Cruzó la red y allí dejó su huella, al lado de la de Rafael Nadal , en esa placa inmortal que se ha hecho punto de veneración en este Roland Garros. Allí inmortalizó Carlos Alcaraz sus pies con la leyenda del balear. «Tener un poco de Rafa en la Philippe Chatrier mientras juego es una inspiración», concedía. Instantánea para su álbum personal y para su propia historia en esta tierra batida. Cuatro días después, firmaba en esa tierra, protagonista de tantas proezas, una gesta para su propia colección: levantar dos sets a cero y un 3-5 y 0-40 en 5 horas y 29 minutos. Alcaraz, príncipe heredero.Hubo una vez un chaval que con 12 años participó en un torneo de promesas y bajo la Torre Eiffel disfrutó de los partidos de los mayores sentado en el césped con su entrenador, Carlos Santos. Ese Carlitos, en aquella época era así, soñaba con esta pista que hoy ha convertido en su patio de recreo. Que ha conquistado en apenas tres temporadas de un salto de calidad y madurez que solo comparten los elegidos. Noticias relacionadas estandar Si Estrategia, valentía, aprendizaje: las claves del triunfo de Alcaraz en París Laura Marta estandar No Juan Carlos Ferrero: «Con Alcaraz, todo es posible» Laura MartaYa en aquella pista 7 del club de Murcia, se intuía el virtuosismo de Alcaraz. Un chaval diferente, divertido, con una mano lista y llena de cabriolas, que necesitaba hacer más trucos que ejercer la fuerza porque de físico andaba muy justo. Sigue aquí ese mago de la raqueta, pero ha multiplicado sus recursos y ha consolidado tanto el físico como la cabeza. Hay más juego de alturas, que le salvan de alguna defensa complicada; hay un mejor saque, que mueve a los rivales; hay más efectos, que los vuelve locos; hay unas dejadas que cierra más con la mano al terminar, que acaba por humillarlos. Son herramientas que funcionan muy bien en pista rápida, que dice que es su favorita, pero que lo hacen mejor en esta endiablada superficie que se mueve como quiere, siempre viva al son del viento, de las pisadas anteriores, de las escobas, de la acumulación en un lado, de la sequedad en el otro. Cientos de combinaciones que se alinean para impulsar a Alcaraz como el líder destacado del hoy. De veinte títulos en su palmarés, once son teñidos de rojo. Más que Thiem (10), más que Zverev (9), Berrettini (6), Tsitsipas (5), Rune (3), muchos más que Sinner (1), Musetti (1). A uno de Casper Ruud (12), pero de mucha menor entidad; a diez de Djokovic (21). Con 22 años. Todo llegará.Por triunfos, ya se codea con los mejores en esta superficie volátil. Que lleva 103 por 19 derrotas, una efectividad del 84 %, que, hoy por hoy, claro, lo deja tercero por detrás de Bjorn Borg (86,1 %, 285-46) y Rafael Nadal (90,5 %, 484-51). Y eso que no ha podido completar ninguna de las últimas tres temporadas de tierra. Porque en 2022, donde ya apuntaba, se resbaló en la primera ronda de Montecarlo, pero encadenó los títulos de Barcelona y Madrid, aunque se saltó Roma por un problema en el pie. En 2023, problemas en la mano y en la espalda lo dejaron sin viajar al torneo monegasco, y aunque triunfó de nuevo en los dos torneos de España, en Roma cayó en segunda ronda. En 2024, lesión en el antebrazo y los fantasmas no lo soltaron en toda la primavera: sin Montecarlo, sin Barcelona, con unos cuartos en Madrid y sin Roma, antes de brillar en París, eso sí.Para este 2025, el paso definitivo para reivindicar su lugar en la tierra. No había pasado de primera ronda en Montecarlo, y venía de un bajón anímico por perder en el estreno en Miami, pero se llevó su primer Masters 1.000 del Principado. Finalista en Barcelona, tuvo que saltarse Madrid, pero triunfó también en Roma por primera vez. Y en París, la mayor gesta de su vida con esta final ante Sinner levantando un mundo en su contra. 23 partidos y solo una derrota.Para lograrlo, cualidades innatas y trabajadas que se asocian con su versatilidad. Se adapta a la primera a cualquier superficie y es la tierra la que más permite florecer sus malabares. Con esa derecha que ejecuta tan adelante, logra un efecto liftado que hace diabluras en la pelota una vez bota en la arena, cogiendo altura tras el bote. El giro de muñeca le permite cambiar la dirección para poder desplazar al rival con solo un pequeño movimiento final. Para los momentos defensivos, ha recuperado las bolas altas y largas, que le permiten recuperar terreno y aire, mientras echa al oponente por detrás de la línea de fondo. Ha perfeccionado en el revés, para conseguir también un efecto más liftado y un bote más alto y más rápido desde esa posición. Además, uno de los mejores restadores tiene un saque difícil de leer. Un tenista cada vez más total, más sólido, más convencido. Cree en él y hace al mundo creer. Que era un 3-5 y 0-40, ante Sinner, en una final de Grand Slam. Pero era Roland Garros y esta Philippe Chatrier. «No he mirado la placa, pero he pensado en ella y en Rafa. Nos brindó grandes remontadas y ese espíritu de garra es lo que hemos tenido que sacar». Alcaraz hereda la tierra.

Leave a Reply