Vuelve el inspector Ray Lennox. Sí, aquel desgraciado que el novelista escocés Irvine Welsh introdujo a los lectores en ‘Escoria’ y retomó como protagonista en ‘Crimen’, reaparece ahora en ‘Los cuchillos largos’ (Anagrama) , el siguiente volumen de una serie policíaca que remueve las tripas sólo como a Irvine Welsh le gusta hacerlo: manchándose a fondo. En este nuevo caso, Lennox tendrá que esclarecer el asesinato de un diputado tory, quien aparece desangrado en un parking de Edimburgo tras sufrir una castración. La investigación conducirá a Lennox por una larga senda de corrupción, racismo y abusos sexuales. Lennox, él también una víctima de abusos, pone el foco en hasta qué punto el ser humano busca justicia o venganza. ‘Los cuchillos largos’, publicado en inglés en 2022, llega ahora a España editado por Anagrama y traducido por Arturo González y Laura Salas. Sobre su escritura salvaje, perturbadora, a ratos desternillante, incorrecta y faltona, conversa Irvine Welsh desde su casa en Escocia. El hombre que creció en el corazón del barrio obrero de Muirhouse, e hizo un retrato generacional absoluto con su novela ‘Trainspotting’ sigue creyendo más en el poder de la ficción que en el de la justicia. —Los asesinatos de este libro más que crímenes, parecen castigos. ¿La venganza sustituye a la justicia?—Hemos entrado en una era posdemocrática, una era de la posjusticia, poslegal. Ahora se dirime en el poder. Queda convertirse en rebaño o aspirar a la venganza. Las personas se guían por la sed venganza en vez de por la sed de justicia. Eso es terrible.—¿Ray Lennox intenta resolver un crimen con trata de personas o purgar el abuso sexual que sufrió? —Hay un tercer libro en la serie llamado ‘Resolución’, que salió el año pasado en Gran Bretaña, que propone cómo es resolver algo a través de la venganza, pero, sobre todo, a lo que eso produce. El que quiere venganza busca algún tipo de compensación. De eso va esta historia. De decir en qué circunstancias es la venganza deseable o inevitable.—¿De entre los abusos de poder, el abuso sexual puede ser el peor?—Intento mirar y entender todos estos tipos de relaciones que tenemos con ese tipo de abuso. Lennox es una especie de ángel vengador. Intenta obtener una catarsis ayudando a otras personas. Eso le lleva a enfrentarse a quienes abusaron de él, por accidente básicamente, así que está en este camino para la venganza a la vez que intenta ser un redentor y para romper al fin ese hilo.—¿Es la novela negra o el policiaco la nueva novela realista del XIX?—Las novelas de crímenes son thrillers existenciales que apuntan a las grandes preguntas sobre nuestras relaciones, sobre para qué vivimos y que ocurre en nuestra vida. Aparentemente te entretienen, te están contando una historia, haciéndote enfocarte en la acción y entusiasmándote, pero, al mismo tiempo intentan llevarte a estas preguntas, tratando de distraerlas con un poco de entretenimiento. Sin embargo, ahí están.—¿Cómo ha cambiado el mundo desde ‘Trainspotting’ hasta hoy?—He estado hablando de esto recientemente. Aquí ha salido un nuevo libro en el que exploro qué ocurrió después de ‘Trainspotting’. Así que he vuelto a esa época. —¿A qué conclusión llegó?—Las cosas no han cambiado mucho en el mundo desde entonces. Todos somos opresores o potencialmente opresores. Es la forma en que la humanidad se comporta. Es como si todo lo que hemos hecho acabe siempre en el mismo punto: la competencia por los recursos escasos. Ahora que tenemos una abundancia y podemos crear lo que queramos para todos, no se nos ocurre ayudar a combatir la escasez sino a acaparar lo que hay. Eso destruye los incentivos. La gente no quiere hacer nada distinto, porque la pobreza o la riqueza siguen siendo los incentivos. —Algo habrá mejorado, ¿no cree?