La agresión al arma blanca se ha convertido en una «moda» trágica en Francia. El asesinato, la mañana del martes, de una vigilante en el instituto de Nogent (Haute Marne, en el noreste), ha iluminado un proceso nacional inquietante.Melanie (31 años), madre de un niño de cuatro años, en pareja de hecho muy apreciada por sus vecinos, trabajaba ayudando a la policía a controlar las mochilas de los estudiantes en un instituto, desde que el Ministerio de Educación denunció, hace meses, el incremento del uso de armas blancas en las escuelas e institutos de toda la nación.A primera hora de la mañana, cuando debían comenzar las clases , un adolescente de 15 años, sin antecedentes, asestó varias puñaladas a Melanie que murió caída por el suelo, ensangrentada. El agresor fue detenido con rapidez. El resto de los alumnos fueron internados temporalmente. Un juez inició la instrucción de un asesinato voluntario consumado por un menor. Y Emmanuel Macron, presidente de la República, lanzó la alarma nacional, con esta declaración: «Mientras velaba por nuestros hijos en Nogent, una asistente educativa ha perdido la vida, víctima de una ola de violencia sin sentido».El caso de Melanie ha tomado una cierta dimensión nacional, dramática, por varias razones. Ella trabajaba controlando mochilas, para evitar la introducción de navajas y cuchillos en el instituto. Se trataba de una madre joven con graves problemas de salud. Tuvo que abandonar su profesión de peluquera, víctima de una enfermedad que le impedía estar de pie mucho tiempo. En su pueblo solo encontró trabajo ayudando a la policía a registrar mochilas…El primer grito de alarma ante la nueva «moda» lo lanzaron los sindicatos de policías a finales del año pasado. Durante el 2024, en Francia (68 millones de habitantes) se contabilizaron unas 10.000 agresiones al arma blanca: poco menos de 30 agresiones criminales al arma blanca, por día.130 ataques en 2024Solo en París, sin contar la «banlieue», los suburbios, donde el problema quizá sea mucho más grave, el año pasado se produjeron 130 ataques ensangrentados con cuchillos y navajas en centros escolares, 74 en institutos, 38 en escuelas de enseñanza media, 18 en escuelas de enseñanza primaria.El ministerio de Educación transmitió al ministerio del Interior varios informes detallados, pidiendo «socorro». En vano.El pasado mes de abril, otro crimen escolar, con arma blanca suscitó una inquieta reacción gubernamental. Un adolescente de quince años mató a su compañera e hirió a varios conocidos. Bruno Retailleau, ministro del Interior, declaró entonces: «Estamos convirtiéndonos en una sociedad asalvajada. Es urgente reconstruir la autoridad, desde el principio, en la familia, la escuela la sociedad».Semanas más tarde, ante el asesinato de Melanie, el mismo Retailleau, el nuevo líder del conservadurismo tradicional francés, insistió: «El proceso se agrava. No tiene solución puramente policial. El nuevo salvajismo necesita una respuesta global, que comienza en el seno de la familia. Por nuestra parte, las fuerzas del orden incrementarán su presión y vigilancia ante la agravación de la tragedia quesos concierne a todos».

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