El alzhéimer sacude al fútbol

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El alzhéimer sacude al fútbol

Un despeje de córner, un remate, una pugna con un rival. Un golpe, otro golpe, otro más. Un futbolista, de media y según la posición, puede cabecear la pelota unas diez veces durante un partido; unas 2.000 en su carrera profesional. Estos pequeños impactos, que en el momento significan un gol o apenas una molestia –salvo casos de conmoción severa– pueden acabar por transformar el cerebro y acelerar problemas neurodegenerativos. Una relación que existe desde que el fútbol es fútbol –aunque en menos proporción que otros deportes de impacto como el rugby, la NFL o el boxeo–, pero cada vez más presente en datos, con análisis y estudios, que confirman que los traumatismos craneales reiterados son un factor de riesgo para el deterioro cognitivo.«En los deportes de contacto, la exposición repetida a golpes en la cabeza puede inducir una pérdida neuronal progresiva o la acumulación de depósitos de la proteína alfa-sinucleína. Esto explicaría por qué en el fútbol y otros deportes de contacto los deportistas profesionales pueden llegar a desarrollar distintos tipos de enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer, el párkinson, la ELA y los trastornos de la fase REM, unas décadas después de retirarse», cuenta Alex Iranzo , neurólogo del Hospital Clínic de Barcelona. Kubala, Puskas, Bobby Charlton, Jack Charlton, Nobby Stiles, Duncan Forbes, Billy McNeill, Martin Peters, Jimmy Conway, Stevie Chalmers, John Talbut, Jeff Astle, Ray Wilson, Edgardo ‘Patón’ Bauza, Carlos Bilardo, Miljan Miljanic, Nelson Acosta, Denis Law, Clemente Iriarte, José Luis ‘Tata’ Brown, Gerd Muller, Fidel Uriarte, Txetxu Rojo, Felines, Arsenio Iglesias, Enrique Collar, Cacho Heredia, Miguel Ángel, Óscar Rubén Valdez. Todos desarrollaron algún tipo de demencia. Aunque sin los exámenes pertinentes, es imprudente relacionar de forma directa sus nombres con la causa expuesta por el neurólogo; en los casos que sí lo sea, la explicación más física la ofrece el doctor Jesús Porta , neurólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid: «Entre el cráneo y el cerebro están las meninges y el líquido encefalorraquídeo, que, entre sus funciones, tiene la de amortiguación. En cada golpe, el cerebro se desplaza, y estos movimientos bruscos provocan microlesiones que, a largo plazo, pueden desarrollar problemas de deterioro cognitivo. Es lo que se llama encefalopatía postraumática crónica (ECT)».Noticias relacionadas estandar No A los 74 años Muere José Ángel de la Casa, la voz del fútbol español sin gritos y un gallo inolvidable M. Z. estandar Si Exfutbolista y enfermo de ELA Entrevista a Juan Carlos Unzué José Carlos CarabiasUna patología todavía en desarrollo, aunque desde principios de los 70 investigadores ingleses encontraron datos de la relación. El ‘Sunday Times’ publicó un texto en 1974 en el que se afirmaba: «De los 55 jugadores que según el periódico habían muerto en el fútbol desde 1951, 26 tenían lesiones en la cabeza y ocho fueron atribuidos a cabeceos en las investigaciones forenses». En los últimos años ha crecido el interés y los análisis que subrayan la conexión, sin ser tajante ni exportable a todos los casos, y se cuenta con datos más recientes para estudiar y quizá prevenir las consecuencias del fútbol que viene. En 2019, ‘The New England Journal of Medicine’ publicó un análisis sobre exjugadores escoceses de los años 70 que sentenciaba que hay «un riesgo 3,5 veces mayor de muerte por enfermedad neurodegenerativa entre los futbolistas en comparación con los controles de la población general»; en 2023, la revista ‘The Lancet’ reflejó el ensayo sobre 6.000 futbolistas suecos, y apuntó un 1,5 % de mayor riesgo; con apoyo en esta línea al comprobar que los porteros no tenían tantos marcadores de la enfermedad. Y es la misma conclusión a la que llegó el análisis del doctor Iranzo, publicado en ‘Journal of Neurology’: «Estudiamos pacientes de más de sesenta años con trastornos de conducta del sueño-REM, que sufren pesadillas, patadas, o sueñan que los atacan. Es un marcador de enfermedad neurodegenerativa. Prácticamente todos desarrollaron párkinson y demencia a lo largo de los años. Y un 3 % de esa población habían sido jugadores profesionales». Indagaron un poco más: «En el fútbol, las lesiones de cabeza representan el 15 % (por golpes con el balón o con otro jugador). Los que más sufren: defensas y delanteros, sobre todo en el área; el golpe más peligroso, contra un rival». Estos precedentes –centrados en el fútbol masculino, pero se desarrollan ya en el femenino– confirman la teoría: el golpeo reiterado del balón con la cabeza cambia la estructura del cerebro y puede dañarlo a largo plazo. No obstante, Iranzo subraya y reitera: «No hay que ser alarmistas» . Porque el deporte contribuye a una mejor salud global; porque no es una causa-efecto, sino una consecuencia; porque la gran mayoría de los individuos estudiados no desarrollaron ninguna enfermedad en la jubilación; porque hay otros factores genéticos y ambientales que influyen en el deterioro. «Es un tema que nos preocupa y que atendemos, pero que hay que tratar con delicadeza. He oído a padres decir que no quieren que sus hijos jueguen al fútbol porque acabarán enfermos de alzhéimer. Y no se puede asociar de forma tajante», previene Geni Martínez , director del departamento de salud de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE).Coinciden los expertos médicos y deportivos que la larga