Había sido una despedida por todo lo alto: un torbellino de elogios, un homenaje pocas veces visto en el Despacho Oval. Elon Musk se marchaba con una llave dorada de la Casa Blanca en las manos, un símbolo reservado a dignatarios de primer nivel. Pero ahora se sabe que todo fue puro teatro. Musk y Donald Trump apenas se dirigían la palabra. Lo que ocurrió inmediatamente después no solo selló la ruptura, sino que desató uno de los choques más explosivos del panorama político en la historia de la presidencia americana.Tras el espectáculo ante las cámaras , la solemne despedida de Musk el 30 de mayo derivó en una humillación de este en una sala adjunta al Despacho Oval. Allí, ante su equipo más cercano, Trump sacó un legajo: unos folios sobre las donaciones que Jared Isaacman , recomendado por Musk para dirigir la NASA, había hecho hasta 2024 a políticos demócratas. El dossier lo había elaborado Sergio Gor, uno de los asesores más cercanos a Trump, y crítico de Musk, al que consideraba un advenedizo.El presidente comenzó a leer en voz alta, ante todo el equipo: miles de dólares donados a los senadores demócratas Mark Warner, Bob Casey, Mark Kelly, John Tester, y Chuck Schummer; 100.000 para la bancada demócrata en el Senado, y un total de más de 250.000 dólares donados a demócratas en general. A republicanos, apenas 8.000 dólares. Estaba claro que el elegido por Musk para dirigir la NASA, la gran agencia espacial, era un demócrata que había donado fondos a ese partido hasta las elecciones de 2024, las del regreso de Trump.Un candidato idóneoSegún fuentes conocedoras de ese encuentro que hablaron con los medios este lunes, Musk respondió que a pesar de ello, Isaacman era un candidato idóneo para dirigir la agencia espacial. Isaacman es un empresario, piloto y astronauta estadounidense . Fundó Shift4 Payments, una exitosa empresa de procesamiento de pagos, siendo aún un adolescente. Se hizo ampliamente conocido en 2021 por comandar la primera misión espacial civil a bordo de una cápsula de SpaceX, mostrando un respetado liderazgo en el ámbito aeroespacial y tecnológico. Es multimillonario, con una amplia experiencia en el sector privado y en la aviación, lo que lo posiciona como un candidato técnicamente calificado para liderar la NASA, según Musk.Sin embargo, ya con las tensiones entre Musk y miembros del equipo de Trump patentes, informaciones alarmantes sobre él comenzaron a aparecer en medios. Por ejemplo, en mayo Reuters publico que entre 2008 y 2010, Isaacman se enfrentó a acusaciones legales por emitir cheques sin fondos a casinos, acumulando deudas por más de dos millones en demandas civiles en New Jersey, Nevada y Connecticut, incluyendo con el casino Trump Taj Mahal. Fue arrestado en 2010 en la frontera con Canadá por una orden de arresto por fraude en Nevada, aunque fue liberado al día siguiente y los cargos fueron finalmente desestimados. Él atribuyó estos incidentes a «inmadurez» en sus años jóvenes y asegura haber resuelto todos los casos legalmente, con pagos extrajudiciales. Sin embargo, su historial financiero ha sido fuertemente cuestionado en el Senado, incluso por senadores demócratas, generando dudas sobre su idoneidad ética para encabezar una agencia pública como la NASA.De todos modos, a pesar de esos problemas, Isaacman contaba con el apoyo de los senadores republicanos para ser confirmado en el cargo esta misma semana. Finalmente Trump retiró su candidatura sin demasiadas contemplaciones, un día después de aquella humillación de Musk en la Casa Blanca. El presidente dijo, sin más, que «tras una revisión exhaustiva de asociaciones previas, retiro oficialmente la nominación de Jared Isaacman para dirigir la NASA». «Pronto anunciaré un nuevo candidato que esté alineado con la misión y que ponga a Estados Unidos en primer lugar en el espacio», añadió.Todo esto dejaba en el aire la modernización de la agencia espacial, los ambiciosos planes del presidente de volver a enviar seres humanos a la Luna y enviarlos después a Marte, algo que viene prometiendo desde su primer mandato.Contra la ley de presupuestosMusk empezó a mostrar signos claros de fastidio. Arremetió contra la ley de presupuestos que Trump impulsa en el Capitolio, una iniciativa que, según la Oficina de Presupuestos del Congreso, aumentaría el déficit en 2.4 billones de dólares en la próxima década, a pesar de los recortes en programas sociales. En contraste, el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental creado por el propio Musk apenas logró recortar 150.000 millones, muy por debajo de los tres billones que él mismo se había fijado como meta.El 3 de junio, en su red social X, ante sus 220 millones de seguidores, Musk calificó la ley de «abominación asquerosa». Era un golpe demoledor para la ley, que ahora depende del Senado. El millonario, hombre más rico del mundo, hizo después una clara advertencia: Trump será presidente unos años más, pero él planea seguir financiando campañas políticas décadas, y quien apoye esa ley de presupuestos tan costosa estará en su punto de mira.Musk nunca llegó a ser alguien especialmente querido en el Ala Oeste de la Casa Blanca. Su histrionismo exagerado era demasiado incluso para un equipo que no es precisamente dado a la mesura. Sus recriminaciones a los secretarios del gabinete por no recortar suficiente provocaron tensiones para muchos innecesarias. Llegó a enzarzarse a gritos con Marco Rubio, secretario de Estado, y Scott Bessent, del Tesoro. Cayó Musk, finalmente, víctima también de fuego amigo. El diario ‘The New York Times’ publicó una explosiva nota sobre su drogodependencia, con detalles sobre los neceseres con los que viajaba que eran un verdadero alijo de ketamina y anfetamina. Esos detalles sólo podían venir de alguien dentro de la campaña. La confirmación la dio el propio Trump cuando respondió, aunque fuera muy comedidamente, tras los duros ataques de Musk el jueves. Dijo el presidente que tal vez su «errática conducta» fuera efecto de su drogodependencia, y le recomendaba que buscara ayuda. Fuera de la Casa Blanca, eso sí.
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