Roland Garros se rinde a Rafa Nadal en un homenaje a su altura: «Merci, Rafa»

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Roland Garros se rinde a Rafa Nadal en un homenaje a su altura: «Merci, Rafa»

Ha sido Rafael Nadal tan grande en el mundo del tenis, y del deporte, que todo lo que se hiciera en su honor quedaba pequeño. Como se quedó Roland Garros este domingo 25 de mayo de historia emocional. Apareció Nadal en la Philippe Chatrier, como en las últimas 20 ediciones, y aunque no de corto, fue acompañado por la voz de Marc Maury para cumplir con una tradición que ya se echa de menos. Apareció Nadal en la Philippe Chatrier, no para ganar un partido, sino para ganarse la ovación que reunió el agradecimiento por tantas tardes maravillosas en esta tierra tan suya como parisina. Esta vez sí, un «merci, Nadal» a su altura.El año pasado fue el último en el que el balear se pasó con la raqueta en la mano; perdió en la primera ronda del torneo, contra Zverev, y no quiso recibir ningún aplauso. No todavía, pues deseaba que el cuerpo aguantara un poco más lo que su cabeza todavía podía. Se dio un poco más de tiempo, un puñado de partidos más en esa Philippe Chatrier convertida en escenario olímpico. Y cuando cayó contra Novak Djokovic se deslizaba un adiós muy cercano. «No sé si ha sido mi último partido aquí. Pero si lo ha sido, lo he disfrutado», decía sin decir el balear en aquel momento. Pero no quería París que fuera una despedida por esa puerta de atrás. No se lo podía permitir un torneo, una ciudad y un país que lo adora. Así se lo demostraron al ofrecerle ser relevista de la antorcha olímpica justo en los últimos metros, bajo la Torre Eiffel y de manos de una leyenda gala como Zinedine Zidane. Y así querían decírselo también en esta tarde que comenzó lluviosa pero se abrió para recibir al tenista, al icono, a la leyenda que es Nadal en todos los sitios, pero sobre todo en esta plaza. Aunque dejó el tenis hace seis meses, en noviembre, en la Copa Davis celebrada en Málaga, París y Nadal siempre irán de la mano, como subrayó la directora del torneo, Amelie Mauresmo, que no quiso desvelar nada, pero sí indicó que sería algo «sencillo», muy acorde a lo que ha sido Nadal, poco amigo de ser el centro de atención. Eso ya lo dejaba para sus 112 triunfos y solo cuatro derrotas (tres rivales: Robin Soderling, Novak Djokovic y Alexander Zverev).Pero sencillo no quiere decir poco emotivo. Ya desde el inicio de la jornada, conocida ya como «el día Nadal», el recinto desprendía cierto nerviosismo y pelos de punta. Y se vistió la Chatrier de rojo terroso con el mensaje «Merci, Rafa», para iniciar un homenaje que ya también es parte de su increíble palmarés.Marc Maury fue el encargado de marcar el inicio. Con esa histórica presentación en la que explica a pleno pulmón los éxitos en esta pista: «Campeón en 2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019, 2020 y 2022» con el que la grada, totalmente en pie, aplaudió a rabiar la salida del campeón, pantallas por todo el recinto con su nombre.De negro riguroso, Nadal salió sin raqueta, pero con traje y con la emoción ya desbordándose por los ojos al centro de la pista, al atril desde donde contempló el vídeo que se le había preparado con toda la emoción de sus pasos por esta superficie, por esta casa tan suya. No faltó nadie: Carlos Alcaraz, Juan Carlos Ferrero, Yannik Noah, Iga Swiatek. Y toda la familia del balear, incluida su mujer y su hija, y también su tío Toni, valedor de gran parte de su carrera, quien también fue protagonista de varias imágenes de un vídeo que recogió todos los momentos, los puntos, los abrazos, las emociones, los saltos al palco, las celebraciones sobre la arena y que cerró en una taquilla, su taquilla.A continuación, un emocionadísimo Nadal intentó hablar en francés para dar las gracias. «No sé por dónde empezar después de jugar durante veinte años en esta pista, después de haber ganado, perdido y haberme emocionado cada vez». «Mi agradecimiento infinito al presidente de la Federación y la directora de Roland Garros y a todo el equipo del torneo por este momento. Ha sido una increíble historia desde que vine aquí por primera vez en 2004. No pude jugar ese primer año por el problema en el pie, pero en 2005 tuve la oportunidad por fin de jugar aquí, con 18 años, y tuve la suerte de hacerlo con uno de mis mejores rivales, Richard Gasquet. Ahí entendí lo que significaba este torneo. He tenido increíbles rivales, como Andy Murray, Novak Djokovic y por supuesto Roger Federer. Me pusisteis al límite física y mentalmente. Sin estas rivalidades hubiera sido imposible superarnos».