Flick, Lamine Yamal y el peor Madrid de la década

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Flick, Lamine Yamal y el peor Madrid de la década

El Madrid se ha esforzado tanto en perder esta Liga que es sintomático, y motivo de reflexión entre tanta euforia barcelonista, que no haya quedado tan lejos de un Barcelona que a todos ha deslumbrado y tantos elogios ha merecido en su primera temporada no del todo infame desde que en 2015 ganara su última Champions.El Barça ha vuelto del ostracismo desdibujado, de la crisis de identidad, del no saber a qué jugaba. Entre la decadencia y fuga de Messi y la jubilación de los Xavi, Busquets, Puyol, Piqué o Iniesta; y la eclosión de los Cubarsí, Lamine Yamal y Pedri han pasado diez años de desierto, de inanidad, de ver con impotencia cómo todo se escapaba sin poder hacer más. Esta Liga ha sido desigual y se habría podido complicar el pasado domingo si la moneda al aire del clásico hubiera salido cruz; pero ha servido para que el equipo regrese a la primera línea competitiva. Es tal la euforia que se ha desencadenado en el barcelonismo que hasta la eliminación de la Champions ha parecido un asunto menor y no se ha vivido como un fracaso. Lo que en anteriores temporadas supuso un drama este año ha tenido un tono casi celebrativo. Todo el mundo está tan contento con los jóvenes jugadores, con Hansi Flick y con el juego del equipo, que les parece imposible perder y cuando la derrota llega, al hallarla inconcebible, se recurre al pensamiento mágico de que es culpa de los árbitros.Noticias relacionadas opinion Si TODO IRÁ BIEN Laporta planta el césped para enredar a los auditores Salvador Sostres opinion Si TODO IRÁ BIEN Los dispares efectos de la derrota del Barça Salvador SostresEste equipo joven, talentoso, brillante, tan fresco triunfa por los mismos motivos por los que naufraga. Virtudes y defectos se manifiestan por las mismas causas, y lo que le hunde es lo que le levanta. Es un equipo tan persuadido de su superioridad que no tiembla forzando el límite de lo racional para demostrarla: todas las veces le ha salido bien salvo la realmente importante, y el Inter lo apeó del único torneo que marca la diferencia, que es la Champions.La impresión en Barcelona es que esta Liga (junto a la Copa, también ganada en una final agónica contra el Real Madrid) abre un ciclo triunfal que ha de dar tardes de gloria y muchos más trofeos, siempre bajo el liderazgo absoluto de Lamine Yamal. También de Pedri, Raphinha o Dani Olmo, pero sobre todo del sarraceno, al que se compara sin rubor con Messi, con no pocas voces que ya se atreven a afirmar que es mejor aunque por no llegar no ha llegado, de momento, ni a la mayoría de edad.La impresión menos forofa es que este equipo en construcción todavía tiene que demostrar que sus defectos no se comen a sus virtudes en los momentos importantes como sucedió en Milán. Es cierto que el Barça ha sido capaz de ganar los dos clásicos ligueros pero también es verdad que enfrente ha tenido al peor Madrid de la década, lo que redunda en la tesis de que la euforia desbordada no está sustentada en una apabullante diferencia y que en realidad todo ha ido más por los pelos. También queda por ver en qué términos podrá Laporta, con un Barça en quiebra técnica y sin margen salarial, renovar a Lamine Yamal a partir del próximo mes de julio, en que el chico cumplirá 18 años y tendrá derecho a cobrar como un adulto. Su vida nocturna es otro aspecto que de momento tampoco está bajo control y hay preocupación añadida, aunque menor, porque en sus fiestas arrastra a compañeros como sobre todo Balde. La tentación del club puede ser dejarle hacer mientras meta goles tan extraordinarios como los del jueves en Cornellá, pero cuando ya no los meta será tarde para meterle en vereda con remedios que de tan tardíos ya no podrán hacer nada por el enfermo.El Barça ha ganado la Liga de la restitución de su honor y de la alegría por su juego. Ha ganado una Liga local-local, de exigencia media baja por el pobre nivel de su eterno rival y la súbita descomposición del Atlético de Madrid cuando más encaramado estaba en el liderazgo. Pero en lo global no ha fundado la temporada total que acredite su hegemonía, como sucedió con el primer año de Pep, en que los detalles decantaron la balanza y empezó a lo grande un ciclo ganador.Buenas sensaciones, un feliz verano y rumores de fichajes y bajas: esto será el Barça hasta que en agosto comience la pretemporada del curso en que o gana la Champions o tendrá que culpar a alguien más que a los árbitros.

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