Tras remontar el Atlántico desde Santo Domingo (República Dominicana), la Princesa Leonor desembarcó en Nueva York el pasado miércoles, en la que fue su última escala internacional a bordo del buque Juan Sebastián de Elcano de la Armada. Después de asistir junto a una comisión de guardiamarinas al concierto del Teatro Real en el Carnegie Hall y de volver a ser abanderada en la jura de la enseña nacional de civiles a bordo del velero de instrucción, la guardiamarina Borbón Ortiz regresará mañana a Madrid, donde permanecerá una semana para preparar los premios Princesa de Girona. Después embarcará en la fragata Blas de Lezo, donde completará su formación naval. Será «un desembarco temporal», tal y como afirmó el comandante del Elcano Luis Carerras-Presas do Campo tras pisar la ciudad de los rascacielos. El 2 de julio, cuando el velero de instrucción haya cruzado el Atlántico, la Heredera reembarcará en Elcano para estar presente en sus últimas escalas en España, que serán tres: Gijón (2-6 de julio), Ferrol (9-12 de julio) y Marín (13-14 de julio). Hasta entonces, la Princesa Leonor dejará atrás cinco meses de exigente navegación, que se han convertido en la experiencia más emocionante que ha vivido en sus 19 años. A lo largo de 150 días -en los que ha realizado trece escalas en un total de ocho países durante el 97 crucero de instrucción-, la Heredera se ha enfrentado a condiciones de mar y viento muy duras a bordo del Elcano, una embarcación de pequeñas dimensiones donde ha compartido camareta con dos compañeras y un minúsculo baño con las ocho que componen la formación, las únicas mujeres de un total de 76 guardiamarinas. Noticia Relacionada estandar No En la entrañas del Juan Sebastián Elcano: así es el «duro» viaje de la Princesa Leonor por los mares del mundo Israel Viana Hace una década, dos periodistas grabaron por primera vez la vida desde dentro de uno de los buques más emblemáticos de la historia de la navegación, en un documental que se emite este sábado en TelemadridA principios de año, en la celebración de la Pascua Militar, Felipe VI ya avanzó a su hija que iba a vivir una experiencia «que muy seguramente» quedaría entre sus «mejores recuerdos de formación militar», como le ocurrió a él y a su abuelo Juan Carlos I. «La mar es un aprendizaje y desafío permanente, en ocasiones intransigente y crudo, sin margen para excusas. Y el continente americano, sus países, sus costas y sus culturas que empezarás a conocer, con tanta huella española, te enseñará mucho de lo que fuimos, y también somos», dijo Don Felipe a su primogénita, emocionado al ver que la Princesa no solo iba a seguir sus pasos, también iba a vivir una experiencia marinera y humana. Como vaticinó su padre, las vivencias de la guardiamarina Borbón Ortiz a bordo del Elcano han hecho que la mujer que embarcó en el velero el pasado 11 de enero no sea la misma que ahora regresa a España. Valparaíso, Salvador de Bahía y Montevideo 1. Tras once días de navegación para cruzar los canales patagónicos, llegó a Valparaíso (Chile) entre una densa niebla | 2. Después de tres semanas de navegación, la ciudad brasileña de Salvador de Bahía fue la primera escala del Elcano en el continente americano | 3. En Montevideo (Uruguay), la Princesa fue abanderada de la jura de bandera de civiles españoles a bordo Autor: Casa de S. M. El Rey y EFEEn lo profesional, ha ido ganando seguridad al poner en práctica sus conocimientos en Navegación, Astronomía, Meteorología, Operaciones Anfibias, Apoyos y Servicios de Combate o Maniobra, entre otras. Lo mismo ha ocurrido cuando ha tenido que subir al palo más alto del Elcano o ha conocido el descanso después de una dura noche de guardia en cubierta. El crucero de instrucción también le ha aportado intensas vivencias personales que han puesto a prueba su madurez y han fomentado su desarrollo personal, tanto por la estrecha convivencia con otros compañeros guardiamarinas como por el hecho de estar tantos meses lejos de casa. Sara García Cubillana y Lydia Martínez del Pino -alumnas de quinto curso en la Escuela Naval Militar de Marín y que se encuentran embarcadas ahora en la fragata Blas de Lezo- conocen bien cómo se forja la madurez a bordo del Elcano. «Entramos siendo niños y salimos siendo adultos», explica la primera a ABC. Hasta que no embarcaron en el velero no pusieron en práctica todo el conocimiento que habían aprendido: «En Elcano nos vamos formando como mandos porque es cuando empezamos a tratar con la marinería y la tropa. Y no solo salimos con conocimiento técnico, también con unos valores mucho más afianzados». Cuenta que esa responsabilidad, al principio es difícil de gestionar: «Llegamos con mucha inseguridad porque es la primera vez que tenemos ese poder en nuestra mano y somos muy jóvenes y mandamos a gente mucho mayor que nosotros». Conforme va pasando el crucero ganan seguridad y «salimos empoderados».Panamá, El Callao y Cartagena 1. Doña Letizia cruzó el Atlántico para encontrarse con su hija en Ciudad de Panamá (Panamá). Se fundieron en un abrazo tras casi cuatro meses sin verse | 2. Dos militares de la marina de guerra del Perú interpretaron la danza de la marinera a la llegada a El Callao | 3. Atracó en la base naval de Cartagena con una banda que interpretó ‘Colombia, tierra querida’ Autor: EFELydia Martínez del Pino comparte esta misma reflexión y destaca, además, la madurez psicológica que se adquiere a bordo. Es duro afrontar seis meses lejos de casa, todavía más si surge algún contratiempo familiar mientras te encuentras en alta mar. A ello hay que sumar las situaciones a bordo: «Ser capaz de vivir esas nuevas experiencias y tener que gestionarlas te hace crecer como persona y desarrollarte». En los momentos malos «hay que buscar un punto intermedio» para gestionarlos: «Convivir con compañeros te ayuda a pasar esas situaciones difíciles, pero también es complicado porque en algún momento necesitas estar sola. Y eso es difícil porque somos mucha gente en un mismo barco y encontrar esos momentos de intimidad para estar sola es difícil».«Salimos siendo hermanos»La Armada siempre se ha considerado muy familiar precisamente por la experiencia a bordo del Elcano. «Estar ochenta de nosotros metidos en muy pocos metros cuadrados y convivir ahí todos los días, hace que aprendamos a soportarnos los unos a los otros y a convivir las 24 horas de cada uno; eso nos acerca mucho», añade Sara García. Los guardiamarinas crean en el Elcano un vínculo que es muy complicado de entender si no se experimenta. «Salimos de allí siendo prácticamente hermanos», concluyen. A la Princesa, en su crucero de instrucción, le ha ocurrido lo mismo.

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