Con paso lento y el alma hecha trizas, Juan Ayuso atraviesa el último puerto de los parajes incomparables del Lago Garda con un puñal en los pulmones. Pierde 14 minutos con los jerarcas del pelotón y se despide del Giro de Italia, del sueño que moldeó en carreras menores esta temporada, en la rutilante Tirreno, en la concentración en altura. Alcanza la meta con cara de pena, el castigo es severo. El español de 22 años aspirante a sellar su apellido como vencedor en Roma es gregario desde hoy al servicio del líder, otro joven renqueante, Isaac del Toro, 21 años, que casi entrega la ‘maglia’ rosa ante el furioso derrote de Carapaz, crecido en los Dolomitas.Fue una escabechina de principio a fin, un suplicio que ensalza las virtudes del ciclismo, su aura de espectáculo, su belleza sin igual. Ya no está Primoz Roglic, ausente en carrera y de nuevo desafortunado. Cayó en el descenso del Candrai y optó por el abandono.A Del Toro se le escaparon todos los caballos y quedó a merced de su fuerza mental, de la energía extra que aporta la camiseta rosa. Salva el liderato por solo 26 segundos ante Simon Yates, que ha ejecutado la carrera escondido en un barril. En San Valentino, más épica: agarrados de la mano, a lo LeMond e Hinault, llegan juntos dos del Astana, Scaroni y Fortunato.Noticias relacionadas estandar Si giro de italia Con Pogacar o sin él, el ‘dream team’ del ciclismo José Carlos Carabias estandar No Ciclismo Revolución en el Tour de Francia: el pelotón recorrerá Montmartre en la última etapa Miguel ZarzaEl Giro regala una sinfonía de emociones que decretan el fin de la abundancia. El UAE, el ‘dream team’ del ciclismo, estira el cuello para socorrer a su príncipe Del Toro cuando se estaba planteando la carrera como un duelo con Juan Ayuso, la ética de atacar o no a un compañero, la pinza que ambos debían establecer como fortaleza, los códigos del ciclismo.Nada de esto vale cuando Ayuso palidece en el puerto de Santa Bárbara, el balcón con vistas al lago di Garda, una de las maravillas de Italia norte, toda idílica en su visión. El español pierde el paso en las rampas del 8 por ciento, 12 kilómetros de penitencia, el silencio y la derrota. Es una pájara al modo antiguo, el ciclista medio parado, sepultado por el ácido láctico, observando sin remedio cómo veinte ciclistas aceleran con sus compañeros Del Toro, Adam Yates y Majka. Ayuso no está y no da la impresión de que vaya a luchar por el orgullo de un mal día. Desaparece de la vista, hundido en la penumbra, no hay referencias. El siguiente coloso, San Valentino, es una tortura. 14 minutos de retraso, fuera de los diez primeros de la general.Antes se ha retirado Roglic, el duelo de los pronósticos con Ayuso, hecho añicos. El Giro ha sido una criba para el esloveno, tres caídas, tres minutos de pérdida antes de la etapa, siempre a la contra, sin sus sensaciones de ganador. No aguanta el último tropezón, ya nada tiene sentido en el Giro para él. Se sube al coche del Red Bull en el quietud del duelo.A Del Toro se lo rifan en una carnicería en el San Valentino . Es una etapa cruel y con narrativa despiadada. El líder no aguanta la embestida de Carapaz, el vencedor del Giro 2019, que ha crecido en la última semana. Es un violento demarraje que descose al mexicano, muestra sus carencias, lo paraliza. También le ataca y se marcha Simon Yates.Del Toro aguanta de pie, no se rinde. «Cada momento era peor que el anterior, he sufrido mucho, pero no tengo nada que lamentar», dice entero el líder, que ya solo tiene 26 segundos de ventaja sobre Simon Yates y 31 ante Carapaz. Está un mordisco con el Mortirolo por su vertiente suave este miércoles.

Leave a Reply