Los gestores de empresas, los de verdad y no esos políticos blanditos disfrazados de vedettes corporativas, saben que en el control de calidad no preocupa el producto sino el proceso . Cuando el proceso es correcto, entonces el producto está garantizado. Con la integridad y la decencia sucede lo mismo: garantiza la credibilidad. En esta España sanchista, hiperbólica, de Koldos, Ábalos, el apagón y otras chicas del montón ocurre que los procesos han degenerado, unas veces por acción y otras por omisión, y el producto final es un churro. La luz se apaga; las telecomunicaciones, con el 5G a la cabeza, se caen; los trenes se paran y los reguladores dejan de regular . El producto que reciben los clientes, los contribuyentes, la sociedad en general, son deficitarios porque el proceso donde se crean está podrido a fuerza de manoseo. Luego, el disloque es tal que el usuario que ha estado diez horas sin corriente en casa recibe una factura no ya corregida a la baja sino al alza para compensar los esfuerzos del restablecimiento de la red, una proeza en palabras de la simpar Beatriz Corredor. Otro tanto sucede con el recibo del teléfono o con el billete del tren: prueben a recuperar aunque sea en parte la contraprestación por los daños y verán el resultado. Luego están los reguladores y supervisores, cuyo producto final parece más sofisticado pero es idéntico y tan simple como el precio que una ha de pagar por la luz, las comunicaciones, los transportes o la hipoteca. Con el silencio de más o las actuaciones de menos de unos y otros organismos los mercados se convierten en un carajal donde la foto final es la de un ejército de funcionarios para no decir nada o para decirlo todo en favor del que manda. Tal es la densa sombra que se proyecta sobre la CNMV de Carlos San Basilio o el Banco de España del exministro José Luis Escrivá.En la semana que hoy se cierra han coincidido elementos críticos suficientes para que unos hubieran actuado y otros hubieran repensado su actuación. La opa del BBVA sobre el Sabadell sigue pendiente del juicio final de la CNMV . Competencia dio la luz verde por unanimidad y la institución de San Basilio se esconde ahora tras los faldones del Consejo de Ministros, pendiente de una consulta pública que ha puesto los pelos de punta del mismísimo Banco Central Europeo y que convierte en inservible al regulador español y la doctrina de consolidación europea. Ocupados andan, por cierto, en la sede de la CNMV reunidos estos días con su equipo jurídico, lo mismo lo que decida el Gobierno hasta es ilegal, o alegal, y les podría salpicar de una u otra forma. Ya nos contarán… o no.Noticia Relacionada estandar Si El nuevo presidente de la CNMV aboga también por retrasar la opa de BBVA hasta que se pronuncie Competencia Daniel Caballero Carlos San Basilio y la vicepresidenta Paloma Marín han pasado ya el trámite del Congreso de los DiputadosY estos mismos días ha vuelto por donde solía otro clásico de los líos patrios de gobernanza : Indra. Las salidas del consejero independiente Francisco García y del vocal ejecutivo Luis Abril en vísperas de que se someta a votación la compra de la empresa familiar del presidente de Indra parecen motivos de peso suficiente para que San Basilio al menos muestre cierto interés por la causa. Más que nada porque el Gobierno –vale, el Estado, sí, a través de la SEPI, con el 28% de participación, pero con tres dominicales ‘políticos’ en el consejo–, algo parece que tiene que ver en las decisiones de una empresa que ahora es más estratégica que nunca, y eso es motivo para que el regulador opine algo, para bien o para mal, pero que opine, ¿no? Pues… nada, como nada extraño vieron en la pasada crisis que se llevó por delante a todos los consejeros independientes para situar con calzador y sin poderes ejecutivos a un desconocido Marc Murtra, hoy en Telefónica. Luego se extrañan en la CNMV de que no cuenten con ellos para la opa bancaria. Tal vez si hicieran un mínimo esfuerzo verían si la polémica adquisición ya estaba proyectada antes de que llegara Ángel Escribano a la presidencia de Indra -con Murtra, pues-, quién sabe, y quizás entonces las preguntas serían otras y para otros. Por cierto, ¿alguien pensó en la inconveniencia de orillar justo ahora a quien recibió el encargo del software de Begoña Gómez y lo elevó a ‘Compliance’? Es el proceso el que vuelve a fallar: la compañía se enreda, no lo cuenta bien, el regulador se esconde y la opinión pública saca sus conclusiones. El producto, pues, es un fiasco. Por cierto, en esta semana que entra, el miércoles 28 , vuelven al Juzgado las esperadas declaraciones de quienes facilitaron desde empresas cotizadas el negocio de la mujer del presidente del Gobierno. Otro proceso gestionado desastrosamente que arruina cualquier producto.El caso del Banco de España es de libro, del ‘Manual de Resistencia’ del amo. El Escrivá gobernador cumple los peores pronósticos del Escrivá exministro y pone el informe anual de la institución mirando al sanchismo . Aquí, el proceso quizás ha funcionado de pura maldad, pero el producto es una filfa. Ojo, que no hablo del documento prefabricado sino del propio Banco de España, degradado en su credibilidad y destruido el honorable legado dejado por Pablo Hernández de Cos a fuerza de independencia. La consecuencia ha sido la dimisión inmediata del economista jefe, Ángel Gavilán, quien se negó a tragar con ruedas de molino sobre las pensiones.En Indra y en el Banco de España la situación ha sacado a dos magníficos profesionales de la estructura, que serán convenientemente reemplazados por perfiles que faciliten el proceso para estos casos. ¿El producto? No importa. De la opa del BBVA sobre el Sabadell prefiero no hablar. Total, como ven puede opinar cualquiera, a través de una consulta pública inédita, por lo que el proceso y el producto final muestran que es más fácil divulgar la inmoralidad que la decencia.

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