A pesar de que la ayuda humanitaria vuelve a entrar en Gaza dos meses y medio después, la angustia de sus familiares en la diáspora está lejos de mitigarse. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu , ha levantado el cerco para que un centenar de camiones entraran en la Franja. Las presiones por parte de Estados miembros de la UE y Reino Unido para que Tel Aviv desista en el uso de la hambruna como arma de guerra parecen haber causado efecto.La ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) ha denunciado este miércoles en un comunicado que la cantidad de ayuda humanitaria que Israel ha permitido que entre es «insuficiente» y expresa que «constituye una mera cortina de humo para fingir que el asedio ha terminado». Martina Marchió , coordinadora médica de MSF en Gaza , asegura a ABC que «los hospitales están bajo ataque» y la población, que «se muere de hambre», se ve obligada a desplazarse de nuevo. No obstante, asegura que con las operaciones militares múltiples que está llevando a cabo Israel, «el espacio donde quedarse se reduce cada día».Fuera de Gaza, la situación se está viviendo con especial dramatismo y preocupación entre los familiares de los palestinos atrapados en la Franja que viven en el extranjero.Noticia Relacionada estandar Si Israel golpea con dureza a una Gaza en la que 14.000 niños corren riesgo de morir por hambruna Mikel AyestaranSalah Awad el Sousi «Salvar las vidas que quedan»El Sousi y su familia fueron evacuados de Gaza y ahora emprenden una nueva vida en el municipio sevillano de Pilas ABCEl profesor Salah Awad el Sousi atiende por teléfono a ABC desde Pilas (Sevilla). «Menos mal que, después de un año y medio, reacciona el mundo civilizado», celebra El Sousi con cierta tristeza. El profesor gazatí considera que la situación que se está viviendo es «macabra» y que se trata de un «genocidio en vivo».Afirma que el siguiente paso es «salvar lo que queda de vidas humanas» y relata que lo difícil serán «las secuelas» que este «Estado genocida y policial» dejará en la población palestina. «Hay gazatíes que se pueden desplazar, mientras que otros esperan a que llegue su destino y les caiga una bomba», sentencia El Sousi, que se pregunta, irónicamente, si deben irse de «los escombros al aire libre».Respecto a si ha podido contactar con sus familiares, El Sousi asegura que lleva «más de una semana» sin poder comunicarse con ninguno de ellos. Cuenta que los bombardeos «a ciegas» israelíes provocan que la conexión sea inestable, que a veces haya comunicación y en otras ocasiones se corte todo.Este último capítulo en este conflicto perenne está marcado por la entrada de ayuda humanitaria tras más de dos meses de bloqueo israelí. Para El Sousi, en cambio, la situación está lejos de resultar solo «compleja». «Lo que están haciendo es contrabando bajo el control israelí, están dejando que se robe», señala el profesor. Indica que algunos puntos son «trampas mortales» porque «disparan a quienes quieren proteger la comida».El profesor gazatí celebra que haya países como Francia, Inglaterra o España que reconozcan –o vayan a hacerlo– el Estado palestino. Para él es un primer paso hacia el «fin del proyecto sionista» porque «habrá una entidad que se podrá defender por sí misma», sentencia. «Estamos intentando creer en el derecho internacional y en los derechos humanos. Las condenas no valen de nada, ahora valen los hechos».El Sousi remarca, eso sí, que el sionismo y el judaísmo son cosas diferentes. Mientras el primero es un «proyecto», el segundo es «una religión totalmente respetable, como el cristianismo o el islam», asegura. En este sentido, afirma que también hay grupos musulmanes que se amparan en la religión para cometer actos violentos a los que no duda de tildar de «terroristas».Martín Awour «Sólo hay escombros»«¿Me pones un bocadillo de tortilla y un café con leche, por favor?», pide Martín Awour , en una cafetería en Langreo (Asturias) mientras atiende a ABC. Martín es un refugiado palestino, hijo a su vez de un refugiado de Ascalón que fue desplazado