Mientras el propio Museo Néstor, en Las Palmas de Gran Canaria, intenta recomponerse (lleva cerrado más de siete años, y el concurso de licitación de las obras que deberían llevar a cabo una intensa reforma integral quedó desierto el pasado mes de diciembre), el Museo Reina Sofía y el TEA (donde viajará en octubre) hacen leña del ‘árbol caído’ que es este autor organizando su primera gran antológica con más de 200 obras. Porque, nacido Néstor Martín-Fernández de la Torre (1887-1938), pese a la fama de la que gozó en vida (también internacional, con exposiciones destacadas en l a galería Charpentier de París en 1930, donde tuvo muchos clientes, o los encargos del Carnegie Institute de Nueva York ), su figura se fue diluyendo como un azucarillo tras la Guerra Civil. En buena medida, debido a su temprana muerte; también por la pérdida de apoyos que experimentó el Simbolismo que tan bien representó a su manera; sin duda, por su homosexualidad y la reducción que el franquismo hizo de su figura a precursor del tipismo canario y artista ‘folclórico’. Noticias relacionadas estandar Si Néstor, el dandi masón y homosexual de cuya obra se apropió el franquismo Natividad Pulido estandar Si CRÍTICA DE: ‘Máscara y compás’, en el Centro Botín, la segunda emancipación de Maruja Mallo Javier Díaz-GuardiolaY qué duda cabe que Néstor fue eso –defensor del paisaje y las costumbres populares del archipiélago del que era originario–, y muchas cosas más: pintor inclasificable, pues lo suyo no será ni modernista, ni prerrafaelista, ni simbolista, sino todo a la vez y nada de eso al mismo tiempo; escenógrafo, ilustrador, muralista, diseñador… Un creador multifacético, culto, exultante, voluptuoso, que en más de una ocasión puso en jaque la moral de su época.Un aperitivo anteriorLa exposición del Museo Reina Sofía, comisariada por Juan Vicente Aliaga (quien ya nos lo enseñó tímidamente tras la pandemia en la colectiva ‘Desorden moral’ en el IVAM. Hay que tener en cuenta que esta es la primera muestra de Néstor en la Península… ¡en cien años!) forma parte del cambio de rumbo experimentado por esta misma casa desde la llegada a la dirección de Manuel Segade (de los que posiblemente pocos sabrán de su interés por el Modernismo), que desencajará a los ‘borja-villelers’, y que puede incluso generar sofocos y escalofríos a los conceptuales que no estén acostumbrados a presenciar pintura, y figurativa, de un creador español: vitrinas, las justas; con los documentos pertinentes para contextualizar al autor; en un recorrido cronológico de apartados comprensibles que se quiebra por momentos para abordar episodios fundamentales del creador. Y pintura, mucha pintura, en ocasiones tan kitsch como envidiablemente moderna en la manera en la que rompe tabúes sexuales, morales o de identidad.El paseo en diez entregas arranca con una primera sala en la que Néstor es presentado como un artista precoz (con menos de 13 años compuso sus primeras obras), apoyado por su madre (de ahí el retrato seleccionado), la cual repara en su talento, que fomentará buscándole en Las Palmas un profesor, Eliseu Meifrén, responsable de sus primeros paisajes (las marinas aquí recogidas), y que le mandará a Madrid a formarse junto a Rafael Hidalgo Cavides, mientras se convertía en copista del Museo del Prado y asiduo de la biblioteca del Círculo de Bellas Artes, donde estudia a prerrafaelistas y simbolistas, con los que entra en contacto tras sendos viajes a Londres y París. A partir de ahí contará con dos asideros estéticos con los que aún no se casa del todo, y de ahí los ejemplos, a veces impresionistas, a veces simbolistas, a veces modernistas, de este sector.Sí serán fundamentales sus años en Barcelona (1907-1913), y por ello un capítulo específico de la cita, el de la influencia del Modernismo, que asume con vetas antirrealistas. En este ámbito habrá que fijarse en dos cuestiones: de un lado, los dos grandes lienzos –enfrentados– que todavía se conservan (se perdieron otros dos) que le encarga la Sociedad del Tibidabo y que, inspirados en poemas de Verdaguer, ya identifican Canarias con las Hespérides. Y, de otro, la obra ‘Las bodas del príncipe Nestor’, que le valdría las primeras polémicas: por su tamaño, por su ‘tema incomprensible’, por incluir elementos masónicos (en cuyos círculos flirteó), por s u decadentismo a la hora de representarse a sí mismo, como hombre y como mujer, casándose consigo mismo…Un creador poliédrico. De arriba abajo, detalle de ‘Berenice’ (1909); ‘Epitalamio o Las bodas del Príncipe Néstor’ (1909); y ‘El fandango del Candil de Gustavo Durán’ ABC’Decadentismo’. Quédense con este término. Primero, porque da paso al tercer capítulo (‘El círculo decadente’). Segundo, porque será la forma fina, finísima, de decir ‘homosexual’ o ‘marica’ en la época (así se conocía a los seguidores de Oscar Wilde). Aquí se ilustran los ejercicios de ‘travestismo’ de Laura Albéniz, de Ismael Smith, de Mariano Andreu y del propio Néstor, participantes de la famosa muestra ‘Fayans català’, tan criticada como apoyada.El nudo gordiano de la exposición es el ámbito que se ocupa del que fue su proyecto vital más ambicioso, truncado por la muerte: el denominado ‘Poema de los elementos’, que debería decorar un quimérico palacio y donde Néstor mete el turbo del Simbolismo, del Surrealismo incluso, de los referentes masónicos y del imaginario canario. Y de un erotismo exuberante básicamente homosexual (su pareja, Gustavo Durán, le sirvió como modelo). Que haya obras inconclusas tiene de positivo que permite conocer cómo era el proceso del autor. Y no deja de resultar fascinante que, por las mismas fechas, otra esotérica como Hilma af Klint, coetánea, intentara realizar algo similar desde otro punto del continente europeo…Los dos ámbitos posteriores ejemplifican dos de esas líneas de trabajo que le atraerán clientes: sus retratos femeninos en consonancia con esa ‘españolidad’ de tipos de la época –en los que él introduce su impronta (hoy las llamaríamos ‘empoderadas’ o ‘andróginas’, según la modelo)–, y sus ‘sátiros’, otra referencia a la mitología y a la libertad sexual.De aquí y hasta la salida de la muestra, se suceden las distintas disciplinas en las que su estilo también vibró: las escenografías para teatro y música (Falla, Casona, Strauss…) ; su dimensión como muralista (ante la imposibilidad de traer sus propuestas en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas o el Casino de Santa Cruz de Tenerife, o de recuperar las intervenciones en su estudio se incluyen reproducciones); sus diseños para muebles, para telas; sus dibujos arquitectónicos; y sus apuestas por la ‘canariedad’ y el ‘tipismo’ que ponía en valor lo popular en las islas, llegando a diseñar un traje regional.Néstor ‘Néstor reencontrado’. Museo Reina Sofía. Madrid. C/ Santa Isabel, 52. Comisario: Juan Vicente Aliaga. Coproduce: TEA-Tenerife. Hasta el 8 de septiembre. Cuatro estrellas.¿Le queda a alguien dudas de por qué hay que recuperar a Néstor, precursor, visionario, tan actual en su anti-modernidad? Es el ‘discreto’ encanto de la decadencia.

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