La masacre olvidada de los mártires españoles de Damasco que el Papa Francisco hizo santos justo antes de morir

Home People La masacre olvidada de los mártires españoles de Damasco que el Papa Francisco hizo santos justo antes de morir
La masacre olvidada de los mártires españoles de Damasco que el Papa Francisco hizo santos justo antes de morir

A la primera pregunta, ‘Los sucesos de Damasco’ (Crítica), el profesor de Historia Moderna de Oriente Medio de la Universidad de Oxford, Eugene Rogan, responde tajante a ABC: «Yo lo veo como un genocidio, en el que una parte de la sociedad consideró a otra comunidad como una amenaza existencial y se convenció de que el exterminio era una solución razonable». La tragedia a la que se refiere el título de su nuevo ensayo se desató la tarde del 9 de julio de 1860, cuando se vislumbraron las primeras llamas en los barrios cristianos de la actual capital siria, que proyectaban un resplandor infernal e iluminaban el camino a los violentos alborotadores.El ataque contra el monasterio de Tierra Santa fue uno de los primeros. Los franciscanos españoles que lo gestionaban cerraron sus puertas en cuanto vieron a la violenta muchedumbre que merodeaba descontrolada por el barrio de Bab Trena con el objetivo de matar, robar e incendiar cuanto pudieran. Los frailes se equivocaron al pensar que la multitud respetaría a misiones extranjeras como la suya, por lo que rechazaron que varios guardias argelinos enviados por el cónsul francés les escoltaran hasta un lugar seguro. Atrincherados tras las sólidas puertas de su santuario, los franciscanos ofrecieron refugio a tres hermanos de la Iglesia católica maronita con los que mantenían una relación estrecha, hasta que amainara la tormenta. Cuando anocheció, las llamas en los barrios cristianos acentuaron aún más la imagen apocalíptica que se cernía sobre Damasco. Finalmente, la turba se congregó fuera del monasterio atraída por la perspectiva de hacerse con un rico botín. Cuando la presión en los portones se volvió más insistente, los frailes españoles tomaron conciencia de cuál era su destino, así que bajaron a la capilla a recibir la extremaunción.Noticia Relacionada Crónica de un giro inesperado estandar Si «Un neurótico con ansias de muerte»: las oscuras intrigas de Hitler para conquistar el poder Israel Viana Volker Ullrich publica ‘El fracaso de la República de Weimar’, un relato detallado de cómo cayó la democracia en Alemania en 1933, con la mirada puesta en el ascenso actual de la extrema derechaCuando la muchedumbre consiguió derribar las puertas, se encontró a los once hombres en la capilla. Fuentes cristianas de la época dejaron constancia de que la turba se divirtió tocando las campanas mientras perpetraba la matanza. Uno de los sacerdotes, el superior del monasterio, fue abatido en el altar. Otro intentó escapar, pero fue perseguido y asesinado en las calles. Los alborotadores le ofrecieron a Francisco Massabki la posibilidad de salvar su vida si se convertía al islam, pero se negó: «Soy cristiano y no renunciaré a mi religión. Deseo morir por el Mesías», aseguró. Y lo mataron a él, a sus dos hermanos maronitas y al resto de franciscanos llegados de España. 5.000 asesinadosSolo sobrevivió un hombre, un cristiano laico llamado Mitri Qara, único testigo presencial del ataque contra este monasterio. A continuación, el edificio fue saqueado e incendiado mientras la frenética turba proseguía su búsqueda de nuevas víctimas por la ciudad. La violencia se prolongó finalmente durante siete días más y se cobró la vida de más de 5.000 cristianos, sin olvidar que miles de comercios, iglesias y casas fueron saqueadas y arrasadas como si se hubiera producido un terremoto. «La mayoría de los sirios que han leído mi libro coinciden en que la comunidad musulmana siria ha olvidado los sucesos de 1860. Esta historia no se enseña en las escuelas y, hasta hace poco, no existía ningún libro en árabe dedicado al tema. El historiador sirio Sami Moubayed fue uno de los primeros autores árabes en abordar el asunto. Más allá de los memoriales dentro de iglesias reconstruidas en Damasco, no hay monumentos ni homenajes dedicados a las víctimas», explica Rogan. ‘Los sucesos de Damasco’ Autor: Eugene Rogan Editorial: Crítica Páginas: 400 Precio: 23,65 eurosAunque hoy ha caído prácticamente en el olvido, el exterminio fue ampliamente cubierto por la prensa española. «Los drusos [grupo musulmán de Oriente Próximo] cercan Damasco y es inminente una horrible matanza», podía leerse en el diario ‘La Iberia’ el mismo 9 de julio de 1860. Pocos días después, el ‘Diario Oficial de Avisos de Madrid’ hablaba ya de 800 muertos, una cifra muy por debajo de la real. En ‘El Día’ informaba de que «los asesinatos de cristianos se han propagado a las ciudades de la costa y en Damasco muchos han sido sacrificados». Y ‘La Iberia’, de nuevo , advertía: «Se mata y degüella por todas partes. ¡Dios quiera que haya un final mejor! La Europa cristiana, que es el brazo de Dios, no ha recurrido todavía a los poderosos medios de que dispone para poner término a estas escenas de exterminio que espantan al mundo». Sin embargo, de entre las miles de víctimas, fueron los once asesinados en el monasterio franciscano los que conmovieron especialmente a los cristianos de Damasco, que los consideraron rápidamente mártires de su fe. Cuando se restableció el orden y estos pudieron regresar a su antiguo barrio, los supervivientes recuperaron sus huesos y los enterraron en una fosa común. En 1866 reconstruyeron la iglesia con una capilla consagrada a ellos y, en 1878, pusieron en conocimiento del Vaticano su martirio, pero todavía hubo que esperar hasta 1926 para que el Papa Pío XI los beatificara.Los santos de DamascoDesde entonces, han ido cayendo en el olvido tanto en España como en Siria, salvo por la pequeña procesión que cada 10 de julio recorre las estrechas callejuelas del barrio cristiano de Damasco y recuerda las escenas de la matanza. Los años de la guerra civil desencadenada en 2011 contra Bashar al-Asad tampoco ayudaron a recuperar su memoria. Poco antes de que cayera la dictadura en diciembre y se pusiera fin al conflicto, los cristianos que no huyeron de Siria le pidieron al Papa Francisco que proclamara santos a estos mártires, alegando «el número de milagros atribuidos a su intercesión». El Vaticano, por fin, anunció su decisión de canonizarlos en mayo del año pasado y, en octubre, reconoció su santidad en una solemne ceremonia celebrada en la basílica de San Pedro del Vaticano. «En 1860 fueron brutalmente asesinados 2.500 cristianos de Damasco y otros 2.500 de los pueblos y ciudades cercanas, pero lo cierto es que la turba pretendía exterminar a los 18.000 que vivían entonces en la actual capital siria. Quería matar a los hombres adultos, secuestrar y violar a las mujeres y convertir a los niños en musulmanes. El hecho de que sobreviviera el 85%, a pesar de toda aquella violencia, es la prueba de que recibieron ayuda de algunas figuras destacadas. El más famoso fue el emir argelino Abd al-Qadir, cuyos hombres lograron rescatar a miles de cristianos y escoltarlos hasta la ciudadela. Y no fue el único. Se conservan registros de una docena de notables que arriesgaron sus vidas para proteger a sus vecinos cristianos», subraya.Aunque no lo publicó hasta el año pasado en inglés, el historiador comenzó a pensar en este ensayo –«el mejor que he escrito hasta la fecha»– en 1989. Ese año acudió a los Archivos Nacionales de Estados Unidos, en Washington, a buscar una serie de documentos para su tesis doctoral y encontró los informes de Mijaíl Mishaqa , el primer vicecónsul estadounidense que hubo en Damasco. Este político de perfil renacentista, médico y escritor fue testigo directo del genocidio y víctima, pues recibió un hachazo en la cabeza y un garrotazo que le dejaron ciego de un ojo. A pesar de ello, dejó por escrito con sumo detalle todo lo acontecido y, sobre todo, la reconstrucción de la ciudad y la convivencia entre las comunidades religiosas impulsadas por el Imperio Otomano en la década posterior. Un aspecto al que le da la misma importancia que a la masacre. «Me interesaba mucho el largo y tortuoso camino de regreso desde el borde del genocidio. Tuve la enorme suerte de encontrar la correspondencia de Mishaqa desde 1859, en la víspera del brote de violencia, que captura el horror. Sin embargo, sus informes semanales a lo largo de la década siguiente son la mejor fuente local que se ha hallado sobre Damasco sobre esa reconstrucción, sin saber lo que depararía el futuro. A través de esos informes y otras fuentes, pude reconstruir las diferentes fases de la recuperación: la restauración del orden público, el proceso para calcular las pérdidas cristianas y pagar indemnizaciones, la financiación de la reconstrucción, el retorno de los cristianos desplazados y la reconstrucción de sus hogares y negocios. Es interesante ver cómo la tensión y el temor siguió presente en los cristianos durante nueve años más, lo que me ayudó a comprender la magnitud del reto que supone reintegrar a una comunidad víctima tras un trauma como ese», explica.

Leave a Reply

Your email address will not be published.