«Me duele todo, voy al ‘fisio’ a que me arregle»… A menudo se acude a la consulta de un fisioterapeuta en busca de soluciones mágicas o incluso de milagros. Y es verdad que se pueden conseguir avances y una reducción significativa del dolor , pero no siempre de la manera que se espera. Como desvela Álvaro Pinteño ( @alvaropinteno ), fisioterapeuta y autor de ‘!J*der, cómo duele!’ (Arpa Editores) , la mayoría de las creencias equivocadas en torno a esta disciplina vienen de un reduccionismo que hace pensar que cualquier tipo de dolor parte siempre del mismo problema. Y no solo eso sino que además el experto asegura el hecho de que el paciente espere que se le aplique un tratamiento que le haga mejorar inmediatamente puede llevar a un exceso de intervencionismo pasivo-dependiente que puede causar estragos. Por eso el experto asegura que muchas veces una intervención demasiado temprana puede llegar a impedir la recuperación. «Hacer más de lo que hay que hacer puede dar lugar a un peor resultado», aclara. Como punto de partida para tomar conciencia de lo que sí y lo que no se le puede pedir a un fisioterapeuta Pinteño invita a enfrentarse a unas cuantas conversaciones incómodas en torno a algunas de las ideas que se profesaron como verdades absolutas pero son equivocadas. Una de ellas es la alusión a las contracturas musculares pues, aunque existen, el experto explica que lo que comúnmente se conoce como contractura en realidad no lo es. «Una cosa es un músculo patológico en contracción mantenida, que es una contractura real, y otra muy distinta, que es a lo que solemos llamar contractura, es un dolor muscular como consecuencia de una mayor sensibilización o irritación de las terminaciones nerviosas libres. Estas últimas se producen por una agresión al tejido muscular como consecuencia de una sobrecarga, falta de oxigenación del tejido y falta de movimiento o un dolor referido de otro tejido«, aclara. Lo que sucede cuando se simplifica creyendo que se trata de una contractura es que se enmascaran otros problemas y se genera dependencia, pues muchas personas piensan que tienen que acudir a la consulta cada poco tiempo. «Lo que llamamos contractura está enmascarando en realidad otro problema. Ese dolor de cuello frecuente que sufren quienes trabajan oficina no es una contractura ni el resultado de una mala postura, sino un dolor isquémico que se produce porque el organismo libera ciertas sustancias proinflamatorias que se asocian a la falta de movimiento o a una compresión física mantenida sobre diversas estructuras», plantea. Por eso el experto aclara que la solución no pasa por ir al fisio a darse un masaje cada dos o tres semanas, sino en algo más prosaico: «¡Muévete! El movimiento contribuye a una buena irrigación sanguínea y a la recuperación del equilibrio homeostático», precisa.Pero entonces, ¿no son eficaces los masajes ? Según aclara Pinteño, el masaje es eficaz, pero no por las razones que se creen. «Durante un tiempo se pensó que todo se podía arreglar con las manos y se pensaba que el masaje funcionaba por cambios estructurales en los tejidos.Pero hoy día ya se sabe que es efectivo por su interacción con el sistema nervioso, ya que se liberan unas sustancias químicas que son analgésicas a corto plazo y generan bienestar», argumenta. Por eso explica que un masaje, por sí solo, no va a corregir nada ni propiciará que alguien se recupere antes, sino que lo que hará es contribuir a una sensación subjetiva de bienestar, seguridad y control que hará que la percepción de amenaza disminuya y, por tanto, también el dolor.El problema de depositar toda la confianza en un masaje es, por tanto, la narrativa que acompaña a esa intervención. De hecho Pinteño se muestra más partidario de las terapias activas mediante movimiento y ejercicio y de combinarlas, si así lo requieren, con terapias manuales que de aplicar solamente esta última.Álvaro Pinteño, en el gimnasio de ABC con su libro ‘Joder, cómo duele’ tania sieiraLa culpa no es de la posturaInfluenciados por algunos profesionales de la salud, el contexto sociocultural de la persona con dolor y las imágenes estereotipadas con supuestas «posturas correctas y seguras» se ha extendido la creencia de que la mala postura está detrás de muchas molestias físicas. Sin embargo, como revela Pinteño, «no hay evidencia que sugiera que corregir la postura prevenga el dolor». Lo que sí puede resultar efectivo, según aclara, es realizar los cambios posturales que a menudo se hacen de una forma totalmente instintiva (sentarse de diferentes manera, cruzar o descruzar las piernas, recolocarse, enderezarse…). «La postura más saludable la que más movimiento implique. Todos los cambios que se hagan con el mínimo esfuerzo y el menor coste de energía posible configuran la mejor postura», plantea. Los snacks de ejercicio, en las dosis adecuadas que no provoquen un aumento de los síntomas, es para Pinteño una herramienta útil que pueda ayudar a generar adherencia al movimiento. «No se trata de que menos sea más, sino que la expresión correcta es ‘mejor es mejor’, es decir, puedes conseguir más haciendo lo adecuado. Hay que dar al paciente la dosis de actividad física que necesita su cuerpo para que se generen las sustancias químicas adecuadas que le permitan recuperarse poco a poco», añade.¿Hay que estirar para evitar el dolor?Aunque los estiramientos han sido magnificados y calificados como algo necesario para evitar las lesiones por parte de algunos profesionales, Pinteño explica que realizarlos no produce cambios en las propiedades del tejido y que lo que se da realmente es un cambio perceptual y sensorial a través del sistema nervioso. «Uno puede estirar si le gusta y se encuentra mejor al realizar esa práctica; pero no es necesario obligarse a hacerlo si es algo que odia porque no es algo que haya que hacer para estar libre de dolor», apunta.Chasquidos, reajustes y crujidos«Quien intente convencer a un paciente de que los tratamientos de ajuste mediante las técnicas articulares de alta velocidad (o manipulación) es necesario para estar libre de dolor y mantener alineada la columna, no conoce bien la evidencia científica actual», informa Pinteño. Lo que se genera con esos chasquidos que se producen tras una técnica de este tipo es un cambio de presiones entre dos superficies articulares que se conoce como cavitación articular o tribunucleación, según recuerda el fisioterapeuta. Y la liberación de burbujas de gas que se genera de ese cambio de presiones en el líquido sinovial tiene un potencial efecto analgésico de unos pocos minutos de duración. «Eso abre una ventana de oportunidad para que esa persona pueda moverse y generar aprendizajes asociativos realizando cosas que antes le generaban dolor y en ese momento no», plantea. Sin embargo, como asegura Pinteño, la manipulación vertebral no recoloca nada fuera de su sitio ni alinea nada. «No hay motivos de peso suficientes para acudir al fisioterapeuta cada seis meses a que recoloque o reajuste nada, independientemente de que quieran acudir porque les genera bienestar, por supuesto», explica. Por eso apunta que esos efectos analgésicos pueden obtenerse por otros medios que promuevan la autoeficacia de la persona con dolor y no requieran la dependencia de un profesional.

Leave a Reply