Europa enfrenta un futuro sin arroz ni chocolate: la pérdida de biodiversidad amenaza los alimentos básicos

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Europa enfrenta un futuro sin arroz ni chocolate: la pérdida de biodiversidad amenaza los alimentos básicos

El abastecimiento alimentario en Europa depende cada vez más de factores que se escapan del control del continente. Y muchos de ellos se están deteriorando a gran velocidad. Según un nuevo estudio publicado este miércoles, la seguridad de las importaciones agroalimentarias claves de la Unión Europea —como el trigo, el arroz, el maíz, el cacao, el café o la soja— está en grave riesgo por la combinación del cambio climático y la pérdida de biodiversidad en los países de los que proceden estos productos. El informe, elaborado por la consultora británica Foresight Transitions y que cuenta con el apoyo de la Fundación Europea para el Clima, ofrece una mirada amplia y preocupante sobre la vulnerabilidad ambiental de los socios comerciales de la UE . Pero, a diferencia de estudios anteriores centrados en el clima, este trabajo incorpora también el grado de deterioro ecológico y pérdida de naturaleza, un fenómeno que, lejos de ser secundario, acentúa la fragilidad de los sistemas agrícolas y compromete aún más la estabilidad de las cadenas de suministro globales. «Estamos ante una doble amenaza que ya está teniendo consecuencias económicas y sociales », explica Camilla Hyslop, investigadora principal del estudio. «Los impactos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad no solo afectan a los países productores, también están alterando la disponibilidad, el precio y la calidad de los alimentos que comemos en Europa».Noticia Relacionada estandar No La despensa de Europa se va de España a Marruecos y Sudamérica por los recortes al trasvase Tajo-Segura y Mercosur José Luis Fernández El país magrebí ya supera al sureste peninsular en el cultivo de tomates y la apuesta del Gobierno por la desalación junto con el acuerdo de la UE con el Cono Sur hipoteca al sectorPlantaciones aplacadas por inundaciones y olas de calorEl estudio analiza seis productos esenciales para la alimentación y la industria agroalimentaria europea: tres cultivos básicos (arroz, maíz y trigo) y tres materias primas con un peso comercial importantes (cacao, café y soja). En todos los casos, los investigadores detectan niveles preocupantes de riesgo ambiental. Según los datos recopilados, más de la mitad de las importaciones de cada uno de estos seis productos procede de países especialmente vulnerables al cambio climático, muchos de los cuales cuentan con escasos recursos para adaptarse. En el caso del arroz, por ejemplo, más de un tercio del suministro europeo —valorado en unos 1.500 millones de euros anuales— pende del hilo por el aumento de fenómenos extremos como lluvias torrenciales o sequías prolongadas. Y los ejemplos no son hipotéticos. Solo en 2024, las inundaciones en Reino Unido y Francia mermaron la producción de trigo, las olas de calor en Europa del Este dañaron las cosechas de maíz y las lluvias persistentes en África Occidental provocaron el desperdicio de plantaciones de cacao enteras, afectado a los principales exportadores del grano: Costa de Marfil, Ghana, Camerún o Nigeria. «Los patrones meteorológicos extremos ya están interrumpiendo cultivos de los que depende buena parte de la población europea», alerta Hyslop. «Y si a eso se suma el deterioro ecológico, las consecuencias pueden ser mucho más graves de lo previsto».Pérdida de «amortiguadores naturales»La pérdida de biodiversidad — por deforestación , monocultivos, uso excesivo de pesticidas o degradación del suelo— debilita a su vez los ecosistemas agrícolas y los hace menos resilientes frente a los cambios climáticos. Según el informe, las explotaciones con menor diversidad biológica son más vulnerables a plagas y enfermedades que pueden arrasar cosechas enteras, además de estar peor preparadas para afrontar variaciones de temperatura, humedad o precipitaciones. «Menos biodiversidad significa menos amortiguadores naturales», resume Hyslop. «El sistema se vuelve más rígido y más frágil al mismo tiempo».En el caso del maíz, por ejemplo, la dependencia europea de importaciones ha crecido de forma notable en los últimos diez años —del 10% al 20% del consumo total— en parte debido a las sequías internas. Sin embargo, el 90% de esas importaciones procede de países con vulnerabilidad climática media o alta, y dos tercios provienen de regiones con niveles de biodiversidad por debajo de lo considerado seguro.El cacao, epicentro de la tormentaEl sector que se lleva la peor parte, según los autores del informe, es el de la industria europea del chocolate , que mueve más de 50.000 millones de euros al año. El 97% del cacao importado por la UE procede de países africanos con baja o media puntuación climática, y el 77% se cultiva en áreas donde la pérdida de biodiversidad supera los umbrales críticos.«La Unión Europea está pagando ya más por el cacao debido a estas tensiones ambientales», señala Hyslop. «El valor total de las importaciones ha subido un 41% en el último año, una tendencia que también se ha visto impulsada por el encarecimiento del azúcar por causas climáticas. Es una doble amenaza para los productores, y un riesgo económico creciente para la UE».Sin opción de producir en casaEn 2023, la UE importó productos agroalimentarios por valor de 158.600 millones de euros, lo que representa aproximadamente un 10% del gasto total en alimentación de los hogares europeos. Aunque el bloque produce buena parte de lo que consume, sigue siendo altamente dependiente del exterior para muchas materias primas estratégicas.Algunos sectores proponen reducir esta dependencia mediante la relocalización de cultivos, pero los autores del informe consideran esta opción poco realista y potencialmente perjudicial. «No podemos ignorar que Europa también está expuesta al cambio climático y a la degradación de su propia biodiversidad», advierte Mark Workman, director de Foresight Transitions y coautor de la investigación, «y transformar grandes superficies para replicar cultivos tropicales sería insostenible y contraproducente».En lugar de eso, el estudio propone reforzar la resiliencia climática de los países proveedores, apoyar a los pequeños agricultores locales , mejorar las infraestructuras logísticas vulnerables al clima —como puertos y redes de transporte— y apostar por acuerdos comerciales que tengan en cuenta los riesgos ambientales. «Invertir en los países con los que comerciamos no es caridad, es una estrategia de seguridad alimentaria», concluye Workman. «En tiempos en que los presupuestos de ayuda exterior compiten con los de defensa, conviene recordar que ambos están íntimamente relacionados. Sin alimentos seguros, no hay estabilidad posible».

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