El mapa de riesgos elaborado por el Departamento de Seguridad Nacional , dependiente de Presidencia del Gobierno, a partir de una encuesta realizada a 408 especialistas de prácticamente todos los departamentos ministeriales en enero y febrero pasado, señala por primera vez como principal amenaza la vulnerabilidad del ciberespacio, seguida de las campañas de desinformación y los flujos migratorios irregulares . No sólo eso; en la proyección que se pide a los expertos para el próximo lustro estos peligros se potencian, junto al espionaje e injerencias exteriores .Desde la encuesta de 2021/2022, sólo la vulnerabilidad del ciberespacio se mantiene entre las cinco principales amenazas . Los siguientes asuntos que más aparecen en esos primeros puestos son la inmigración irregular –únicamente en 2022/2023 desapareció de entre los principales riesgos–, las campañas de desinformación y la tensión estratégica y regional.Si nos ceñimos al último estudio, lo que más llama la atención es que los dos primeros puestos del ranking de amenazas estén ocupados por la vulnerabilidad del ciberespacio y las campañas de desinformación, que al margen de las situaciones coyunturales que se dan cada año siempre están entre los principales riesgos. Pero si hubiera que destacar una novedad es la irrupción como peligro para la seguridad nacional de la inteligencia artificial (IA) generativa , en la medida que puede ser empleada por determinados actores para transmitir información falsa.Noticia Relacionada estandar Si El Departamento de Seguridad Nacional no valoró el riesgo de amenaza energética cuatro días antes del apagón Pilar De la Cuesta Situó la vulnerabilidad energética como amenaza de riesgo medioAdemás, en los resultados de este año resulta evidente «la incertidumbre sobre el desenlace de los dos focos de tensión estratégica (la invasión de Ucrania y el conflicto entre Israel y Hamás)» , y de ahí que la tensión estratégica y regional se aúpe al cuarto puesto de las amenazas.La encuesta sólo sitúa en la franja de riesgo muy alto la vulnerabilidad del ciberespacio. Sobre esta amenaza, el Informe de Seguridad Nacional hace un diagnóstico sombrío: «Los cibercriminales, que tradicionalmente operaban con fines exclusivamente financieros, están comenzando a ser utilizados por Estados para llevar a cabo operaciones de ciberespionaje, sabotaje o desinformación –explica el documento–. A su vez, los actores estatales se están beneficiando de la infraestructura y capacidades de los grupos de ciberdelincuencia, aprovechando su experiencia en ataques masivos y evasión de medidas de seguridad. Esta fusión de intereses convierte al ciberespacio en un terreno aún más peligroso, donde las amenazas son más sofisticadas y difíciles de atribuir».Amenazas híbridas«Las ciberamenazas –añade el Departamento de Seguridad Nacional– representan un riesgo cada vez mayor para las infraestructuras críticas , y se enmarcan dentro de las amenazas híbridas que combinan elementos digitales y físicos con el fin de interrumpir servicios esenciales y desestabilizar la confianza pública». Y continúa: «En el contexto de la invasión rusa en Ucrania, la actividad de los grupos hacktivistas ha sido constante, con ataques dirigidos principalmente contra Ucrania y los países que le prestan apoyo, incluyendo a la UE, la OTAN y sus Estados miembros».El mapa de amenazas, además, sitúa en el apartado de riesgos elevados a seis de ellas: la desinformación, la inmigración irregular, la tensión estratégica y regional, el espionaje y las injerencias desde el exterior, la inestabilidad económica y el terrorismo.Por las novedades que incorpora, la amenaza de la desinformación es interesante este año. La procedente de Rusia «ha experimentado cambios relevantes. Antes de la invasión de Ucrania, la planificación, dirección y difusión de narrativas se desarrollaba mayoritariamente a través de las agencias y medios estatales rusos. El Kremlin ha evolucionado este modelo por un lado para sortear el efecto de las sanciones UE y por otro para tratar de lograr una mayor penetración y difusión de sus narrativas. Las campañas han pasado a desarrollarse a través de canales no convencionales, con un ‘modus operandi’ más sofisticado, cuya trazabilidad hasta el origen resulta más difícil ya que utilizan actores y organizaciones desvinculados que operan en infraestructuras múltiples, específicamente creadas y que funcionan de forma independiente».Los Estados se valen de los grupos de cibercriminales para sus actividades de espionaje, sabotaje o desinformación«Este ecosistema de desinformación –añade el documento– cuenta con varios niveles interconectados que se nutren mutuamente y en el que los agentes de influencia han adquirido mayor relevancia. En el nuevo panorama, el Kremlin ha optado por priorizar las campañas en redes sociales , en cuyo desarrollo y difusión ha cobrado especial importancia el uso de herramientas de IA, cuya gradual mejoría y optimización han supuesto un salto cualitativo y cuantitativo en la difusión de la desinformación masiva y casi instantánea». Resulta interesante también de la encuesta la proyección a cinco años del las principales amenazas que hacen los especialistas. Entre las que van a sufrir un mayor deterioro están, de nuevo, las campañas de desinformación y la vulnerabilidad del ciberespacio, aunque el bloque mayoritario es el que forman aquellas amenazas que tienen tendencia a empeorar.Servicios de Inteligencia Hostiles utilizan a grupos de crimen organizado Del mapa de riesgos que dibuja la encuesta del Departamento de Seguridad Nacional es muy llamativo que el crimen organizado sea considerado como de riesgo medio. Y eso a pesar de que en el documento se lea que «determinados Servicios de Inteligencia Hostiles (SIH) estarían utilizando y apoyándose en estructuras criminales para el desarrollo de acciones que obedecen a sus intereses, facilitando, así, la comisión de actividades ilícitas a gran escala. Este tipo de actividades permite armonizar los medios y capacidades de la esfera criminal y de los SIH, lo que obstaculiza la detección y neutralización de las amenazas que suponen».En ellas se incluye la inmigración irregular; la tensión estratégica y regional; el espionaje y las injerencias desde el exterior; la inestabilidad económica y financiera; los efectos del cambio climático y la degradación del medio natural; las emergencias y catástrofes; el crimen organizado y la delincuencia grave; la vulnerabilidad energética; el terrorismo y la radicalización y las amenazas para las infraestructuras críticas.

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