«Ser amable no tiene nada que ver con la debilidad»

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«Ser amable no tiene nada que ver con la debilidad»

Para sobrevivir en un entorno hostil no importa lo inteligente, lo fuerte, lo adinerada o lo bella que sea una persona. La neurociencia ha demostrado que los más capacitados para ello tienen otra cualidad muy distinta a las citadas. Y esa cualidad es «ser genuinamente amable« . Según la RAE, una persona amable es aquella «digna de ser amada». Y en su segunda acepción la define como «afable, complaciente y afectuosa». Sin embargo, lo que propone el profesor e investigador de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Madrid, Jonathan Benito, en su obra ‘El poder de la amabilidad’ (Planeta) va mucho más allá de esta pobre y escueta definición. De hecho, el neurocientífico presenta esta cualidad en su plenitud, como una fórmula enriquecida y una estrategia eficaz y poderosa que permite transformarse en una persona más exitosa, magnética, sana y feliz… Y sin que cueste un euro.Antes de comenzar esta entrevista hice un pequeño ejercicio: pregunté a diez personas qué era para ellos ser amable y salieron respuestas más cercanas al «buenismo» que a otra cosa… ¿Cómo define la neurociencia la amabilidad?Es curioso porque de lo que más se suele querer hablar o lo que más se intenta definir cuando se habla de ser amable es de la felicidad y no tanto de lo que es realmente la amabilidad. Y lo cierto es que desde la neurobiología cuando se cita la amabilidad hablamos de un concepto más amplio que es la prosociabilidad . Eso implica, por un lado, una actitud de amabilidad, de amigabilidad y cordialidad y, por otro, una interacción positiva y colaborativa y altruista con los demás. Si tuviera que hacer una definición muy sencilla sería que ser amable es, básicamente, ser buena gente. No me gustaría, no obstante, que el hecho de ser amable se redujese a cuestiones como ser simpático o sonriente, porque si una persona aparentemente agradable no ayuda a otro que vea en apuros tiene poco de amable. He llegado a escuchar a alguna persona decir que lo que hace alguien amable es mendigar cariño…No, no estoy de acuerdo. Alguien amable es prosocial y buena gente, no está mendigando cariño. En realidad la amabilidad forma parte de lo que llamamos la inteligencia social y las personas amables se caracterizan precisamente por tener una inteligencia social muy madura. Lo que podemos matizar, no obstante, es que quien goza de una buena valoración dentro del grupo, tiene más posibilidades de interactuar de forma positiva con los demás, mostrar su cariño, actuar con respeto hacia los otros y ser asertivo. Lo que sucede con esto es que algunos confunden la amabilidad con debilidad , ingenuidad y sumisión , pero se puede ser amable y poner límites, con firmeza y humanidad . Ser amable no tiene nada que ver con la debilidad. Se trata de mostrarse abiertamente de una forma positiva hacia los demás y esperar que los demás sean también positivos pero teniendo claro que, si no lo son, se usarán las habilidades y los instrumentos necesarios para poner límites a esas personas. ¿Una persona nace amable o se hace amable? ¿Es posible entrenar la amabilidad?Algunas personas son auténticos animales sociales en el mejor sentido de la expresión. Y se les ve en seguida. Quizá te ha pasado. Uno los ve o trata con ellos y en seguida quieres estar a su lado por el buen rollo que inspira, la confianza en sí mismo que derrocha, la manera en la que se comporta y el modo en el que pone los límites. Así que sí, es cierto que algunas personas nacen con esa amabilidad de serie. Pero algo que explico en el libro es que si una persona no tiene ese don de la prosociabilidad sí que es posible entrenar esas habilidades poco a poco. Un buen arranque podría ser comenzar a sonreír más de forma genuina, aprenderse el nombre de la gente y mostrar interés por ellos de forma natural, sujetar la puerta o el ascensor a alguien que va a pasar, ayudar a alguien que va cargado… ¿Y