínez-Brocal estandar No Guía del cónclave El más multitudinario e internacional de la historia Javier Martínez-BrocalPorque, como ya avanzó ABC ese primer día del cónclave como razón más probable, el interminable retraso de la fumata de la primera votación estuvo causado por la extensa meditación del padre Raniero Cantalamessa. Para el que fue predicador de la Casa Pontificia durante 44 años, esta era la tercera ocasión en que dirigía la meditación a los cardenales «sobre el gravísimo deber que les incumbe y, por tanto, sobre la necesidad de proceder con recta intención por el bien de la Iglesia universal» en el cónclave. Lo hizo en 2005, cuando fue elegido Benedicto XVI , y en 2013, con Francisco, pero esta vez, quizás la última, decidió tomárselo más en serio y lo que debía durar poco más de media hora, se acabó convirtiendo en casi dos.Por más que pensemos en la solemnidad del momento, no es difícil imaginar que, llegados a ese punto, los cardenales comenzaran a desviar la vista hacia las almas rescatadas del averno en el Juicio Final o a cruzar la mirada con las sibilas de la bóveda, en un desesperado intento de que profetizaran cuando iba a acabar aquella meditación .veritatis_splendor_0717Cuando, casi a las ocho de la tarde, el padre Cantalamessa terminaba su alocución y dejaba solos a los cardenales en el momento de la votación, afuera, en la plaza de San Pedro, la tensa espera ya duraba una hora. De acuerdo con la experiencia de cónclaves anteriores y a lo anunciado por el Vaticano, se esperaba la primera fumata a partir de las 19 horas, a lo sumo media hora después. Para entonces, las teorías sobre el retraso ya eran de lo más variopintas . Desde los que hablaban de una papeleta duplicada que había obligado a repetir la votación, a los que pensaban que ya había sido elegido Papa y se retrasaba mientras saludaba a los cardenales. Incluso algunos decían haber visto aterrizar un helicóptero en el Vaticano con un supuesto elegido nuevo Pontífice que no se encontraba dentro del cónclave.Otros aventuraban que la votación podría no haberse producido, un extremo que permite la ‘Universi Dominici Gregis’, que rige el funcionamiento del cónclave, ya que establece que el cardenal decano debe someter al Colegio Cardenalicio «la cuestión de si se puede ya proceder a iniciar el proceso de la elección». Lo cierto es que, tras las casi dos horas de retraso, algunos cardenales llegaron a plantear esa posibilidad .Según cuenta la prensa italiana, algunos pensaron que, dada la hora, era «mejor ir a cenar a Santa Marta» y empezar las votaciones en la mañana del día siguiente. Otros, más sensatos, recordaron que «la gente ahí fuera está esperando la fumata, no podemos irnos así» . «Recuerdo que en un momento susurré a mi vecino: ahora dirán que esta noche hemos discutido, ya verás», ha explicado un elector a ‘Il Corriere’.«Se me hizo larguísimo»Lo cierto es que imperó la responsabilidad y, alrededor de las ocho, comenzó la primera votación. Fue de nuevo un proceso lento. «Se me hizo larguísimo», confesaba estos días a ABC un cardenal español . «Tuvimos que ir uno a uno hasta el altar, donde estaba ubicada la urna y pronunciar en voz alta la fórmula del juramento antes de votar. Los más mayores caminaban muy lentos y tenían que cruzar toda la Sixtina », concreta.Lo cierto es que el 80% de los cardenales eran novatos en las lides de un cónclave, y en aquella primera votación estaban todavía aprendiendo. Aunque tampoco la experiencia favorecía la agilidad a la hora del proceso, ya que los achaques de la edad habían lastrado la movilidad de los mayores , como el del cardenal serbio Vinko Puljic , quien estuvo a punto de no acudir al cónclave por motivos de salud y al que se le vio entrar en la Sixtina apoyado en un bastón y ayudado por otro prelado.La fumata negra apareció a las 21 horas en la noche romana REUTERSEran ya las 21 horas , ya noche cerrada en Roma, tres horas y cuarto después del ‘extra omnes’, cuando la chimenea comenzaba a arrojar la primera fumata. El humo denso y negro no dejaba lugar a dudas , a pesar de que apenas contrastaba con el oscuro cielo que lo recibía. Los cardenales podían volver a Casa Santa Marta, donde la cena les esperaba, quizás ya fría a esas horas, pero sabedores de que ese día, aunque con casi dos horas de retraso, habían cumplido con su parte en la Historia.

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