Diego San Román se hace hombre con un duro Judío

Home People Diego San Román se hace hombre con un duro Judío
Diego San Román se hace hombre con un duro Judío

México tiene un torero al que le sobran bemoles y verdad y le falta la simpatía que ya cosechan otros. Diego San Román se llama, con apellido de la santísima trinidad del valor: no se mueve, se queda quieto, más quieto aún. Con la tela plana de su muleta y el corazón arrugado del tendido. Impávido el de Querétaro en su confirmación de alternativa en Madrid, aun sin pasear oreja, pero con el poso de la sinceridad. La que siempre prevalece, pues la mentira va y viene y se la pilla antes que a las faenas cojas. Porque claro que le faltan muchas cosas al confirmante, pero tiene lo esencial: un valor con el que los antiguos hacían un ejército. ¡Qué manera de bragarse con los toros! Y no vayan a creer ustedes que la corrida de Fuente Ymbro tuvo que ver algo con la del día anterior: no es que los de Ricardo Gallardo fueran los padres de los de Juan Pedro Domecq; eran los abuelos. Serios y tremendamente armados, exigentes y duros como para echarlos de comer aparte, aunque el Comisario quinto levantase el honor por sus hermanos y sacase un fondo a más, un fondo de casta. ¡Por fin! Porque la feria de la divisa de Los Romerales nada tenía que ver con otras ediciones. Mucho puso Román, Collado (no San), el único que tocó pelo incluso con el pinchazo y la media. El valenciano anduvo dispuestísimo y la Monumental se volcó. Este número 56, cuatreño, había anunciado embestidas mucho más prometedoras que los anteriores desde la salida, con otro aire y mejor son. Apretadísimas fueron las chicuelinas del San Román azteca en el quite. El otro Román, el de Valencia, tuvo un bonito recuerdo para los enfermos que están en los hospitales y, tras el brindis en los micrófonos de Telemadrid, abrió genuflexo y con largura la obra. Con generosa tierra de por medio, como al primero de su lote. Kilométrica la distancia para citarlo con la derecha, con Comisario metiendo la cara en los inicios pero protestando de mitad de muletazo en adelante. Con extensos metros le presentaría también la zurda, con la tela abajo, con la emoción prendida. Qué alegre prontitud la del castaño, sometido en la siguiente serie diestra, la más autoritaria del conjunto, llevándolo muy empapado y con Comisario humillando con mayor profundidad. Extraordinaria tanda antes de una feísima voltereta tras ser empalado por el izquierdo. Con la gente muy caliente ya, la temperatura creció en la ceñidas bernadinas finales. Y ni el acero le privó del trofeo –Madrid tiene sus consentidos– por su meritoria actitud con un fuenteymbro ovacionado en el arrastre. Ahora sí sonrió algo Gallardo…Noticia Relacionada SAN ISIDRO estandar Si La naturalidad de Pablo Aguado maquilla un formidable petardo Rosario Pérez Por encima de Ortega, corta una oreja al remiendo de Torrealta (el mejor) en una corrida de Juan Pedro sin lujo algunoSeria se puso la cosa cuando se atalonó y se fajó San Román, tan bragado, tan torero macho. La más pura emoción se reservó para el epílogo con un serísimo sexto que en agosto cumpliría los cinco años. Nada regaló este Judío, con el que el mexicano anduvo hecho un auténtico tío, con el que el joven confirmante se hizo hombre en diez minutos. Qué barbaridad, qué aplomo. Planchada le ofrecía la muleta a un animal de virulento temperamento, con ese viaje de agitado Atlántico. Como algún capitán de navío, Diego encomendaba su fe a Dios, una fe que dice haberle cambiado la vida, y que también, si el toreo es justo, debería cambiar el rumbo de su timón para ponerse a navegar en las ferias. Porque ese valor seco de San Román es de torero grande: cuando uno se juega la vida así, la campana tiene que sonar no sólo en aquella orilla –tan vapuleada por la política sectarista–, sino también acá. Las oleadas no interrumpían el chotis de Diego, que sin perder ni un paso giraba y ligaba con el corazón por delante. «¡Viva México!». ¡Viva! Y vivan estos naturales que arrebató con maciza valentía al castaño, que respondió en ese momento con mayor empuje. Ahí la entrega verdadera era la del queretano: «Toro, aquí estoy yo, y que pase lo que tenga que pasar». Y lo que sucedió fue que aguantó bárbaramente pisando el sitio donde la lava hierve. Un inteligente y torero broche de ayudados que barrían la arena puso la coda antes de enterrar la espada, que cayó delanterita. Su faena tuvo mucho más contenido que la recompensa de la ovación…Feria de San Isidro Monumental de las Ventas. Domingo, 25 de mayo de 2025. Decimoquinta corrida. 21.003 espectadores. Toros de Fuente Ymbro, serios y bien armados: duros y exigentes, sin clase ni entrega en conjunto; destacó el Comisario 5º, de encastado fondo. Curro Díaz, de rosa y oro: estocada desprendida (silencio); metisaca y estocada baja (silencio). Román, de grana y oro: tres pinchazos y estocada (silencio tras aviso); pinchazo y media (oreja). Diego San Román, de lila y oro: estocada desprendida (saludos tras aviso); estocada corta delantera (saludos tras aviso). Los profesionales hablaban y no paraban del mexicano de Querétaro. Ya había dejado sus méritos en el de la ceremonia, un desagradable Infortunio en el que se echó el capote a la espalda como el que espera a portagayola el tren. No pareció el pendular el inicio más apropiado para el geniudo manso, en constante huida en cuanto veía las tablas: en ellas tuvo que matarlo, sin amilanarse. De mansa querencia el segundo, que hizo amagos de saltar al callejón. De mermado poder, punteó los engaños; tampoco sirvió el cuarto de Curro Díaz, con más clase que su lote. Qué corrida más mala. Y qué seco el valor de San Román: sólo había que mirar por dónde cogía el estaquillador.

Leave a Reply

Your email address will not be published.