Desde que llegó a La 1, Broncano se ha puesto muy serio con dos personas: Pablo Motos y Melody . Al primero le afeó que defendiera una primicia en plena guerra de audiencias (se enfadó porque no se la pudo levantar), y a la segunda la diagnosticó en la distancia, en un monólogo que debió facturar como telepsiquiatra o telepsicólogo: dijo que estaba sana y que no tenía derecho a hablar de salud mental (la cantante canceló su entrevista con ‘La revuelta’ tras el follón de Eurovisión y a él no le sentó bien). Entre un monólogo y otro se resume el viaje de ‘La revuelta’, ahora que ha dejado de competir por el primer puesto de su franja horaria y se ha centrado en el mensaje: ya no importa tanto el éxito o el ritmo como el servicio público, un paraguas que permite llevar al programa a un ingeniero –Jorge Morales de Labra– para defender en plató que a lo mejor el apagón en España no era culpa de nadie, y que había que estar contentos de lo rápido que se había arreglado. Antes de explicarlo, eso sí, se tiró por el tobogán. También señaló que había muchos intereses económicos en juego y que no existen las casualidades en los relatos, una máxima que le viene perfecta a su caso. No será casualidad que su discurso se parezca tanto al que manejan en Moncloa. El día que Broncano se enfrentó a Pablo Motos, le reprochó no responder a sus chistes con chistes: lo dijo fuera de bromas, eso sí. Ahora tenía una oportunidad perfecta de responder a Melody desde el humor, y sin embargo descartó la risa para dictar sentencia, como un emisario del Bien, un papel que adopta cada vez con más desparpajo. «Utilizar la carta de la salud mental como si fuera una carta blanca cuando algo te molesta de lo que ha dicho alguien, o porque te has picado porque estás frustrada porque no has quedado en Eurovisión como tú querías… Utilizar la carta de la salud mental para esto, cuando hay gente que sí tiene problemas de salud mental reales, creo que banaliza los problemas de salud mental de un montón de gente», zanjó. Lo sorprendente fue el tono, la severidad, que también utilizó para afirmar que «la movida de Israel y Palestina» iba más allá de la política. «Condenar lo que está pasando en Palestina es una cuestión no de política sino de humanidad y solidaridad con lo que está pasando allí», insistió, sumando la causa a su lista de causas, que empezó con el problema de la vivienda, así, en abstracto. Todas estas causas tienen en común que las puede defender un ministro en los mismos términos. También un taxista. Lo último que dijo sobre Melody y la polémica sobre el mensaje del apoyo de RTVE a Palestina fue: «Con la cantidad de niños que están muriendo en Palestina cada día, creo que cómo afecte eso, si afectase, a la posición de un candidato o una candidata en Eurovisión es lo de menos. Es totalmente irrelevante». Es un argumento tramposo que se parece sospechosamente al que utilizaron contra él: con la cantidad de problemas que hay en España a qué viene gastarse catorce millones de euros en ‘La revuelta’.El viaje de Broncano ha sido de la gamberrada a la corrección, del nicho al sistema, de la risa sin propósito a la ironía con causa. Hubo un tiempo en que Broncano llevaba a estrellas del porno a su programa. Ahora lleva a Jane Goodall. La gente se ríe menos, pero le aplauden más.

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