A veces Carlos Alcaraz exhibe superioridad por potencia, otras por control y en alguna ocasión, por todo lo que no hace. Como ante Ben Shelton en esta sobremesa parisina con nubes y sol a un tiempo alargado hasta el anochecer. Lo que no hace Alcaraz en los primeros 65 minutos de juego, los que duró el primer set, es desgastarse, ni poner la máquina al cien por cien. Concentró sus esfuerzos en ganar sin alardes ni exceso de energía, el punto justo hasta desinflar al rival, puro espectáculo con esos bíceps y esa fuerza con la que regaló más de un punto para el aplauso. Aunque volvió a sufrir el bajón del ocaso, como ante Damir Dzumhur, a perder el control y a dejarse un set en el camino, que espera que no pese en la recta final del torneo. Solventa Alcaraz un envite peliagudo con la maestría de la experiencia y del conocerse uno mismo, y con el ‘debe’ de entrar en barrena y dejar entrar al rival. Se planta no obstante en cuartos, donde espera Tommy Paul este martes, con margen de mejora.Roland Garros Octavos Carlos Alcaraz 7 6 4 6 Ben Shelton 6 3 6 4Es un sonido hueco, sordo, que asusta. Incluso en tierra, el saque al brazo de Shelton suena como una bomba. Están los 193 centímetros y los músculos hiperdesarrollados para atizar con si nada a 229 kilómetros por hora. En tierra. En comparación, sus derechas parecen ir a cámara lenta, pero solo es la impresión, que también funciona muy bien ese golpe. En comparación, Alcaraz saca lento, a 200 por hora, pero incluso así, es capaz de enchufar ‘aces’. Incluso a 168. Porque hay unos efectos que hacen más daño que la potencia. Está sólido con el servicio, y trata de doblegar la mano del estadounidense. Hay una primera opción en el séptimo juego, pero se defiende bien el de Atlanta. Que incluso protagoniza el momento del juego limpio porque en la ventaja, Alcaraz cree que su saque ha rozado la cinta y el juez indica que no. Shelton invita al español a repetir el punto, pero este lo da por perdido y hay choque de manos. Cordialidad mientras la pelota no está en juego; fuego sin tregua cuando está en movimiento.Está sólido con el servicio, pero hay errores en otras partes del juego, que trata de solucionar con garra y efectos. Shelton, no obstante, se fortalece atrás y con el saque, mano dura para cargar con todo, y a 230 kilómetros por hora, el ‘ace’ que lleva el partido al 6-5 y la presión a la mano de Alcaraz. No tiembla el dos del mundo, a pesar de que no está la ligereza ni la efectividad de otras rondas; pero cambia la dinámica, mete más diabluras (dejadas, voleas, cortados) y presiona al revés del zurdo para intentar minimizar la resistencia rival y los golpes ganadores, que empiezan a ser demasiados para los intereses del español.Sobre todo porque en el ‘tie break’ todo es un lío. Shelton suma varios consecutivos, con un 4-1 peligroso porque parece haber fortalecido también la mentalidad además del brazo. Hay un truco mágico con una dejada que deja en el suelo, literalmente al rival, y con el que reduce la desventaja. Pero hay sufrimiento. Mucho, demasiado. El estadounidense insiste, que tiene una bola de set, y con su servicio, que le pesa demasiado por la responsabilidad. Y tendrá otra, con el resto, que Alcaraz salva después de un intercambio terrorífico con un final impecable en la red. Juega mejor a contracorriente el número 2 del mundo, que sabe que es superior, que está preparado para mucho más, pero todavía está en octavos. No es hasta la segunda opción que se trabaja, esta vez con el saque, cuando impone su voz, su criterio y sus golpes en otro intercambio terrorífico, cuando levanta el puño, y a la grada, para decir quién es el que manda en este duelo generacional. Con 65 minutos de desgaste.Porque hay diferencia todavía entre los dos; aunque compartan años de vida, no lo hacen de tenis, que no solo es golpear la pelota. Más maduro el español, y más centrado después del susto del primer set, aunque sin la fluidez de otras rondas. Y eso pesa en el primer juego del segundo set, doce minutos en la línea del riesgo porque Shelton lo obliga a levantar hasta seis opciones de rotura. Incluso le devuelve el ejemplo de juego limpio porque reconoce al juez que una pelota imposible de llegar en la red pasa al otro lado pero cuando ya ha soltado la raqueta. Hay mucho tenis en Alcaraz, mucha cabeza, pero ante el estadounidense hay más trompicones que comodidad y efectividad. Aun así, todo está en sus manos. Ha medido fuerzas el español y consigue una mejora de las prestaciones mentales, sólidas, defensivas y, sobre todo, de ataque. Alcaraz apura los últimos instantes al trantrán para despertar al personal con el nivel que se verá en la final: dos líneas con la derecha abierta, otra línea con la derecha cruzada y Shelton se rompe. ‘Break’ y fin de la entereza. Ya en manos de Alcaraz porque engatusa del todo al estadounidense con su servicio: bola altita y a las esquinas, y torpedo cuando este intenta subir a la red. Grito y a por el siguiente. No parece inmutarse cuando Shelton le intenta cambiar el paso, permitiéndose ceder su servicio y recuperarlo en el siguiente juego cuando apenas había podido arañar un break en todo el choque. Pero, ya es el ocaso y sucede el bajón. Como ante Dzumhur. Y como ante el bosnio, pierde el control de su situación y permite a Shelton meterse en su cabeza y en el marcador, porque fuerza los errores del español, otra vez con demasiados en la cuenta, y lo lleva a un cuarto set. Demasiadas horas en las piernas y todavía estamos en octavos.Otro bajónA partir de ahí, sí, lección de solidez mental, de aguantar, de salir del bajón como se pueda, del que lo saca también Juan Carlos Ferrero a gritos. Reveses paralelos para impedir que Shelton se reencuentre con sus latigazos y control para llevar el resto del set a su manera. Ahora la derecha dirige con lucidez. Y Shelton acaba por ayudar, desinflado después de tanto esfuerzo que parece inútil en manos de Alcaraz. Ya no salen bien los reveses, de tantos que ha usado, y la derecha no hace tanto daño. Tampoco los saques, que lee con soltura Alcaraz y los ataca en el cuarto juego. El hueco que necesitaba, el impulso que sabía llegaría, que sabía que tenía, la superioridad que quería limitar para no desgastarse excesivamente, pero que no ha tenido más remedio que sacar después de otras tres horas de juego. «Valiente», le gritan desde el banquillo. Lo intenta, aunque cueste ante este Sheldon respondón. Gesto serio en el murciano incluso con ese ‘break’ a favor. Esto está durando demasiado y no tocaba. Hay puños más para autoconvencerse que de alegría. Porque ni siquiera convierte una bola de partido al resto. Pero por fin logra el objetivo, con un esfuerzo extra, otro bajón, una doble falta en el último juego, un lío que desenreda porque es superior. Está en cuartos, sí, y con margen de mejora. Que se prepare Tommy Paul.»Nos respetamos mucho. Y hemos elevado mucho el nivel y hemos podido entretener a la gente esta tarde. Hemos jugado un tenis muy completo, y hemos estado ahí durante todo el partido. Tener a Ben es estupendo para mí y para el tenis. He luchado mucho contra mí mismo en este partido, contra mi mente. He tenido que calmarme, porque me he enfadado. Me hablaba y no con cosas bonitas, pero estoy contento que no me hayan podido ganar. He podido calmarme cuando estaba jugando en mi contra», confesó el murciano tras el partido.

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