«Aquí, en esta tribuna hay muchísima gente que ha querido acompañarme en este momento: familia, equipo y amigos», comentó después en español. «Comenzaré con la familia, que ha sido siempre un pilar importante para mí». Después agradeció a los patrocinadores estar ahí porque en los momentos difíciles siempre estuvieron con él. «A todos los entrenadores, preparadores físicos y fisios que en algún momento de mi carrera habéis estado conmigo y me habéis ayudado a crecer. Muchísimas gracias. A mi equipo de siempre, que habéis sido una segunda familia. Gemma, Gustavo, Tomeu, Francis, Tous, Charly, Joan, Rafel, Benito y Carlos. No puedo más que decirse gracias por todo, de verdad. Habéis sido el mejor equipo que he podido tener en lo personal y profesional. Lo que hemos vivido juntos ha sido inolvidable, así lo he vivido así y espero que lo hayáis sentido así». «A mi familia, mis tíos, mi madrina y mi padrino, que desde pequeño me habéis cuidado y habéis hecho todo lo posible por hacerme feliz. Ya sabéis lo importantes que habéis sido en mi vida. Nunca os lo podré agradecer lo suficiente. Muchísimas gracias. A mis abuelas, con 92 y 94 años tengo suerte de que estéis aquí y que pasé gran parte de mi infancia. Y a mis abuelos, estén donde esté, no sabéis cuánto os echo de menos«, se emocionó en ese instante Nadal.La grada ayudó a hacer todavía más emocionante el momento con un espontáneo «Rafa, Rafa, Rafa», antes de que se explayara en hablar de su tío: «Eres la razón por la cual estoy aquí. Gracias por dedicar una gran parte de tu vida q aquere estar conmigo, haciéndome sufrir y reír y llevándome al límite. Lo que hemos vivido no siempre ha sido fácil, pero ha merecido la pena. Por nuestra forma de ser, ni tú ni yo somos de expresar los sentimientos, quiero que sepas que mi gratitud es infinita por todo lo que has sacrificado por mí. Eres el mejor entrenador que nunca pensé que podría tener».Y dedicó también unas palabras muy especiales para su mujer, Mery Perelló: «Compañera de vida, no nos imaginábamos en 2005 que estaríamos aquí veinte años después. Gracias por estar apoyándome siempre, espero hacerte tan feliz como me has hecho a mí. Este año y medio ha sido complicado, pero con tu apoyo y comprensión todo ha sido menos complicado». «Papá, mamá y Maribel, habéis sido los pilares de mi vida. Gracias por haberme tratado como un hijo y como un hermano, no como un tenista de éxito. gracias por los valores de esfuerzo, educación y gracias por haberme dado todo en todos los sentidos. Es imposible que os pueda devolver lo habéis hecho y lo que hacéis por mí. Os quiero». Palabras que abrieron otra emocionada ovación.»Gracias, Francia; gracias, París, dijo en francés. Vosotros me habéis ofrecido las emociones y los momentos que de joven nunca podría haberme imaginado. La satisfacción personal de sentirse tan querido en el lugar que a uno tanto le importa. Me habéis regalado como final de carrera la posibilidad de reservar la antorcha olímpica de manos de Zidane. Me habéis regalado una estatua magnífica aquí, en Roland Garros. Me habéis hecho sentir como un francés más. No puedo jugar más delante de vosotros más, pero mi corazón siempre va a estar unido a este lugar tan mágico y a toda su gente. Mil gracias por todo lo que me habéis hecho sentir», finalizó en francés.Tomó el micrófono entonces Marc Maury para presentar un mensaje muy especial de una representación del torneo que le ofreció una emotiva puesta en escena y el agradecimiento personal de los jefes de todas las áreas que hicieron llorar de nuevo al balear, que no pudo hacer otra cosa que aplaudir.Y entonces, la Chatrier se vino abajo porque en las pantallas aparecieron los rivales más íntimos del balear dedicándole unas palabras que se transformaron en los propios tenistas en la pista. Una imagen para la historia del tenis y del deporte.Por ahí aparecieron Roger Federer, Novak Djokovic y Andy Murray , que se abrazaron al balear como los buenos amigos y rivales que han sido siempre. Risas, emociones, chascarrillos y una charla que quedará entre ellos para los anales del tenis, y del deporte. «Después de todos estos años luchando contra todo, es increíble cómo cambia todo con la perspectiva del tiempo. Todavía no lo sabes, Novak, pero el estrés, la presión que sentíamos cuando nos enfrentábamos es muy diferente ahora, ahora es todo ver que conseguimos lo que teníamos en nuestros objetivos. Enseñamos al mundo que podíamos pelear por todo, pero de la mejor manera. Ser rivales pero de la mejor manera posible. Significa mucho para mí que estéis aquí ahora mismo. Me habéis hecho pasar tan difícil en la pista, pero he disfrutado poniéndome al límite para competir contra todos vosotros. El tenis es solo un juego, pero que estéis aquí es todo para mí. Un mensaje que damos al mundo: una gran rivalidad, pero amigos ahora. Muchísimas gracias por todo lo que hemos pasado estos años, seguro que continuaremos haciendo grandes cosas por el deporte y para que sigamos haciendo grande este deporte. Muchas muchas gracias».No ganó un partido en esta ocasión, pero sí se llevó un trofeo. Un trofeo de «leyenda» que recibió de manos de Amelie Mauresmo y Gilles Moretton. Y fue el presidente de la Federación Francesa de tenis quien descubrió bajo la tierra batida una placa conmemorativa que contenía su huella y su nombre y que quedará para siempre en esa pista tan especial. Un acto que hizo llorar a Moretton y, por supuesto, al propio Nadal. Para inmortalizar ese momento, Federer, Djokovic y Murray se acercaron para la instantánea. Mientras toda la familia del balear se deshacía en lágrimas.Y así, sencillo pero envuelto en un halo de emoción difícil de olvidar, terminó el homenaje a la altura de su leyenda, con una vuelta al ruedo infinita que nadie quiso que se acabara. Lágrimas del balear en todo el paseo de despedida de su leyenda que finalizó con su hijo en brazos. El pequeño Rafael Nadal que continúa la leyenda de su padre. «Merci, Rafa».

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