La Tercera | La verdadera innovación en el aula

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En educación, se habla constantemente de innovación pedagógica y tecnológica , pero al mismo tiempo están bajando los resultados. Una explicación posible es que los políticos han introducido en la educación el igualitarismo y la inclusión, que dan resultados negativos, y necesitan hablar de innovación y de tecnología para ocultar su responsabilidad por la situación en que nos encontramos. Hasta habrá gente que aplauda a los políticos por proponer innovación y tecnología. El plan igualitarista que se lleva a cabo es que, para que alumnos de diferente procedencia social sean más similares, todos deben educarse juntos organizados en grupos según su edad. Además, todos deben seguir el mismo currículo y tener profesores formados según la misma ideología pedagógico-social. El insistir en la innovación esconde que la educación se utiliza para la ingeniería social. Lo que la escuela necesita no es innovación sino basarse en lo que se sabe del aprendizaje. Se debe reforzar lo que es favorable al aprendizaje y quitar lo que es negativo. El igualitarismo se combina con la ausencia de exigencias de obtener resultados y se ha roto el principio de que un alumno deba estudiar en el nivel que corresponda a sus conocimientos. Se sabe desde siempre que para aprender algo, el alumno debe haber adquirido los conocimientos previos en que se basa lo nuevo. Sin embargo, los igualitaristas piensan que con innovación se puede superar esta restricción del cerebro humano. Por pensar así, adjudican sumas enormes a la investigación pedagógica y a la compra de tecnología para las escuelas.Los igualitaristas tienen en su contra la investigación sobre el cerebro humano. Durante las últimas décadas se ha demostrado que el aprendizaje necesita ciertas circunstancias que no son las que hoy se imponen en los colegios. Por ejemplo el neurólogo francés Stanislas Dehaene en ‘¿Cómo aprendemos?’ (Madrid: Siglo XXI, 2023) enumera cuáles son los requisitos: 1. El alumno debe trabajar con tareas adecuadas. Las tareas no deben ser demasiado difíciles ni tampoco demasiado fáciles. Colocar siempre a todos los alumnos en el mismo grupo por razones políticas y no educativas es ir en contra de lo que sabemos sobre cómo funciona el cerebro. 2. El alumno necesita retroalimentación. Las notas y los exámenes son de probada eficacia de los sistemas de aprendizaje. 3. El repaso es necesario para que el alumno pueda volver a encontrar en su memoria la información con la que ha trabajado. Solo con repaso, el aprendizaje deja huellas en el cerebro. 4. Para aprender, el alumno debe concentrarse en la tarea y no puede haber ruido ni desorden que le distraigan. La disciplina no es facultativa. En otras palabras, la escuela tradicional no lo hacía tan mal cuando organizaba las clases sobre la base de los conocimientos ya adquiridos, exigía disciplina en el aula, ponía énfasis en el repaso y usaba pruebas para comprobar el progreso.A propósito de la concentración, si un alumno no se comportaba bien en la escuela tradicional, por la razón que fuera, no se permitía que siguiera en el aula y que destruyera el orden necesario para que los demás aprendieran. Con la llamada inclusión se mete ahora en el aula a alumnos con serios problemas de conducta y de aprendizaje y se permite que los demás alumnos pierdan el tiempo. Se considera que el igualitarismo es más importante que el aprendizaje. Hasta pueden estar en el aula alumnos de los que se sabe que participan en actividades criminales. Los políticos no quieren cuestionar sus propias decisiones y pretenden que la inclusión es democrática. Su «solución» suele ser mandar a los profesores a cursos de innovación pedagógica y tecnológica. Ha surgido una alianza entre los igualitaristas y los que defienden la tecnología en el aula. Los primeros suelen mostrar envidia y suspicacia ante el conocimiento. Para ellos, el conocimiento es algo que usan las capas privilegiadas de la sociedad para justificar su posición social y, por eso, han acogido con alegría a las nuevas tecnologías pues prometen disminuir la necesidad de usar la escuela para el aprendizaje. Hoy la información parece estar accesible a todos y, además, instantáneamente. El término innovación nos hace pensar en métodos y tecnología, y así no nos acordamos de que en educación la novedad más importante es que los alumnos son siempre nuevos y el contenido que van a aprender es también nuevo para ellos. Un profesor se encuentra asimismo en una nueva situación porque sus alumnos son nuevos siempre. Un docente bien formado, con experiencia y exigente consigo mismo, innova y es creativo cuando prepara una clase para un grupo nuevo. Para ilustrar eso vamos a mencionar una comparación entre dos profesores norteamericanos de la asignatura Historia de los Estados Unidos, uno con experiencia y otro novato. Se trata de un curso obligatorio de cuatro años en la ‘high school’. Empezaremos con el profesor con experiencia. 1. Conocía bien su materia. Tenía una idea personal sobre dónde poner el énfasis para ir construyendo el conocimiento de los alumnos. Destacaba el primer año determinados elementos para que les resultará fácil a los alumnos entender ciertas cosas durante los años siguientes. 2. Conocía bien el material de apoyo del que disponía la escuela. 3. Sabía adaptarse a lo apropiado para el nivel de madurez de los alumnos de cierto año. Combinaba todo esto para dar una clase que podían comprender los alumnos y que era intelectualmente provechosa para ellos a largo plazo. El profesor novato obviamente «innovaba» en el sentido de que nunca había dado la clase en cuestión, pero su situación era diferente. 1. Antes de la clase, tenía que estudiar el contenido específico, porque una cosa es haber estudiado algo en la universidad y otra cosa saber explicar ese contenido a un grupo. 2. No conocía el material de apoyo y solo le daba tiempo familiarizarse con una parte de los recursos disponibles antes de dar la clase en cuestión. 3. De ninguna manera podía ver la clase como parte de un programa de cuatro años, sino que se trataba para él de ‘sobrevivir’ de clase en clase.En otras palabras, un profesor es creativo cuando combina y adapta lo que sabe para dar una clase adecuada para el grupo y el momento en cuestión. ¿Qué espera un profesor del Estado? Reclama que las leyes sobre la educación vuelvan a basarse en lo que se sabe del aprendizaje. Espera que la escuela se organice de tal modo que se fomenten el esfuerzo y el buen comportamiento de los alumnos. Además, quisiera que los representantes del Estado dejen de machacarle con la idea de que hay que innovar .SOBRE EL AUTOR Inger Enkvist es catedrática emérita de Español en la Universidad de Lund (Suecia)

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