El poeta español triunfa con su gira de despedida en Madrid

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El poeta español triunfa con su gira de despedida en Madrid

«Y la vida siguió/Como siguen las cosas que no tienen mucho sentido». Son muchas las veces que he utilizado esa frase. La mayoría para hacerme el misterioso con una mujer muy particular. Luego me dejó de gustar, o yo a ella, pero siempre me dio la sensación de que vivíamos en un cuarteto sabinero, con sus torturas, su drama, su gloria y fracaso; un acoso y derribo orgásmico y fatal. Después vino la vida, nos perdimos, descubrí que muchas cosas carecen de sentido y seguí escuchando a Sabina.Hoy, lleno el Movistar Arena, comienzan las despedidas del Flaco de Úbeda.Arranca con «Pongamos que hablo de Madrid», que le unió de por vida a su ciudad de adopción. El público tarda un par de minutos en unirse a la voz rasgada , el tiempo es cruel y el adiós necesario, pero firmamos todos un pacto para no pensarlo durante dos horas y cantar con él.Noticia Relacionada Concierto de regreso estandar No La cadera, la rueda de Lenny Kravitz para que Madrid le aclame Arcadio Falcón El americano presenta en el Movistar Arena su nuevo disco, ‘Blue Electric Light’Arranca muy triste con «Lo niego todo» y «Ahora que…», dos grandes canciones que suenan a despedida de andén.«Mentiras Piadosas», siempre de las mejores, es la primera que consigue ponernos a saltar . Es el Sabina canalla, esquivo, el de la leyenda que sobrevivirá al tiempo, el romántico contradictorio que triunfa allá donde va.«Ahora», de nuevo melancólica, es más dolorosa viendo los gestos lentos y nerviosos del bardo. Sigue una versión nueva de «Calle Melancolía», otro de sus himnos y, quizá, su mejor metáfora. Con flauta y una batería muy tribal se presenta fresca y joven, como con nueva vida. Sabina cuenta que lleva toda la gira intentando que el público la cante con él pero que hoy, en su Madrid, es la primera vez que el pabellón responde. ¿Le dirá lo mismo a todas? Truhán…A continuación empuña una guitarra clásica y toca una nota, «esa» nota. El público se pone en pie como un único organismo y arranca la rumbita de los «19 días y 500 noches» sin ti. El jolgorio es generalizado y quisiera un tequila con limón, de esos que se toma a veces mi padre.El Flaco no se detiene y entona «¿Quién me ha robado el mes de abril?»; la locura crece.Sigue «Cien Mentiras» y una divertida presentación de la banda antes de que Sabina salga del escenario para un breve descanso.Vuelve con «Donde habita el olvido» y «Peces de Ciudad», favorita del cronista. Pensando en esos peces que no merecen nadar empiezo a ser consciente de que es la última vez… hay una lágrima.Llegando al final el aire empieza a ser un poco más denso. Me pesa la chaqueta y Joaquín canta algo sobre besos que envenenan.Se despiden antes de los bises con «Noches de boda» y «Nos dieron las diez». A mi alrededor están todos de pie, un matrimonio se besa y parecen quinceañeros y a la señora de al lado le llaman la atención por encender un mechero. Lo cambia por el flash de su teléfono y sigue a lo suyo, que hoy es despedir a este tipo extraño, escuálido, contradictorio y genial al que queremos todos.El primer «bis» lo canta García de Diego, el primero en llegar. «La canción más hermosa del mundo» suena bien en boca de casi cualquiera, p ero el director de la banda la dirige con clase y tablas, dos cosas que le sobran.Ya con el jefe sentado en su silla alta de bar neoyorquino, la banda empieza «Tan joven y tan viejo», que tiene una de las líneas más tristes del cancionero patrio.La primera despedida madrileña de Joaquín Martínez Sabina echa el telón y suenan «Contigo» y «Princesa». El suelo tiembla bajo mis pies y en mi mente se atropellan todas las veces que me he cruzado con sus rimas. Entre lágrimas y atascado en el parking, pienso que eso debe ser la vida eterna. Entonces, y aún sin mucho sentido, la vida sigue.

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