Esta fascinante exposición es el acto central de un nutrido programa que conmemora los 25 años de la murciana galería T20, una de las firmas esenciales del panorama nacional. Nacho Ruiz y Carolina Parra, los galeristas y comisarios de esta muestra, han concurrido con el plantel de artistas de la galería al completo. Pero no nos llevemos a engaño. No hay atisbo de autocomplacencia o facilidad en este gesto, lógico, según lo que motiva esta cita. Bien al contrario, encontramos, como ‘marca de la casa’, la tremenda autoexigencia que se impone esta pareja en todos sus comisariados, numerosos dado que hace tiempo reformularon la noción de galería con la creación de T20 Proyectos, encargada de desarrollar exposiciones fuera de su sede, con un innegable eco y trascendencia. Noticias relacionadas opinion Si AQUÍ AL LADO Nacho Ruiz, de cara a ‘La galería’ Javier Díaz-Guardiola estandar Si ARTE Nacho Ruiz y Carolina Parra (T-20): «Aún somos una galería de descubrimientos… Que en breve salta a Madrid» Javier Díaz-GuardiolaPero tampoco aquí cabe engañarse: esa dificultad que asumen, especialmente patente ahora, nace de la familiaridad con el riesgo y de un infinito afán por aprender y (re)escribir relatos. De este modo, los 17 artistas de la galería no comparecen en solitario –eso sería demasiado sencillo–. Esta entrega expositiva trata, entre otras cuestiones, del reconocimiento a lo que nos conforma (arte, literatura, exposiciones…), en este caso, a los artistas de la galería y a los propios comisarios. De hecho, la primera cita se halla en el título, que alude a ‘La noche americana’ (1973), de François Truffaut, ejemplo de metacine, de película que versa sobre cómo se hace una película, sobre lo que queda oculto, ‘fuera de campo’. La exposición parece ansiar eso, señalar lo inadvertido, alumbrar relaciones e inspiraciones situadas en el envés de las obras, en las motivaciones de los creadores. Vínculos poderososAsí, cada artista de T20 manifiesta un vínculo con una referencia poderosísima para él, conformadora de su personalidad e imaginario o que pudiera actuar como espejo en el que reconocerse. La heterogénea nómina de la galería ( Sonia Navarro, Gala Knörr, María Carbonell, FOD, Inma Liñana, Guillermo Velasco, Arturo Comas, Paloma de la Cruz, Diego Balazs, Julia Santa Olalla, José Maldonado, Timsam Harding, Miguel Fructoso, Isidoro Valcárcel Medina , Daniel García Andújar, Joan Fontcuberta y Francesc Torres ) acaba proyectando una cartografía de intereses y devociones igualmente diversa.Esas referencias, esas elecciones, acompañan sus trabajos mediante el diálogo, sean las obras de otros creadores (Jenny Holzer, John Heartfield, Palazuelo, Duchamp, Gilbert and George, Alice Rahon …) o de periodos históricos (una Inmaculada del siglo XVII de Pedro de Mena, o una pileta de abluciones del XIII del cercano Museo Las Claras); enunciaciones de acontecimientos (los Encuentros de Pamplona, de 1972, mediante un catálogo original y la propia presencia de Valcárcel Medina, o las Misiones Pedagógicas que desarrolló la Institución Libre de Enseñanza durante la Segunda República, rememoradas por el formidable ‘retablo’ que ocupa el altar mayor, una versión de García Andújar del Museo del Pueblo, así como por un ejemplar de ‘Platero y yo’ de esas misiones que estuvieron en la vecina Mazarrón); películas (carteles o fotogramas); o citas al trabajo de figuras intelectuales (un volumen de ‘Las auras frías’, de José Luis Brea, de 1991). En tres actos. De arriba abjo, tres de las acciones llevadas a cabo durante la activación de la exposición protagonizadas por Daniel García Andñujar, Isidoro Valcárcel Medina y Paloma de la Cruz José FilemónA partir de aquí, con esta constelación de imágenes y objetos, sucede lo prodigioso: ganar sentido, alcanzar la pertinencia y tejer una trama fuerte y flexible. En una exposición con título de película y alusiones al cine, parte del éxito recae en el montaje de ese variadísimo universo expositivo, aunque no sólo en este particular. La selección de piezas, tanto de los nombres de la propia galería como de las referencias propuestas por estos, es brillante, propiciando lúcidos diálogos a distintos niveles. Desde la primera pieza se desarrolla un sorprendente efecto dominó, encadenándose esas citas, de modo que vamos transitando de artista en artista, de referencia en referencia. Pero ese tránsito no es lineal, sino que resulta expansivo, tentacular: avanza generando numerosas relaciones entre parte de las obras expuestas y los asuntos a los que remiten. En ese discurrir asistimos a una ‘mise en abyme’, pues se van revelando nuevos temas en obras que remitían a otros asuntos.Pareciera que las piezas actúan a modo de palimpsesto, de anotaciones acerca de debates gruesos que van adquiriendo rotundidad, al tiempo que se modulan, según vamos experimentando el conjunto: los dispositivos de exposición y el ‘display’ (el archivo o la peana), la reformulación de la categoría ‘escultura’; el arte como ejercicio catártico y de sanación, como arma crítica y denunciatoria, así como legitimación de la ‘artisticidad’ de lo cotidiano; los procesos de reescritura de la propia Historia del Arte, especialmente en clave feminista; las nociones, siempre en tensión, de cuerpo y tradición; o la dimensión performativa de muchas de las creaciones expuestas, de modo qu e se han venido desarrollando acciones memorables de García Andújar, De la Cruz y Valcárcel Medina.’La noche americana’ Colectiva. Sala Verónicas. Iglesia de Verónicas. Murcia. C/ Verónicas, 4. Comisarios: Nacho Ruiz y Carolina Parra. Hasta el 27 de julio. Cuatro estrellasLo que subyace en esta desbordante exposición, además de esa boda de plata de Ruiz y Parra con el galerismo, son muchas historias de amor: la de ellos con su vocación y profesión, cuajada de infinitos intereses y que les permite comprender y contar el mundo en imágenes. Pero también, las que les unen a sus artistas, tanto como las de estos con sus referentes.
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