funciona?Pues claro que funciona y se aprende antes de lo que se cree. Cuando uno comienza a tratar a la gente esperando lo mejor de ellos, aunque sea con límites, las interacciones empiezan a ser más positivas y se entrena esa parte de animal prosocial. Y ese tipo de cambios mejoran la vida.Me viene a la mente ese mensaje que se da a veces desde el ámbito de la neurociencia, ¿podemos engañar al cerebro haciéndole creer que somos amables o se puede falsear de alguna manera para conseguir esos beneficios?Tienes que empezar creyéndote de verdad que eres amable. Si consigo con este libro que muchas personas abran la mente para considerar la amabilidad como algo interesante, ya estaremos partiendo de algo bueno. Pero si esa persona, por lo que sea, no cree en la amabilidad pero decide falsearlo intentando, como plantea en su pregunta, engañar al cerebro y haciéndole creer que realmente es amable, en realidad no se pierde nada por intentarlo. ¿Qué se pierde intentando sonreír más, diciendo buenos días y saludando de forma agradable, ayudando a la gente? Pues si no se pierde nada, mejor lo hacemos y a ver qué pasa. Es probable que engañemos al cerebro hasta que comprobemos que las interacciones sean más positivas. Y en ese momento es probable que todo fluya. ¿Y qué pasa cuando uno se encuentra al otro lado a alguien que es horrible, seas lo amable que seas?Bueno, ser amable no implica que te vaya a ir todo bien en la vida y que no te encuentres a gente desagradable y antipática. Puede ser que sonrías, que digas buenos días y que no te contesten. Pero lo que propongo es que si eso sucede, que no nos desanimemos ni entremos en la llamada «indefensión aprendida» que nos lleve a no volver a intentarlo porque de esa manera salimos perdiendo. Habrá gente que te haga daño, eso es inevitable. Pero si cuando uno es amable, le pueden hacer daño, imagina cómo le tratarán cuando sea agresivo o poco agradable. Es probable que le hagan más daño.Todo esto parte, según nos indica en su libro, de nuestra biología. Somos animales sociales…Sí y además la conexión social es el único elemento necesario y suficiente para ser feliz. nuestro cerebro, desde el punto de vista evolutivo, nace y surge en el seno de un grupo social, por lo que para él son vitales esas conexiones sociales. Y aunque es cierto que podemos vivir aislados, la realidad es que el cerebro se siente mucho más cómodo cuando interacciona de forma genuina con otras personas. Y no solo hablo de las relaciones profundas, esas que como media se pueden llegar a tener con tres o cuatro personas, sino que también es importante la red que se tenga. Y esa red puede estar formada por relaciones menos profundas con muchas personas e incluso voy más allá porque también implica hablar con gente desconocida en el autobús, por ejemplo. Esas pequeñas interacciones con desconocidos son positivas para el cerebro. Suele dar mucha pereza hablar con gente que uno no conoce…Sí, a la mayoría de la gente no le apetece tener una interacción con desconocidos y prefiere estar tranquilamente con los auriculares, con el libro o simplemente a su aire. Pero es cierto que cuando se inicia esa interacción que cuesta poco trabajo en realidad, es algo positivo tanto para el que la inicia como para el que la recibe. Y se ha demostrado que aporta una sensación de felicidad que e mantiene en el tiempo. Merece la pena saltar ese pequeño escalón y se anime a interactuar. Sin molestar, claro, sin ser inoportuno o intenso de más contándole la vida a todo el mundo, pero sí que haciendo que se vayan normalizando y probando en esos pequeños espacios de encuentro, en la cola de la frutería, en el médico, esperando a entrar en el cine o en el teatro… Noticias relacionadas estandar Si Emoción no tan destructiva «La envidia no habla de lo que se desea, sino de lo que uno siente que le falta» Raquel Alcolea estandar Si Cómo encontrar la serenidad en el interior y crear un refugio al que siempre se pueda volver Belén ColominaResulta esperanzador pensar que, como defiende en su