De cañas con Morante tras la locura de la puerta grande: «Ojalá me quede mucho, pero no lo puedo asegurar»

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De cañas con Morante tras la locura de la puerta grande: «Ojalá me quede mucho, pero no lo puedo asegurar»

Día I después de Morante. Madrid le debía a Morante una puerta grande y Morante tenía «la espinita» de salir por la calle de Alcalá. No podía ser que un torero único no tuviera su salida a hombros en Las Ventas. El 8 de junio, domingo ya histórico , eso cambió. Una masa de gente -con cientos de jóvenes-, como pocas veces se ha visto, saltó al ruedo para sacar al genio en volandas. Pero no hasta la furgoneta: el objetivo era el hotel Wellington. «Me ha dicho mi madre que la Virgen del Rocío iba más recta que yo», dice el maestro entre risas al recordarlo.«Unos tiran de un lado, otros de otro… Pero es una alegría estar ahí», explica Morante con su gran sueño ya cumplido. No le importa que el traje quedase desgajado: «Eso es lo de menos. Lo bonito fue lo que ahí viví, con tanta gente y tantos jóvenes ». José Antonio también recordaba con una sonrisa su salida al balcón para bendecir a sus fieles. «Fue impresionante», nos dice Pedro Jorge Marques, apoderado e íntimo amigo del matador. «Los aficionados pedían en la puerta del hotel que saliera una y otra vez al balcón, y eso en una ciudad tan grande y cosmopolita como Madrid nos sorprendió mucho, era un sueño». Morante agradecía el cariño de todas las personas que se acercaron hasta su habitación 218 para darle la enhorabuena. Por allí pasó la infanta Elena, a quien José Antonio brindó el primer toro: «Señora, va por usted y por España». Y de nuevo echaba la vista atrás a la tarde del domingo: «Fue emocionante, porque nada más terminar el paseíllo me hicieron saludar, y había que estar bien sí o sí». Y vaya si lo estuvo. «El público supo entender las dos faenas con una pasión y un cariño especiales». Celebró esa noche el triunfo con los amigos más íntimos en el restaurante Panthera. Alguno hasta se tomó una copita de más, pero la ocasión lo merecía.Noticia Relacionada SAN ISIDRO estandar Si Corrida de la Prensa: después de Morante… nadie Rosario Pérez Una obra de arte que bien valía la Puerta Grande se ‘arruina’ por el descabello y un presidente nefasto niega la orejaMorante salió este lunes del hotel sobre la una del mediodía, con un traje lila y su torería innata. Ahí le esperaban algunos aficionados. Un chaval venía de Logroño sólo para hacerse una foto con él. Atendió a todos los que se acercaban al ídolo. Sabe que la tauromaquia, que se encuentra en un gran momento, en gran parte es gracias a él, y que hace a la gente muy feliz: «Eso me responsabiliza, pero también me ayuda a seguir». Después siguió ruta con el apoderado hasta La Lupita. Ahí tuvimos el privilegio de sentarnos con el maestro a tomar unas cañas. El cigarrero tenía el sueño de salir por la puerta grande, pero una vez conseguido, ¿queda Morante para rato? «No lo sé… Vengo sufriendo mucho con las cosas de mi cabeza. Ojalá me quede mucho, pero no lo puedo asegurar». El maestro lo dice serio, pero Pedro Jorge interrumpe: «Queda Morante para mucho rato. Todavía tiene mucho que decir. Ayer mismo mandó hacer una montera nueva». La que estrenó el domingo, azul en homenaje a Paquiro, irá a un museo, junto con el traje. Tal vez al de Las Ventas. Sobre los problemas que arrastra José Antonio, su mentor es muy optimista: «Está bastante mejor. Estas enfermedades tienen sus altibajos, pero, dentro de lo que cabe, ha llegado a un equilibrio bastante bueno». Y la prueba está ahí: «Ha vuelto a sonreír, y disfrutar de la vida y su profesión».Se habla de toreros históricos. «Qué grande debió ser José (Joselito el Gallo)…», susurra el cigarrero, que también habla de Pepín Martín Vázquez o Curro Romero. Sin olvidar a Antoñete, al que Morante -que iba muy chenelista vestido con su traje