lista de jugadores aquejados por algún tipo de deterioro practicaron un fútbol que ya no existe, con balones de cuero que se convertían en piedras en cuanto caían unas gotas. Tampoco se juega ya con esos Mikasa capaces de hacerte saltar un diente si tenías la destreza de elevarlo por encima de la cintura. Además, los futbolistas de ahora están mejor formados físicamente. «No se puede hacer un paralelismo, los materiales de hoy son más ligeros y suaves, y también el campo ha cambiado. Incluso el estilo; en Inglaterra, donde comenzaron los estudios, es mucho más directo que en España, que se basa más en el tiqui-taca –insiste Martínez–. Hay que estar pendiente y mejorar, pero no frivolizar ni alarmar». Hay dos matices, no obstante, para que no deje de estudiarse ni de advertirse a los protagonistas: la velocidad del balón y la reiteración; y ambas variables han aumentado. «El cerebro está flotando entre las meninges y el líquido encefalorraquídeo y con un golpe más rápido puede sufrir hasta tres o cuatro rebotes dentro del cráneo. Si el balón te golpea en la cabeza a mucha velocidad, te tumba», explica Iranzo. Es decir; no es lo mismo un balonazo de los de antes a que llegue la pelota de un Roberto Carlos, un Cristiano o un Valverde.En cuanto al número de golpeos, los datos tampoco engañan. «Estudiamos treinta partidos de los mundiales desde 1974, unos 11.000 minutos, y anotamos las colisiones de cabeza, si era contra el balón, el poste, el suelo u otro jugador, y las sanciones. En los dos primeros torneos hubo 4.478 cabezazos; en los dos segundos, 5.355, debido al estilo más agresivo y competitivo del fútbol actual. Y en cuanto a contusiones: 17 en el 74; 22, en el 90; unos 45 en 2006 y una cincuentena en 2022 –cita Iranzo–. Creemos que seguirá creciendo. No está contemplado todavía lo que pasará en treinta años». Las atenciones médicas ante las contusiones en aquellos mundiales se produjeron solo en los más recientes.Los médicos abogan por la prevención y la información, aunque llega de forma lenta a los vestuarios españoles. «Sinceramente, no lo cuidamos de ninguna forma ni recibimos advertencias…», responde un jugador de Primera división. «No he oído nada. Lo único nuevo es lo del cambio adicional», añade un entrenador de la misma categoría. Tampoco llega a los clubes de la liga femenina. Real Madrid, Levante y Huelva señalan que no les llega ninguna recomendación ni de FIFA ni de UEFA. Soluciones a corto plazoAunque, defiende Martínez, sí se están dando pasos para prevenir y advertir, como en el caso de las contusiones puntuales, como la que obligó a Cech a llevar un casco durante buena parte de su carrera y como la que le provocó a Le Normand una hemorragia cerebral. Ahí sí se está incidiendo desde todos los estamentos. «Las enfermedades neurodegenerativas por repetición están ahí, pero son una posibilidad. Lo que sí es una certeza es el daño producido por lo que se conoce como este síndrome del doble impacto: lo que le puede suceder al cerebro cuando recibe una traumatismo craneocefálico sin haber resuelto la conmoción cerebral. Las consecuencias pueden ser fatales», advierte el doctor Ripoll , jefe de servicio de Ripoll y de Prado Sport Clinic.Reducir el síndrome del doble impacto El cambio adicional de este año ataja desde ya el gran riesgo de sufrir un traumatismo sin haber resuelto una conmoción anterior, que puede tener consecuencias fatalesSe ha actualizado el protocolo, y esta temporada se ha estrenado el cambio adicional que indicaba el citado entrenador por esta causa, que no cuenta en la ventana y ofrece la posibilidad de una sustitución añadida también al conjunto rival. Además, el diagnóstico lo debe hacer un médico, y no el entrenador o el jugador, que siempre querrá seguir jugando, aunque no se acuerde después, como le sucedió a Kramer en el Mundial de 2014. «Los médicos valoran el golpe y evalúan al jugador a través de unas pautas de orientación, porque dentro de las conmociones, hay diferentes síntomas. En función de eso, y apoyando con la experiencia de otros deportes, como rugby y boxeo, hicimos una difusión para concienciar al futbolista», indica Martínez. En febrero Gavi no siguió en el césped tras chocar con Conechny. Un primer paso para evitar los problemas a largo plazo, y que han llevado a países como Inglaterra, Australia y Estados Unidos a tomar medidas más drásticas, como prohibir a los menores de doce años golpear con la cabeza, e incluso llegar a los tribunales. En 2014, un grupo de familias estadounidenses demandó a la FIFA para exigir mejoras en la seguridad en el fútbol infantil. En Inglaterra, un centenar de jugadores aquejados con una enfermedad degenerativa, como Mike Sutton, Ian Alexander y Colin Gibson, también ha interpuesto una demanda a la Asociación del Fútbol (FA) por las lesiones cerebrales sufridas durante su carrera. La Premier League y la PFA, sindicato de futbolistas, crearon en 2024 un fondo de 1,2 millones de euros para ayudar a estos jugadores afectados por algún tipo de deterioro cognitivo. Martínez señala que en España se llegará a este tipo de concienciación. Es lo que ruegan los neurólogos: programas educativos, regulaciones de la normativa, castigos más duros ante choques intencionados y también llevar equipamiento protector, que mitiga aunque no evita totalmente el deterioro ante la reiteración de los golpeos con la cabeza. «No hay que ser alarmistas, pero es una relación que está ahí. Con la cabeza no se juega», sentencia Iranzo.

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