Si al teniente coronel Antonio Balas, jefe del Departamento de Delitos Económicos de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, le hubieran dicho hace sólo unas semanas que su nombre iba a ocupar las primeras páginas de los periódicos no lo hubiera creído. Es muy consciente de que sus investigaciones son sensibles -investigó por ejemplo la operación Lezo , en la que se detuvo al expresidente del Partido Popular de la Comunidad de Madrid Ignacio González-, pero siempre ha mantenido en un perfil discreto, muy alejado del foco de la opinión pública. Se trata de un profesional ante todo sólido, que veló sus primeras armas como teniente de Información la Guardia Civil de Intxaurrondo, la punta de lanza de la Benemérita contra el terrorismo de ETA. Continuó, ya como capitán, al frente de la Policía Judicial en Salamanca, desde donde dio el salto, ya como comandante, a la UCO, en concreto a su Departamento de Delincuencia Económica, que ahora dirige.Fraude de hidrocarburosBalas fue el motor de las grandes operaciones contra el fraude de los hidrocarburos, entre ellas, claro, la Drake, de 2019, la de mayor envergadura hecha hasta ahora en España y en la que resultó implicado Alejandro Hamlyn , el empresario reclutado por supuestos fontaneros del PSOE para que les facilite información sobre presuntas corruptelas del teniente coronel, sobre las que no hay el menor indicio.Pero ante todo Balas es un hombre tranquilo, templado, que no se altera por las presiones y que está orgulloso de su equipo. Así lo ha dicho en público en conferencias y así lo demuestra de puertas para adentro, donde siempre defiende a su gente.Los que lo han tenido a sus órdenes tampoco tienen dudas: «Es un profesional extraordinario, templado y que en las investigaciones sabe muy bien qué es lo que hay que buscar, como demostró por ejemplo en el caso de los ERE , que fue muy delicado. No va a trasladar la menor presión a sus subordinados, porque sabe aguantarla y porque esa es una de las responsabilidades que tiene como jefe». Sería bueno que recibiese el respaldo inequívoco de la cúpula del Instituto Armado, pero si no es así tampoco va a cambiar sus pautas de comportamiento. La forma de trabajar de Antonio Balas es la que aprendió desde que llegó en 2010 a la UCO: «Nosotros no hacemos valoraciones gratuitas, sólo las mínimas imprescindibles. Nos limitamos a poner negro sobre blanco los datos y que sean los jueces quienes los valoren después».Por las experiencias que ya ha vivido con sus jefes a lo largo de todo este tiempo sabe muy bien que no puede esperar nada de los políticos, «porque si te equivocas te destruyen; no hay segundas oportunidades ». Por eso sólo confía en el trabajo bien hecho y es extremadamente pulcro en el ejercicio del mando.En las fuentes consultadas llama mucho la atención que se le intente involucrar en casos de corrupción, porque es una persona austera, poco ambiciosa y si no tiene confianza con su interlocutor hasta un punto distante. «Por ahí han pinchado en hueso. Se podrá equivocar, como todos, pero no porque tenga intereses espurios».Quienes le conocen bien sabe que la polémica no va a cambiar nada, a pesar de que sabe que van a por él. Es muy consciente de que es víctima de un « juego de trileros » en el que pocas cosas son lo que parecen.

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