Este viernes se cumple exactamente un mes desde la última rueda de prensa que concedió el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez . Y en aquella ocasión, el 29 de abril, lo hizo forzado por unas circunstancias excepcionales a más no poder, como las del gran apagón del día anterior, del que aún se desconoce la causa que lo provocó. Un mes de silencio en el que los casos de corrupción y las distintas revelaciones han cercado aún más a Moncloa y a Ferraz, hasta desbordar al núcleo del poder socialista. Y que está impidiendo al Gobierno marcar agenda , tomar la iniciativa y liderar el debate público. Ayer mismo Sánchez compareció en el salón Barceló del complejo presidencial –el de las grandes ocasiones– tras su cumbre bilateral con el primer ministro de Eslovenia, Robert Golom, con el que exhibió una inmejorable sintonía política y personal un año después de que ambos países realizasen el histórico reconocimiento de Palestina como Estado. Pero ni siquiera ocasión tan propicia permitió a los informadores preguntar al jefe del Ejecutivo, como suele ocurrir cuando hay mandatarios extranjeros de visita.Moncloa evitó así que el líder del PSOE tuviera que pronunciarse sobre los escándalos acumulados , incluido el que agobia especialmente a muchos cuadros del partido: el de la ‘fontanera’ socialista Leire Díez , y su participación en turbias maniobras contra la UCO de la Guardia Civil y su teniente coronel, Antonio Balas, al frente de las investigaciones más delicadas. Fuentes gubernamentales insisten en negar que esas gestiones se hiciesen en nombre del partido y mucho menos del presidente.Noticia Relacionada estandar No Díaz se decide a romper el silencio de Sumar y pide al PSOE «contundencia» con su militante por los audios contra la UCO Patricia Romero La vicepresidenta segunda, que hasta ahora decía no entrar a valorar filtraciones, considera de «máxima gravedad» el ofrecimiento de tratos con la FiscalíaPero la reclusión de Sánchez a la espera de que amaine la tormenta quedó en evidencia. Y es una estrategia que no se oculta en privado. Las portadas y los minutos de radio y televisión seguirán, sobre casos como el del exministro José Luis Ábalos y todas sus derivadas, o las causas contra la mujer del presidente, Begoña Gómez , y su hermano David Sánchez . El procesamiento de éste último, abierto justo ahora hace un mes, detonó la crisis del PSOE extremeño y su flamante aforado, Miguel Ángel Gallardo . Y a pesar de todo, no habrá –al menos de momento– una palabra que llevarse a la boca del presidente. Y con eso la sala de máquinas monclovita estima que se mitigará el clima que vive el presidente. O que al menos no se inflamará más de la cuenta. Todo bajo la premisa de no dar pábulo a lo que consideran una campaña de acoso, la misma que él denunció hace un año en la carta a la ciudadanía en la que amagó con su dimisión. A pesar de los esfuerzos del Gobierno y el PSOE por desvincularse de las últimas noticias sobre Leire Díez, las revelaciones coinciden también con semanas en las que miembros del Ejecutivo han empezado a sembrar dudas sobre la actuación de la UCO. Primero, por la posible filtración de los wasaps entre Sánchez y Ábalos. Y después anticipando una ofensiva contra la Guardia Civil si, como esperan, las indagaciones sobre el secretario de Organización, Santos Cerdán, eran menos grave de lo esperado. «Eso será un punto de inflexión» , ya admitían.Con el verano cada vez más cerca, apenas quedan tres sesiones de control al Gobierno en el Congreso, una cita que tampoco es inexcusable para el presidente. Este miércoles se la saltó para acudir a Bruselas a verse con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Y salvo la rueda de prensa ritual de final de curso, que suele realizarse a finales de julio, y las comparecencias que pueda haber en junio tanto en el último Consejo Europeo antes del verano como en la cumbre de la OTAN en La Haya, no se vislumbran comparecencias públicas del presidente.Presión internaMás allá de la estrategia gubernamental, la acumulación de escándalos está generando angustia y desesperación en las filas socialistas. La sensación es la de que no hay semana tranquila, que cuando una crisis parece superada aparece la siguient e . Y el episodio de Leire Díez ha sido especialmente crítico.Algunos cuadros no entienden la tardanza con la que se tomó la decisión de abrirle expediente a la militante –sin una sola medida cautelar– y lo siguen viendo insuficiente. Hasta 72 horas desde las primeras grabaciones para dar un paso adelante cuando el clamor ya era evidente y se dejó sentir en palabras como las de la propia presidenta del partido, Cristina Narbona , que afirmó sentirse «muy decepcionada» ante la conducta de la dirigente de la federación cántabra. A continuación se abrieron paso los habituales críticos: Emiliano García-Page , presidente de Castilla-La Mancha o Javier Lambán , expresidente de Aragón, quienes ayer mismo elevaron el tono. El primero pidió actuar, incluso con querellas, contra quien pone en entredicho a los números uno y dos del partido, Sánchez y Santos Cerdán, y el segundo habló a las claras de «una zozobra» que según describió «invade a la militancia socialista». Pero Moncloa, dentro de esa estrategia elusiva, evita dar el paso de llevar alguna cuestión a los tribunales, como este mismo año sí se hizo y al más alto nivel, por ejemplo, tras las acusaciones del comisionista Víctor de Aldama. La realidad es que más allá de Page y Lambán en el partido se ha extendido la incomprensión al ver la poca contundencia a la hora de actuar con Leire Díez. La reflexión se repite: si realmente no quieren dar la impresión de protegerla o están convencidos de que el PSOE se debe desvincular de todas las reuniones que mantuvo para desacreditar a la UCO, deben mover ficha. El hecho de que Ferraz–siempre con la autorización de Moncloa– esté actuando así no despeja las principales dudas y genera más angustia interna.Muchas miradas se dirigen a Santos Cerdán porque hace mucho tiempo que Sánchez le entregó todo el poder orgánico, mientras que la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, ejerce como vicesecretaria general a título practicamente testimonial. A lo que también se enfrentan los socialistas es a la presión externa, la de la oposición, con un nuevo anuncio de manifestación en Madrid de Alberto Núñez Feijóo –será el domingo 8 de junio en la Plaza de España con el lema «mafia o democracia»– y Santiago Abascal , por su parte, exigiendo al líder del PP que presente de una vez la moción de censura e improvisando concentraciones a las puertas del Palacio de la Moncloa.En anteriores crisis estos movimientos de la derecha han actuado como pegamento dentro del propio PSOE y los socios. Ahora parece que algo ha cambiado. Las filas socialistas piden actuaciones contundentes y, sobre todo, que el presidente recupere las riendas y dejen de verse obligados a contener la respiración cada mañana, a la espera de ver qué sale o cómo afrontar un nuevo escándalo.

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