Con las exposiciones dedicadas a Concha Jerez (1941), Eva Lootz (1940), Soledad Sevilla (1944) y ahora a Marisa González (1943), el Reina Sofía salda una deuda con una generación de artistas españolas, nacidas en los años 40, hoy octogenarias , que siguen en activo y en plena forma. Marisa González fue reconocida con el premio Velázquez 2023 , lo que conlleva, aparte de la dotación económica, una exposición en este museo, en el que en 1986, hace 39 años, co-comisarió una exposición con la que echó a andar esta institución: ‘Procesos: cultura y nuevas tecnologías’. Cuatro décadas después, regresa con una antológica , ‘Un modo de hacer generativo’, que reúne en la primera planta del edificio Nouvel, hasta el 22 de septiembre, una veintena de sus grandes series y proyectos ; en octubre viajará a su Bilbao natal. Abarca cinco décadas de trabajo . Da una idea de su escasa presencia en el mercado, en colecciones públicas y privadas, el hecho de que todas las obras expuestas proceden de su estudio, salvo dos, que vienen de su familia. «Es aberrante», advierte la comisaria, Violeta Janeiro. Noticia Relacionada estandar No Francesc Torres, premio Velázquez de Artes Plásticas 2024 ABCÉsta pudo bucear en su estudio infinito («un agujero negro») , atiborrado de cosas que ha ido acumulando toda su vida. Padece un ‘Diógenes de la memoria’: lo conserva todo. «No tiro nada », confiesa la artista. Como curiosidad, lucía este martes el mismo vestido que se puso en la inauguración del Reina Sofía. Anécdota que desveló la delegada de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, a quien la artista se lo había comentado minutos antes. Manuel Segade, director del Reina Sofía , subraya de Marisa González su « curiosidad imparable . Mujer incansable, de potencia intelectual , es una figura crítica fascinante para mi generación». Su trayectoria está marcada por la experimentación . Adelantada a su tiempo, rompió cánones y fue pionera en aplicar las nuevas tecnologías al arte. Los materiales que usa en sus trabajos deben parecerles una marcianada a las generaciones X y Z: fotocopiadoras, faxes, tóner, rollo de papel continuo… Cosas del Pleistoceno. La artista vasca, con piezas incluidas en la exposición Guillermo NavarroTodo comenzó en 1971, cuando se matriculó en la Escuela del Art Institute de Chicago, donde permaneció dos años. Hizo un posgrado, ‘Sistemas generativos: arte, ciencia y tecnología«. Tuvo como mentoras y amigas a Sonia Sheridan (en Chicago) y a Mary Beth Edelson (en Washington, adonde fue en 1974). Los sistemas generativos se refieren a la creación artística con nuevas herramientas de comunicación, la experimentación con tecnología de reproducción y procesamiento de imágenes. La copia se convierte en el original. En esta antológica están presentes dos proyectos de arqueología industrial relacionados con el País Vasco. Por un lado, ‘Luminarias’ , en el que la artista aborda el cierre de una panificadora en Bilbao en 1998. Arrasó con todo cuando se desmanteló, incluidas 24 lámparas que iluminan en el suelo las memorias del Consejo de Administración («la voz del poder, de la oligarquía vasca»). En las paredes, libros de familia de los trabajadores, que emigraron de toda España y fueron «los que construyeron la industria vasca». El segundo está centrado en el proyecto para construir una central nuclear en Lemóniz , Vizcaya, cuya fuerte oposición ciudadana logró paralizarlo. Marisa González consiguió un permiso para entrar y llenó un camión con objetos, hizo miles de fotografías, cientos de vídeos… Marisa González. ‘Autorretrato’ (1971-1973). Colección particular Marisa González, Vegap, Madrid, 2025Pero no solo experimenta con las nuevas tecnologías. También agita conciencias con sus trabajos. En los años 70 en Estados Unidos se sucedieron los movimientos pacifistas, feministas, en defensa de los derechos sociales y raciales… En uno de sus proyectos, ‘Ellas, filipinas’ (2010-2013), denuncia la explotación laboral de las mujeres filipinas que emigran a Hong Kong como empleadas domésticas. Les exigen una estatura mínima y un peso máximo, que sea universitarias… « Son esclavas del siglo XXI, y hoy sigue sucediendo », se lamenta la artista. Con fotos y vídeos, documenta sus pésimas condiciones laborales. Cada domingo, construyen arquitecturas efímeras con cartones para pasar su día de descanso semanal en el centro financiero de la ciudad. En ‘La descarga’, una de sus obras más emblemáticas, aborda la represión ( torturas y violaciones ) que sufrieron las mujeres encarceladas por el régimen de Pinochet en Chile. Feminista , abogó desde joven por los derechos de las mujeres, denunció la violencia contra ellas… En 1971 fotografió una muñeca en un vertedero en el barrio negro de Chicago, que era muy peligroso. Tituló la imagen ‘La violación’ (1971). En ‘Lizz Williams y sus máscaras’ aborda un caso de problema de identidad de una mujer que se sentía negra entre blancos y blanca entre negros. Marisa González. ‘Sin título’, de la serie ‘Ellas, filipinas’. Colección de la autora Marisa González, Vegap, Madrid, 2025Gracias al sistema gráfico informático Lumena , Marisa González distorsiona el retrato de su generación, explica la comisaria: Soledad Lorenzo, Enriqueta Antolín, Rosina Gómez-Baeza, Joan Fontcuberta… Imágenes intervenidas digitalmente con equipo Lumena, que después fotografía y fotocopia. A finales de los 70, se reinventa e incorpora a su trabajo sus conocimientos de pintura y música. Realizó la carrera superior de piano en el Conservatorio de Bilbao. Incorpora fotocopias de partituras de compositores contemporáneos como Javier Darias y Llorenç Barber y en otras obras recurre a Debussy . Recuerda la artista que durante unos años quiso cambiarse de nombre, porque el suyo era muy común: firmó Glez, Luisa González… Hasta que un día le dijeron: «Asúmelo». Lo hizo. «Gracias a haber sido una adelantada , tengo Wikipedia y una página web con mi nombre. Qué más quiero».

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