libro, la amabilidad puede contribuir a mejorar la salud o incluso a alargar la vida…Claro, porque todo va unido, es decir, uno no puede cuidarse en un sentido amplio, nutriéndose bien, haciendo ejercicio y descansando y leugo ser un cardo borriquero. Y además es que la amabilidad no solo es gratis sino que beneficia a todas las partes implicadas en esa interacción. Ser amable es una experiencia positiva, pero también lo es recibir amabilidad.Todo esto tiene sentido, especialmente si se ve desde el ámbito de la fisiología, que es algo que se detalla en el libro. Pongo un ejemplo. Si comenzamos esta entrevista de una forma tensa, ambos nos comportaremos de forma defensiva o incluso agresiva y eso hará que el cuerpo segregue cortisol, que es una sustancia muy conocida que está relacionada con el estrés, pero también fibrinógeno, que es una sustancia menos conocida cuya función es detener las hemorragias y uno no se desangre ante una herida que curiosamente es segregada por el organismo cuando siente que estamos en peligro y que ese peligro puede dar lugar a un daño o a una herida. Pero en realidad esa interacción dañina no está generando heridas físicas, pero sí que hace que esas sustancias provoquen coágulos de sangre, que pueden estar detrás de dolencias graves como un infarto o un ictus. Por tanto, cuando uno es amable tiene más niveles de endorfinas y menos riesgo de enfermedades, no solo cardiovasculares sino de cualquier tipo. Es cierto que puedes vivir más años. ¡Y también puedes ser más feliz!Esa gran meta, la felicidad… Lo cierto es que si uno se pone a recordar momentos felices lo que aparece es la amabilidad en un sentido amplio…Sí y te voy a contar algo. Yo estuve a punto de morirme con el Covid. Realmente estuve muy grave. Y en ese momento lo que recuerdo son cosas pequeñas pero significativas. Y de verdad que en esos momentos reflexivos caes en la cuenta de que a menudo buscamos encontrar la felicidad en el hecho de que nos toque la lotería, consigamos el cuerpo perfecto o encontremos la pareja soñada. Pero no está en esas cosas. Buscamos la felicida den los lugares equivocados porque donde está realmente es en las cosas pequeñas y en los detalles que permiten saborear la vida, como la gratitid, la bondad, la sonrisa genuina… Ser feliz se consigue introduciendo en la vida muchos de esos momentos. Porque algo que decimos a menudo desde el ámbito de la neurociencia es que la felicidad llega, no se persigue. Porque cuanto más la busques o persigas de forma desesperada más rehuirá.En el entorno social pueden surgir desigualdades, dominancias, subordinaciones, jerarquías… ¿Cómo se puede ser amable en un entorno laboral hostil?En un entorno hostil es donde más se puede llegar a meter la pata porque al recibir agresividad resulta tentador responder con agresvidad, de modo que si mis compañeros o mi jefe se comportan de un modo hostil, eso hará que uno se quiera comportar de ese modo. Pero lo que conviene es hacer la prueba de comenzar a ser amable. Yo invito siempre a pensar en la prueba de la ventanilla. Quizá hayas vivido alguna vez esa situación en la que acudes a hacer una gestión a algún sitio y la persona de la ventanilla se comporta de un modo desagradable, como si le debieras dinero. Si en ese momento te comportas de un modo hostil, la interacción será nefasta. Pero si intentas sonreír, de un modo genuino y saludas con educación, ese entorno hostil se transforma, al menos en uno neutro. O incluso amable, pues puedes seguir generando impactos positivos con esa amabilidad. Es cuestión de hacer la prueba. Obviamente podemos encontrarnos con algún caso que, hagas lo que hagas, siempre intente hacer daño. Y en ese caso habrá que usar algo de lo que también hablo en el libro que es la asertividad, esa que ayuda a poner límites y a generar una burbuja de amabilidad. Pero en realidad las reacciones sorprenden. Ahora que menciona la asertividad, lo cierto es que no es algo que se suela relacionar con la amabilidad, pero en su libro le da mucha relevancia a este dúo…Es