Un Alcaraz-Sinner de fuegos artificiales que no se perdió ni Nadal

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Un Alcaraz-Sinner de fuegos artificiales que no se perdió ni Nadal

Dan las tres de la tarde y París se entrega a la final masculina. Hay pequeña fiesta de inauguración para este partido, y se entra de lleno en acción, que la gente pedía este duelo desde hace semanas. Es el nuevo clásico del tenis entre, además, el número 1 y el número 2. Qué más se puede pedir.Pero los 15.000 espectadores que llenaron la Philippe Chatrier aún no sabían que estaban a punto de contemplar uno de los partidos que marcarán este torneo, que se inició con un momento histórico con la despedida de Rafael Nadal y esa placa que quedará para siempre, y que culmina con cinco horas y media de puro espectáculo por todas sus vertientes: tenis, tensión, errores, intensidad, disciplina, fuerza, coraje, tenacidad, rebeldía, ganadores, dejadas, saques directos, ‘breaks’, ‘tie breaks’, ‘super tie break’, tres bolas de partido, un Sinner brillante por momentos y un Alcaraz descomunal que se ha pasado el juego de Roland Garros y deja una gesta que se escapa de los adjetivos.Como una película, todo empieza suave, de siesta en la sobremesa, que hay mucha tensión en ambos tenistas y se nota, que esto es una final. Se van soltando poco a poco, y los aplausos tímidos van cogiendo calor conforme el sol va marchitándose. Las calles del recinto se van despoblando, e incluso la tienda empieza a perder clientes porque hay que buscar rápido una tele en algún estand o un sitio frente a la pantalla gigante. Hay mucho que ver.Noticias relacionadas estandar Si Roland Garros De París a París, un Alcaraz de la emoción a la razón Laura Marta estandar No Rafa Nadal se rinde a Carlos Alcaraz tras su épica remontada: «¡Qué final de Ronald Garros tan increíble!» Sergi FontSe cumplen dos horas de partido y las quinielas favorecen a Sinner, que tiene dos sets en el bolsillo y no parece este Alcaraz el de las palomitas. Pero se cumplen tres horas y la balanza se inclina al otro lado. Se equilibra en una cosa, en que nadie quiere perderse ni un punto y se empieza a preguntar el personal si están contemplando el mejor partido de la historia. Es mucho decir, aunque tiene mil ingredientes para defender el argumento. Pero ahí están los duelos de John McEnroe y Bjorn Borg, o la final de Wimbledon de 2008 entre Roger Federer y Rafael Nadal. Lo que sí es indiscutible, es que París celebra la final más larga en su pista. Que cuando Alcaraz se lanza al suelo se apaga el reloj con cinco horas y 29 minutos que quedan muy lejos de las cuatro horas y 42 minutos de aquel duelo entre Mats Wilander y Guillermo Vilas de 1982. Y no se queda muy lejos de esas cinco horas y 52 minutos que batallaron Rafa Nadal y Noval Djokovic en la final de Australia 2012. La hazaña que protagonizan Alcaraz y Sinner se queda entre los mejores partidos del siglo, de la historia, de este nuevo clásico, sin duda, aunque por lo que han demostrado, a lo mejor es el peor de los partidos que llegarán.Y que nadie se perdió, ni Dustin Hoffman, ni Andre Agassi, que entregó el trofeo, ni tampoco Rafael Nadal, que respondió de inmediato al tremendo esfuerzo del murciano en el partido.«¡Qué final de Roland Garros tan increíble! ¡Enhorabuena, Carlos Alcaraz! Y felicidades a Jannik Sinner por esta gran batalla».

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