El 30 de abril de 2023 y en pleno episodio de sequía, ABC publicó un reportaje con dueños de negocios turísticos asediados por la falta de lluvia. Muchos solo veían un horizonte negro para sus trabajos, que giraban todos en torno a los pantanos más cercanos y la dependencia del agua. Dos años después, este periódico ha regresado a los mismos lugares, con idénticos protagonistas, y la realidad ha dado un giro de 180 grados para la gran mayoría. En tiempo de bonanza de precipitaciones también les llega la prosperidad a ellos. Hablamos de dueños de negocios náuticos, chiringuitos, campings rurales, empresas dedicadas a los deportes de aventura y restaurantes ubicados en la ribera de ríos y embalses.Noticia Relacionada reportaje Si Los otros perdedores de la sequía: «Nuestro negocio se cuela por el desagüe» Àlex Gubern En la ribera de ríos y embalses, donde la tierra empieza ya a cuartearse, empresas de aventura, campings, chiringuitos de interior y clubes náuticos temen que la falta de agua espante a los turistas. A ellos también les toca cerrar o reinventarseSegún las últimas cifras computadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que se remontan a antes de la pandemia, en España este ‘turismo de pantano’ movía alrededor de 2.581 millones de euros. En ese mismo año 2020, la Asociación Nacional de Empresas de Turismo Activo (Anetae) informaba de que había unos 51.500 trabajadores empleados en 4.950 negocios, sobre todo pequeñas y medianas empresas. Hoy, muchas de esas pymes han ‘volado’ por el último gran azote de la sequía y los malos datos, pero las que sobrevivieron vieron despegar sus negocios cuando cayeron lluvias abundantes. De acuerdo con los últimos datos de la misma Anetae, en 2023 y tras ese reportaje, pasado ya el tiempo de amargura, había unos 3.500 negocios y se pudieron crear unos 30.000 empleos . Un negocio fructífero ligado directamente a lo que cae del cielo.Hoy por hoy, con los embalses casi quince puntos por encima del llenado habitual por estas fechas, los brotes verdes en esta forma de negocio turístico parecen consolidarse.Reciclarse en CataluñaEl sistema de pantanos de Sau y Susqueda es algo así como el seguro de abastecimiento de la Cataluña más poblada, y el campanario románico de Sant Romà, en el primero de los embalses y en función de si las aguas lo cubren o lo dejan a la vista, el medidor simbólico del estado de las reservas autonómicas. Para Marc Álvarez, al frente de la empresa de ocio y deportes de aventura Aquaterra, que del campanario apenas asome su parte más alta es un seguro de supervivencia, la garantía de «poder volver a funcionar con normalidad».Antes Después En el pantano de Sau, el cuarteado embarcadero de 2023 (izq.) luce ahora abundante (drcha.) inés baucellsHace dos años, en pleno episodio de sequía, reconocía a ABC que llegó a pasarlo muy mal. «Hubo momentos muy difíciles», explica desde el mismo recodo de la carretera que conduce al pantano de Sau, ahora al 64,85% de su capacidad después de haber pasado parte de sus reservas al vecino embalse de Susqueda, que registra unos tranquilizadores 210 hectómetros cúbicos acumulados, el 90,26% de su almacenamiento máximo. En marzo de 2024, las reservas en Sau tocaron fondo con un 1%.«Después de las lluvias de los últimos meses, con casi 30 días seguidos lloviendo, es un alivio. Sí, estoy feliz», apunta entusiasmado quien en las dos últimas décadas –las que lleva al frente del negocio– ha visto de todo: la anterior sequía de 2008, el parón por la pandemia, la nueva fase de escasez… «El 70% de nuestra facturación son actividades de agua», explica Marc, que como otras empresas de la zona tuvo que reorientar su catálogo de actividades para trabajar fuera del pantano: paseos en ‘segway’, tiro con arco, marcha nórdica, senderismo, equilibrios con la ‘slackline’… Con las reservas de vuelta a la normalidad, regresan clásicos como los paseos en kayak, con el atractivo de poder acercarse al campanario de Sau.«Mantenemos las dos vías, actividades en el agua y las otras, que potenciamos cuando fallaron las primeras. Ese es el futuro», apunta Marc, convencido de que con el cambio climático «estos episodios de sequía que hemos pasado serán más recurrentes». «Es el futuro, qué le vamos a hacer», exclama este empresario, que pide a las administraciones que aprovechen esta fase de abundancia de recursos para acometer aquellas obras que garanticen el abastecimiento en el futuro. «Si no, pasará como en 2008», apunta sin demasiadas esperanzas. Las cuencas internas catalanas, las que no dependen de la cuenca hidrográfica del Ebro y que abastecen a la Barcelona metropolitana, están al 81,45%. El episodio de sequía se dio oficialmente por superado el pasado 16 de mayo, cuando todas las unidades de explotación de estas cuencas, a excepción del embalse de Riudecanyes, volvieron