algo que se debería incluso enseñar en el colegio. Habría que aprender a relacionarse bien con las demás personas, con amabilidad pero también con asertividad. ¿Y por qué ambas deben ir unidas? Porque implica poner límites a los demás respetándose a uno mismo. Uno no puede respetar a los demás si no se respeta a sí mismo. No se trata de ser tajante sino de recorrer de forma sutil el camino equidistante entre ser agresivo y sumiso. Uno puede ser asertivo siendo amable. Y además es algo que funciona muy bien si se sabe graduar y modular en función de las características de la interacción, es decir, con algunas personas tal vez haya que ser algo más firme o subir algo más volumen y otras, tal vez algo más comprensivo. ¿Y hay personas con las que no se puede ser amable?No nos engañemos, sí que existen las personas con las que no resulta posible ser amable. Tengo pocos casos a mi alrededor. Y lo cierto es que cuando uno no puede ser amable porque se da cuenta de que no funciona con esas personas, es una pena. Lo que hay que hacer en esos casos es identificarlos y actuar con asertividad cordial y respetuosa, pero no afectiva. No hay que dejar de ser educado, ni dejar de saludar ni mostrar desprecio. La afectividad implica gastar mucha energía…Si no es correspondida, sí, supone mucho gasto. Pero si es correspondida, no cuesta nada. En la lucha por figurar, por no estar fuera del «grupo social» nos explica que a menudo lo que sucede es que para intentar no descender lo que se procura es ascender, ¿cómo determina eso nuestro comportamiento?Es algo difícil de responder pues el cerebro tiene rutinas atávicas profundas para no ser expulsado del grupo e incluso para intentar ascender. Existe el miedo al rechazo, el miedo a ser juzgado, el miedo a no ser aceptado… Por eso sea tal vez es importante, especialmente en la sociedad que vivimos, intentar calmarnos siendo conscientes de que no existe un grupo como tal del que nos puedan expulsar y que de lo que se trata es de ser uno mismo y calmarse. Eso no significa que no haya que cuidarse o que haya que abandonarse. Uno se tiene que cuidar y arreglar para sí mismo y por su salud pero sin obsesiones por acumular. Algunas personas creen que pueden ser felices acumulando bolsos, relojes o zapatos… Pero como realmente nos acepta el grupo es siendo amables. Y en lugar de objetivos busca experiencias que te hagan feliz sin pensar en que hay que sobresalir o que hay que ser más que el otro. ¿Qué es lo que más nos aleja de la amabilidad?La agresividad y la hipercompetitividad . Nos alejan porque son estrategias que se siguen para sentirse bien dentro del grupo. En el primer caso con la imposición de la fuera, por así decir. Pero no es una estrategia válida porque lo que genera es una coalición colaborativa en contra de quien se intenta imponer. Y la otra estrategia, esa de intentar sobresalir a toda costa, tampoco es efectiva porque hace que los demás se distancien o incluso te lleguen a aislar. La competitividad amable es sana, pero cuando ya se va a los extremos ya no aporta beneficios.Entonces una persona que lo intente hacer todo lo mejor posible, incluso el hecho mismo de ser amable…Se va al extremo y se vuelve insoportable. Y el grupo nos repudia. A veces me refiero a esto haciendo referencia al «síndrome del cuñao». No hay que saber de todo porque eso nos resta credibilidad y se consigue el efecto opuesto a la admiración. Pero mostrarse vulnerable sí que atrae el cariño y la amabilidad…Sí, puedo contar una anécdota de mi trabajo. En un momento de mi carrera como vicerrector de la Universidad Autónoma de Madrid tuve la oportunidad de conocer a un físico con un intelecto sublime, casi de otro planeta. Y lo que sucedió con él es que en mitad de una conversación en grupo una compañera mía mencionó concepto relacionado con el derecho que todos conocíamos y él le dijo que le gustaba esa palabra y que cuál era su significado. Esa vulnerabilidad de un genio como él le dio aún más grandeza.

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