a los campos de refugiados al norte de la Franja. Él, su mujer y sus hijos consiguieron ser evacuados gracias a la mediación de la Embajada española ya que posee la doble nacionalidad. Sin embargo, su madre y sus hermanos no corrieron la misma suerte, porque «Israel no permitió su salida», según indica.Ponerse en contacto con ellos es una tarea «muy difícil», explica Martín, porque no puede llamarlos directamente: «Nos contactamos de uno a otro, cuando algún amigo consigue hablar con alguien de dentro que los ha visto, pero las noticias llegan tarde». Denuncia que parte de su familia ha muerto en los bombardeos israelíes, dejando tras de sí siete niños (cinco chicas y dos chicos), sus sobrinos, que «no sabemos dónde están». Y añade, abiertamente preocupado: «Lo último que sé es que intentaron volver al norte, pero ahí ya no queda nada de nuestra casa, ni hay un lugar donde montarse una tienda, solo escombros». «La verdad, no sé si han muerto, porque se refugiaban en las escuelas, pero las están bombardeando, no hay ningún sitio seguro. […] Es como el fin de la vida, el fin del mundo, un terror», sentencia Martín.Una imagen de uno de los hermanos de Martín, fallecido en un ataque israelí, junto a otra de su sobrino, del que hace más de un mes que no sabe cómo ni dónde está ABCDesde el interior de la Franja, lo último que él ha podido conocer respecto a la llegada de ayuda humanitaria es que «los primeros camiones, provenientes de Emiratos Árabes Unidos, contenían sacos para los cadáveres. Eso no es ayuda, solo piensan en la muerte y no en la vida». Para Martín, este gesto forma parte de un comportamiento prolongado durante estos dos años de «sufrimiento» donde «los palestinos no nos consideramos ya ni árabes ni musulmanes». Le explican que «no han repartido la comida , sino que la están acumulando en almacenes en el sur de la Franja», próximos al paso de Rafah, entre el Corredor de Filadelfia y Jan Yunis. Denuncia que «si quieren comer, sobrevivir, deben ir al sur, donde han preparado campos de concentración», afirma con dolor.Un libro titulado ‘Economía moderna’, parte de la biblioteca de Martín ABC Un libro español en Gaza «Como ves, en una de las fotos aparece un libro en español sobre la economía, que junto a otros libros los llevaba yo conmigo hacia Palestina después de haber terminado mis estudios de doctorado en Madrid. Lamentablemente toda la biblioteca de mi casa ya está por el olvido», relata Martín a ABC.En la misma línea, Martín reclama que «Europa ha tardado mucho en tomar medidas» y se siente profundamente enfadado. Consideraba que «Europa no permitiría que Israel cometiera una limpieza étnica», sin embargo, siente que toda la defensa de los derechos humanos ha quedado en nada. Como nota positiva, Martín señala que los palestinos «aprecian el apoyo de España e Irlanda» e indica que no se sorprendieron con el movimiento de España, que era algo esperado de un país que tienen en buena estima.A título personal, expone que los palestinos que han sido evacuados han sido «muy maltratados, tanto por parte de las escuelas como de las instituciones», afirma que «no es el comportamiento que han prestado a los ucranianos». Lo que le ha llevado a replantearse «todos mis principios, mis ideales», porque siente que «no somos nadie, somos animales para el mundo», en alusión a las palabras del exministro de defensa israelí que cuenta con una orden de arresto por el Tribunal Penal Internacional, Yoav Gallant , que describió a los palestinos como «animales humanos».Antes Después La casa de tres plantas de la familia de Martín Awour, reducida a escombros tras los bombardeos israelíes ABCDe cara a la solución del conflicto, Martín aboga por los dos Estados: «Para que haya futuro, no pueden dejar a los palestinos sin Estado ni independencia. Deben establecer una frontera entre los dos y controlarla para que no pueda volver a pasar, porque esto no se olvida. Cuando crezcan los niños palestinos, con lo que han visto, no sé qué será de ellos».

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