al escenario de «normalidad». Álvarez, mientras se prepara para un próximo grupo de excursionistas que ha alquilado sus servicios, echa un vistazo al campanario de Sau, del que apenas asoma la cubierta. Respira tranquilo. A seguir remando. Optimismo en La SerenaSi hace dos años, a estas alturas de la temporada, los pueblos ribereños de La Siberia extremeña se preparaban para otro verano «difícil y largo», ahora no pueden mirar a la temporada con más optimismo. Entonces, el embalse de la Serena, el más grande de toda España, estaba al 17% de su capacidad. Hoy está al 64%. «El agua lo mueve todo. También si hablamos de turismo, ya estamos a tope de caravanas», cuenta Gabri Calderón, un joven que regentó, hasta 2021, un chiringuito en la playa de Los Llanos (Esparragosa de Lares). Sequía y Covid asfixiaron su negocio: «Hasta 2,5 kilómetros llegó a bajar el pantano».Vivían del turismo y de los pescadores, que también huyeron en busca de embarcaderos más accesibles, así que no le quedó otra que reinventarse, en su caso como guía de OtisTea, una empresa que cumple ya diez años ofreciendo rutas interpretativas y safaris fotográficos en la zona. Sin embargo, hoy el agua del embalse de La Serena está a 200 metros de lo que fue su chiringuito, donde dos hermanos acaban de abrir el restaurante Mirador de los Llanos. Antes Después Gabri Calderón tuvo que cerrar un chiringuito en Esparragosa de Lares por la sequía. Abrió en diciembre un restaurante con su hermano rafael sánchez / estRella domeque«Empezamos ahí en diciembre porque somos del pueblo, queríamos apostar por la gastronomía elaborada, montar algo pequeño y tener ya cierto rodaje de cara al verano. Nuestra idea era abrir solo los fines de semana y ahora en verano todo el año», relata Adrián. «Ahora estamos casi en primera línea de playa, pero no pensamos en eso cuando vinimos, simplemente buscábamos un sitio bonito. Otras zonas tienen playas mejores [como Peloche, Los Calicantos o Talarrubias], pero es verdad que la gente cuando vuelve disfruta mucho con las vistas. La hierba está más alta y el paisaje tiene un verde que no tenía desde hace años», señala este joven, que señala que muchos se han animado también a visitarles desde que la comarca fue declarada Reserva de la Biosfera y el Cerro de Masatrigo, Monumento Natural.Además de los veraneantes que en quince días se multiplicarán, reconocen ambos extremeños, con el agua han vuelto la pesca recreativa y los negocios asociados a los deportes acuáticos. No en vano, Extremadura es una comunidad con más de 1.500 km de costa (de agua dulce). Y ahora por fin van a poner exprimirlos.«Desbordados» en la cabecera del TajoLos embalses de Entrepeñas y Buendía, en la cabecera del Tajo, son el salvavidas de los 22 pueblos que integran la Asociación de Municipios Ribereños (once de la provincia de Guadalajara y once de Cuenca). «Si no fuera por la lámina de agua, esto estaría totalmente muerto», decía hace dos primaveras Ricardo Ortega, de la náutica Crisve Turismo, que opera en Sacedón, uno de los más grandes de la zona (1.600 habitantes) y el más cercano a Entrepeñas. Ortega lanzaba a su vez un grito de auxilio ante la pertinaz sequía y reconocía: «La situación empieza a ser muy delicada». Sin embargo, la realidad ahora es «radicalmente opuesta en todos los sentidos; no sólo en el económico, también en el medioambiental. Hay un aluvión de gente en los pantanos. Incluso hay momentos en los que cuesta dar servicio o la respuesta que nos gustaría. Estamos, nunca mejor dicho, desbordados». «Tenemos los embalses como deberían estar; esto debería ser lo normal», añade Francisco Pérez Torrecilla, alcalde de Sacedón.En algunos negocios matizan: «Hacen falta varios años de lluvia para superar la situación de profunda sequía», dicen en Iznájar José Carlos Romero CEO de AlúaLa causa son las lluvias, agua bendita caída del cielo, que los ha llenado. Si la media de almacenamiento en Entrepeñas en la última década es del 40%, ronda el 80, el doble. «No se puede imaginar la de motoristas que vienen. Se ha puesto de moda la carretera que va desde la presa a Alocén, donde se va la vista al paisaje, algo así como el de la Costa Azul francesa», asegura Ortega. Lo corrobora Pérez Torrecilla. «El pueblo tiene una actividad enorme. Las náuticas, los hoteles y los restaurantes están a tope. La vida de Sacedón y de buena parte de la provincia depende de los embalses».Antes Después Ricardo Ortega, dueño de una náutica en Sacedón (Guadalajara), abocado al cierre en 2023 y ahora, «a tope» de clientes y trabajo matías nieto / guillermo navarroLa consecuencia es que en la náutica de Ortega han doblado el personal, pasando a trabajar once personas. Pese a ello, andan «preocupados» por el trasvase Tajo-Segura que no cesa. «Nos hace mucho daño. La cadena trófica se rompe, se desequilibra