—Es más fácil para nosotros imaginar un mundo destruido, que un mundo sin capitalismo. Es muy difícil movernos fuera de ese paradigma, cuando lo que tendríamos que hacer para sobrevivir es avanzar a la siguiente fase de la humanidad. Hay muchas cosas grandes, potencialmente, que podrían ayudar y a la vez ser peligrosas. Las cosas como la inteligencia artificial y el crecimiento del conocimiento humano son buenas. El peligro de esto es que se utilice para cubrir ese mismo paradigma de escasez y opresión. Noticia Relacionada estandar No Muere a los 64 años Vincent Friell, actor de ‘Trainspotting’, ‘Inquietos ciudadanos’ y ‘Fast Romance’ Adrián Peñacoba—En ocasiones, un escritor ha de escribir contra sí mismo. ¿Le ha pasado a usted?—Sí, sobre todo, en la novela. Una novela es una guerra contigo mismo. Todos tenemos cientos de seres y todas estas voces diferentes entre nosotros. Lo que haces en una novela, lo que yo hago, o la manera en que escribo una novela, es hacer esa guerra abierta: traer todas estas ideas y diferentes versiones de uno mismo a través de diferentes personajes y luego ponerlos en las situaciones más extremas en las que realmente tienen que reaccionar. No tienen tiempo para pensar y reivindicarlo, solo tienen que reaccionar. Eso es la novela: una batalla. —¿Una película, una canción, un libro han de tener un propósito? —Una novela es una cosa muy extraña de hacer. En el periodismo o la no ficción, tienes una visión del mundo. Investigas y estudias argumentos que la apoyen o la refuten, incluso puede ser una mentira, puede ser una gran mentira, pero ahí está. La ficción es lo contrario. No tienes responsabilidad de contar ninguna verdad o cualquier verdad, porque intentas crear una más grande. Escribir una novela es, básicamente un acto moral. Y con eso basta. No voy a escribir una novela diciendo que el cambio climático es malo. Mi mente no funciona así. Pero esa sí que podría ser la conclusión que uno de los personajes le da o uno de los escenarios que se presentan en la novela. —Ha trabajado en la música, en el cine, en la televisión. ¿Por qué sigue escribiendo novelas? —Porque no necesito de nadie para hacerlas. —Para haber sobrepasado la decena, algún motivo más habrá. — Si haces música o cine, tienes que conseguir a los colaboradores correctos. Y eso toma mucho tiempo. Con la novela no tengo que hacer nada de eso. Puedo empezar cuando quiera. Soy DJ en clubes. Trabajo en televisión. Estoy fuera todo el tiempo. Prefiero la novela. Puedo escribirla solo, sin tanto lío. —En el referéndum de 2014, el 45% de los escoceses quiso permanecer en el Reino Unido. Hoy el 44% quiere separarse de nuevo. ¿Qué ocurrió?—No me extraña. Cuando sales de Londres y te mueves por el resto de Inglaterra, llegas a constatar qué pobre es el resto del país y cómo de pobre se ha vuelto en los últimos 40 años. Y, ya sabes, ha sido un despliegue casi constante. Miras lo que está pasando, las personas en realidad no tienen ningún patrimonio. Los trabajadores no tienen dinero, sino un gran despliegue de créditos. No tienen dinero, no pueden obtener crédito. El gobierno no tiene dinero. Los únicos que tienen dinero son las transnacionales, los ricos y los superricos. ¿Qué tipo de economía puedes tener cuando tienes una clase de parásito que toma todo de la economía global y la economía nacional? Hay recursos más que suficientes para que todos estemos viviendo el mejor tiempo de nuestras vidas. Pero no es así. Y toda la tecnología no sirve de nada. Es pura ideología, porque vivimos en la era tecnofeudalista.

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