lila- va a organizar un festival en octubre para erigirle un monumento, aunque está algo preocupado por el cartel: «Quiero algo diferente. Que sean toreros importantes -que lleven tiempo sin torear-, y que la gente quiera ver». Salen en la conversación los nombres de Curro Vázquez -«estaba siempre con Chenel», explica Morante-, Joselito, El Juli o César Rincón, ahijado predilecto del maestro madrileño.Pero ninguno de ellos termina de verlo claro, «o han dicho ya que no», comenta tras dar un trago a una caña sobre la barra del Lupita. Otro nombre se menciona: Uceda Leal, torero más madrileño que el chotis. «Con él sí contamos», dice el de La Puebla como primicia. «Si no conseguimos otros, los demás ya serán toreros jóvenes…», pero primeros espadas como Roca Rey, que también sale mencionado su nombre (aunque sin confirmar). Así que el festejo será importante sin lugar a dudas.El apoderado no para de recibir llamadas. De amigos y de empresas. «Tengo ganas de romper todos los contratos y empezar de cero», dice bromeando, porque habría que renegociar el caché tras esta apoteosis. A veces le pasaba el teléfono a Morante. «Salgo hoy sin el móvil y con el reloj atrasado». Como los toreros antiguos, maestro. Tras unos nachos, frutos secos, gominolas y unas rondas de cañas, continúa por el barrio de Salamanca para comprar «algunas camisas y zapatos», y buscar pilas para el reloj. Ese es el plan del maestro en su día de descanso por la capital, hasta que salga su tren desde Atocha a las ocho de la tarde. Todos los que pasan por su lado se detienen a felicitarlo -«gracias, es usted el más grande», le dice un aficionado-, demostrando que la tauromaquia está más viva que nunca y que los toreros son los últimos héroes de este siglo. «Si es una persona muy normal», dice el apoderado. Y es verdad que el maestro trata con total naturalidad a quienes le piden una foto o le felicitan. Pero después sale al ruedo… y parece irreal. De otro mundo.Emocionado estaba tras el triunfo Juan Carlos, su primo y mozo de espadas, que lleva acompañando al de La Puebla desde que eran niños. Se fundieron en la plaza en un sentido abrazo lleno de lágrimas, al igual que lloraba el hijo del maestro, joven futbolista del Betis, que intentó sacar a su padre a hombros, pero con tanta gente sólo pudo ir al lado. «Gracias por cumplir otro de mis sueños. Papá, te quiero», escribió en Instagram la nueva promesa bética. Felices estaban también los miembros de la cuadrilla. «Yo llevo muchos años en esto y nunca había vivido nada similar. Esto no se puede describir. Estamos todos locos de contentos», nos comentaba el banderillero Curro Javier. Tremendamente feliz se encontraba Juan Pedro Domecq, el que ofreció la materia prima: «Son tardes que marcan una ganadería que lleva muchos años trabajando para que sus toros den la oportunidad de crear obras de arte, y ayer se hicieron dos obras por un genio único, irrepetible, histórico y en estado de gracia».En la memoria de Morante siempre permanecerá esta comunión con Madrid. Tampoco lo olvidarán todos aquellos que lo auparon en volandas en una locura de puerta grande. «Había cuatro caballos escoltando», recuerda Miguel, joven aficionado que sí pudo sacar a hombros a José Antonio. «Fue un poco caos, había hasta gente pasando por encima de otras personas, zapatos perdidos por Alcalá… Pero fue un momento que a todos los que estuvimos no se nos va a olvidar nunca». «Era de otra época», recuerda Alfonso. «Se vivió con mucha pasión, y era como nos contaban que eran las puertas grandes antiguamente, de personas que se lanzaban a venerar al ídolo».El ‘twittendido’ también se inundó por mensajes en los que se daban gracias a Dios por vivir la misma época que Morante. Mientras, por las céntricas calles madrileñas aún resuena el eco de la anochecida de un inolvidable 8-J: ¡José-Antonio-Morante-de-la-Puebla!

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