Graciela Iturbide, premio Princesa de Asturias de las Artes 2025

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Graciela Iturbide, premio Princesa de Asturias de las Artes 2025

Con su galardón, el Princesa de Asturias de las Artes premia la fotografía en blanco y negro de toda la vida, la analógica, base y maestra de toda la avalancha digital que hoy nos inunda. Ambas tendencias son las que sigue utilizando esta creadora, que confiesa mantener intacta la curiosidad del primer día desde que retrató aquel avioncito (su primera toma) que ha dado luego pie a una de las voces de la foto documental más interesantes de América.Graciela Iturbide nació en 1942 en Ciudad de México en el seno de una familia muy conservadora, cuyo padre se oponía a que estudiara en la unviersidad. Eso hizo que la joven mexicana optara por lo que le imponía los ritmos de la época, casarse joven y tener hijos (tuvo que enterrar a una hija, el verdadero máster en dolor de su fotorreporterismo para alguien que nunca se vio preparada para ser reportera de guerra), aunque, como reconoce, empezó a estudiar cine para liberarse. Así, en 1969 ingresa al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Autónoma de México. ¡Aunque ella quería ser escritora! Y entonces se cruzó en su vida Manuel Álvarez Bravo, «la buena mala influencia», el hombre divorciado (¡con lo que eso suponía para la época!), el viejo profesor al que nadie hacía caso porque todos quería dirigir películas, no atender a la imagen fija. Noticia Relacionada estandar No Eduardo Mendoza, premio Princesa de Asturias de las Letras 2025 Carlos SalaPero Graciela sí lo hizo. Lo hizo, y se convirtió en su ‘achichincle’ (preciosa palabra del español del otro lado del Atlántico para decir en su país de origen ‘asistente’) y con el que aprendió, entre 1970 y 1971, que existían otras realidades. Y nuestra protagonista optó pues por la soledad de la cámara, aparcando el cine, con el que no terminaba de sentirse cómoda por exigir grupos numerosos: «La soledad te permite encontrarte más contigo mismo, te hace estar más atenta a lo que te rodea», admitió en una entrevista a ABC Cultural hace unos años, cuando recogió otro galardón, el V Premio Internacional de Fotografía de Alcobendas, institución que le organizó su última gran retrospectiva en España. Este año, tendremos el privilegio de volver a disfrutar de su trabajo gracias a la programación del Instituto de España en México en el festival PHotoEspaña.A principios de los años 70, Iturbide viajó a través de Latinoamérica, en particular a Cuba y Panamá. En 1978 fue becada por el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista de México para documentar la población indígena del país. Ella decidiócentrars en el pueblo Seri, un grupo de pescadores nómadas del desierto de Sonora, al noroeste, y cercano a la frontera con Arizona. Un año después fue invitada por el artista Francisco Toledo —su segunda gran influencia, con el que continúa trabajando y con el que conforma una sociedad, junto a otros fotógrafos, para realizar acciones artísticas más reivindicativas– a retratar al pueblo de Juchitán, el cual forma parte de la cultura zapoteca en Oaxaca, en el sureste mexicano. La serie iniciada en 1979 y continuada hasta 1988 tuvo como resultado la publicación del libro ‘Juchitán de las Mujeres’ en 1989.Y es que la mujer ha sido siempre motivo principal de su trabajo («¿sabes por qué? Porque cuando yo llego a un sitio como Juchitán convivo con las mujeres. Me quedo en sus casas. Voy al mercado con ellas. Son las personas que me acogen, me ayudan y me cuidan, y eso lo tengo que agradecer»). Dos mujeres racializadas y ‘de bandera’ (de la bandera de la dignidad y la integridad) son las protagonistas de dos de sus obras cumbre, las más conocidas: ‘Nuestra señora de las Iguanas’, con esa mujer del pueblo con la cabeza coronada por este tipo de reptiles que, desafiante, mira hacia el frente (un icono ya de la cultura popular mexicana con el que trabajan muchos artistas); y ‘ Mujer ángel’, una extraña ermitaña (¿quizás la Catrina?) que vaga por el desierto y da la espalda al espectador). Confesaba Iturbide que una vez soñó que se quemaba su archivo fotográfico y que solo podía salvar estas dos obras. Ojo al asunto que ella misma reconoce que sus sueños son «premonitorios»: «Me encantó porque aún no sé si ellas me salvaban a mí o al revés». Graciela Iturbide ha expuesto individualmente en el Centre Pompidou (1982), el Museo de Arte Moderno de San Francisco (1990), el Museo de Arte de Filadelfia (1997), el Paul Getty de Los Ángeles (2007), la Fundación Mapfre en Madrid (2009), el Fotomuseum Winterthur (2009), o la Barbican Art Gallery de Londres (2012), y ha recibido el premio de la W . Eugene Smith Memorial Foundation en 1987; el Grand Prize Mois de la Photo de París (1988); la Guggenheim Fellowship por el proyecto ‘Fiesta y Muerte’ (1988); el premio Hasselblad, 2008; el Nacional de Ciencias y Artes de México ese mismo año; y el doctorado honoris causa en Fotografía por el Columbia College Chicago y en Artes por el San Francisco Art Institute en 2009. Es miembro de número de la Academia de Artes desde 2014.Feminista –«porque defenderé siempre los derechos de la mujer en cualquier plaza social»–, sin ser combativa; política y comprometida, sin que su trabajo rezume propaganda, aquella niña rebelde se ha hecho por méritos propios un hueco en la Historia de la Fotografía ‘en español’. Todo eso también lo pone en valor este Princesa de Asturias.

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