El traje de ‘primera comunión’ de Albares y Juan del Val en Las Ventas

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El traje de ‘primera comunión’ de Albares y Juan del Val en Las Ventas

Lo de Albares con el traje del Cuerpo Diplomático es ahora en mayo un recordatorio de primera comunión. Tiene algo que sonroja, además de su descaro, tan redondo, pelo engominado y esas gafas de Frente Popular que asustan un poco. En otra vida pudo ser secretario del registro mercantil, atracado en un banco, monaguillo en Pontevedra o chivato de holocausto. Quizá fuera pastelero, jugador de Bridge, suplente de concurso literario, jurado de un certamen de urólogos, poeta asonante, de karaoke solitario, vendedor de crecepelos o corista parroquiano. Pero algo tiene este hombre, que dicen que es muy sectario, que levanta simpatías y sonrisas donde pisa (excepto en el Cuerpo Diplomático). En la Villa se pasea por el Palco del Madrí, coge el móvil, escribe a Sánchez: «Moriría por ti»; sonríe, liga, alega, estira, manda, orquesta; este Albares más que un ministro, lo que parece es profeta; un asceta, una orquídea, un esqueje en la maceta, el primero en disparar, si la cosa al fin aprieta, pero no sé lo que tiene, que destila cuando llega, este hombre que gobierna toda España desde fuera. En Madrid todo ha sido Las Ventas. No hay que hacerse líos del resto. Es curioso como ni un solo ministro va a ver los toros. Parece como si el Uno lo hubiese prohibido. Imagino que el de Cultura, Urtasun, el niño bonito de buena familia que se hizo progre por no haber entendido nada, pues no es muy de Las Ventas, pero apuesto a que el pucelano es fan de las corridas. Decía el mejor cronista taurino del momento, ‘Leopolderías’, que la decadencia de España la tenemos en la grada. «Antes iba a los toros Orson Wells y ahora va Juan del Val», añade. Y eso es lo que le pasa a España en general, y a la derecha en particular. Todavía no han entendido que las ideologías se quedan en la puerta de la plaza. Que Morante toree en Madrid no significa nada. Pero poder decir que viste a Morante en Madrid significa todo. Por eso la grada estaba abarrotada de personas que entienden una España que no dejará de existir mientras las personas se gasten la vida de esta manera tan nuestra. Es como el ABC. Aún hay lunáticos que no se han enterado que este periódico ha sobrevivido a dos dictaduras, una guerra civil y una república, y que aquí seguirá dando voz, por mucho que les duela, les moleste, les reviente o envenene a todos los afines de la crispación; ABC es el retrato donde cabe España entera. Entre Las Ventas y el ministro, la ciudad también ha seguido con la manía de mayo de agendar todas las promociones y festejos de un atardecer visto en azoteas. Antes Madrid era de bajos y sótanos. Ahora lo es de áticos y terrazas, que las marcas contratan para que los de ‘la tribu’ abran Instragam. Hablamos hace unas semanas de un miembro destacado de la misma, que, por cierto, comparte feria taurina por ser hijastro del Faraón de Camas. Hoy hablamos de una de ellas, también miembro de ‘la tribu’ que es una Kardashian de casa: un poco guapa, un poco basta, un poco tierna y también algo plasta. Pero tiene un mérito especial porque ha sabido rentabilizar eso de las redes como una columna vertebral de distintos negocios que la convierten en la reina del ‘reel’, profeta de la nonada, una mujer con la capacidad innata de hacer rentable cualquier marca y que tiene un caché que ya solo pueden permitirse los que la asocian en la bobada. Es el éxito en persona y eso es de aplaudir, aunque uno no entienda el por qué de tanta fama. Hay que reconocer que la Pombo es una cosa rara, pero si tanto la siguen es porque algo regala, y qué más da si es o no una ilustrada, si lo que hace lo hace bien, aunque no nos interese nada. ¿Es algo generacional? Sea lo que sea, este gato aplaude a la que domina el panorama de las fotos, de las cosas, de esa espuma que no daña y que llena de compromisos las tardes de nuestra social estafa. Miro impaciente el buzón para recibir la invitación de alguna Primera Comunión atea. Se hacen para que los niños con padres neoateos no tengan remordimientos por haberse hecho ateos. Al salón de banquetes le importa un bledo. E igual aparece la Pombo.

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