y en esta época hay que sumar la evaporación. Tenemos una lámina de agua que no se va a resentir, pero sí los accesos a las riberas, que la gente se pueda bañar con una orilla adecuada, que no esté llena de fango. A lo mejor habría que habilitar una zona propia de baño», propone. En este sentido, el edil recuerda que en estos tres meses (abril, mayo y junio) se han trasvasado 180 hectómetros cúbicos al Levante y, habiendo tal nivel de agua, en julio, agosto y septiembre ocurrirá lo mismo.El agua como materia primaHace justo un año, el director deportivo del Real Club Naútico de Madrid, Diego Blatt, auguraba un verano imposible para su negocio y su pasión, las regatas. «Es como si de pronto alguien abriera el tapón del desagüe y tu negocio se fuera por el sumidero», resumía de forma metafórica a ABC. La llamada este año le coge en mitad del pantano de San Juan, navegando: «Será un gran verano, estamos encantados». Blatt explica que hace un mes hubo que descargar agua del aliviadero por prevención, para evitar cualquier tipo de desbordamiento. Hoy el pantano se encuentra al 91,3% de su capacidad, cuando el pasado verano estaba al 69%, diez puntos por debajo de la media de la última década. Blatt respira aliviado al recordar el apuro económico con el que lidiaron en el verano de 2024. «Entiendo que nosotros, al ser empresas recreativas o deportivas, tenemos una imagen ligada al lujo, pero también sufrimos». A lo largo del año, organizan un gran número de regatas que dependen de una materia prima, el agua, que no pueden controlar: «Si el nivel baja, el espejo de agua se achica, aparecen rocas que añaden peligro y, además, la navegación se complica». También en este pantano José Carlos de Santiago regenta Asdon Aventura, una empresa de deportes de riesgo que ofrece actividades como puenting o rafting. Este profesional enfrenta el periodo estival con alegría. Este año, dice, el contexto es perfecto porque hace un tiempo estupendo y, además, tienen agua de sobra . «La temporada se ha adelantado gracias a las buenas temperaturas y de la sequía ya no hay ni rastro». Con matices en IznájarEn Andalucía, la empresa Alúa también se ha visto afectada por la sequía de estos años. Alúa gestiona dos centros de ocio: el primero en Iznájar, en la playa del pantano de la provincia de Córdoba, alrededor del que es el embalse más grande de Andalucía; y un segundo en Benamejí, ubicado junto al río Genil y muy cerca del parque natural de las Sierras Subbéticas. Las lluvias de febrero y marzo, muy abundantes en esta zona, han permitido recuperar parte de los escasos niveles de agua que arrastraba el pantano de Iznájar. Según la última actualización de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CGH), en Iznájar hay 287 hectómetros cúbicos de agua embalsada para una capacidad de 920. Hay que recordar que este embalse también experimenta subidas en sus niveles de agua durante los meses de calor debido al deshielo de Sierra Nevada, cuya reserva de nieve, al derretirse, hace crecer los ríos y arroyos, además de ayudar con las labores de regadío de verano.El pantano de Iznájar, en Córdoba, al 31,3% de su capacidad BEATRIZ MORAJosé Carlos Romero, CEO de Alúa y presidente de la Estación Náutica Lago de Andalucía, asegura que estos meses lluviosos han ayudado a aumentar la demanda de los servicios que ofrecen en sus centros. «Hay bastante interés, más incluso que hace cinco años». Alúa dispone en su oferta de alojamientos, restaurantes, campamentos y cursos de formación, además de actividades como kayak, paddle surf, vela, piragua o rafting. La conciliación entre las distintas actividades que realizan ha mejorado al disponer de una mayor cantidad de agua. Uno de los mayores problemas que tenían hace cinco años era la dificultad para compaginar la vela con el rafting, pues ambas actividades se realizan con cantidades diferentes de agua. Actualmente el rafting se lleva a cabo en los periodos de apertura de la presa que regula el río Genil, cuando se suelta agua a petición de los regantes durante unas siete horas aproximadamente, tiempo suficiente para realizar esta actividad sin que otras se vean comprometidas. Aunque han experimentado mejoras en su negocio, desde Alúa no son tan optimistas. La situación este año no es extraordinaria a pesar de las abundantes lluvias: reflejado en cifras, el embalse de Iznájar comenzó la temporada con una capacidad del 12-13 % y ahora es del 31,3%. Las lluvias de estos meses, por tanto, han permitido que empresas como Alúa salven su temporada. Sin embargo, una década atrás, el embalse llegó a comenzar el verano al 60% de su capacidad y solía terminar la temporada al 30%, cifra a la que está ahora al comienzo. Para Romero, «son necesarios varios años de lluvia para superar y remontar la profunda sequía de todo este tiempo».

Leave a Reply