La vida ha regalado a España una selección maravillosa, un cúmulo de jugadores reunidos por Luis de la Fuente que levantan al público y lo hacen vibrar. Acaba de terminar el partido de gladiadores entre España y Francia, dos colosos, nueve goles, dos postes, dos penaltis. Agónico 5-4. Una pequeña obra de arte en la noche alemana que depara lo habitual: la selección gana, esta vez a un rival magnífico, y jugará la final de la Liga de Naciones.Hay emoción porque juega España y esto ha dejado de ser un trámite desde que la fantasía de esta generación de jugadores se elevó a la cima en la Eurocopa. Juega España y se disfruta, se anima y se vive cada instante porque el personal tiene la sensación de que puede ser un ciclo único, al mando de Lamine Yamal, con un Mundial a la vuelta la esquina. Pero en Stuttgart no se ha vivido ambiente de Eurocopa, tampoco de torneo grande. Sin tumultos de aficionados por las calles y tranquilidad en el céntrico hotel de la selección. Más público y muchas camisetas rojas al caer la noche, camino del estadio al otro lado del río Neckar. La Liga de Naciones está muy bonita, porque el cartel es grandioso, pero al torneo le faltan años de cocción.La realidad de un fútbol brillante, a golpe de talento, desmiente la aparente frialdad que expresa la alineación de España. Jugadores que decantan partidos, como Oyarzábal, Mikel Merino o Zubimendi, pero que no ingresan en las listas de ventas de camiseta o candidatos a premios en cualquier liga. Ha terminado la primera parte y Oyarzábal ha generado dos situaciones de gol con la lucidez de un crack. Un giro de tobillo delicioso para el gol de Nico y un globo cargado de ingenio para el derechazo en carrera de Mikel Merino.Un 2-0 que reivindica la idea de que España está tocada por la varita de las hadas. La primera parte fue un asedio de Francia como la defensa de ‘El Álamo’, con Unai Simon en modo estelar, parando todo, lo normal y lo extraordinario. El portero del Athletic, otro que nunca está en las nominaciones de premios.Ese es el mérito indiscutible de Luis de la Fuente, convertir en un equipo fluido, vistoso y armónico a jugadores que no suelen ser campeones con sus clubes, como los citados. Francia se ha marchado al descanso haciéndose un millón de preguntas, interrogantes que tienen que ver con qué más necesita hacer para ganar si ha jugado mucho mejor y va perdiendo 2-0.Theo chutó al larguero, y Unai se multiplicó para sacar dos a Mbappé más un contragolpe con aroma de gol del madridista, dos a Dembelé y dos más a Doué, la joya del PSG. Fue angustioso el gobierno de Francia, con sus atletas del centro del campo y sus puñales arriba. Eso y la lógica aplastante de De la Fuente, que amortiguó el dominio dando galones a Pedri en el eje y subiendo a la media punta a Merino, menos dotado para la asociación desde atrás.El partido se vuelve una maravilla porque llega una lluvia de goles, destello que se puede esperar cada vez que juega la selección. España no especula, no protege el resultado, sigue activa, busca más, a los jóvenes prodigiosos que dirigen este equipo les encanta la fiesta. Siempre un paso adelante.Así llegan dos goles más en un visto y no visto. El penalti que fabrica Lamine, imparable una noche más, y que él mismo transforma en una coronación frente a las dos vacas sagradas de Francia, Mbappé y Dembelé. Se vio alterado al madridista, consciente de que ha llegado alguien a discutirle la supremacía mundial. Pedri hizo el cuarto, pura fiesta con Nico.Francia podría haber plegado la bandera, rendirse y asumir que la noche hizo a acabar en un drama nacional. Pero siguió peleando, sus jugadores buscando a un Unai imponente. Mbappé hizo su gol, un penalti que sacó de la nada ante Porro. Y los franceses siguieron en la suya, orgullosos, asustaron a España. Cherki y Kolo Muani llegaron a cuatro goles. Estupendo.
Leave a Reply