Muere José Enrique Serrano a los 75 años, el hombre de todos los líderes del PSOE

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Muere José Enrique Serrano a los 75 años, el hombre de todos los líderes del PSOE

José Enrique Serrano , nacido en Madrid en 1949, estuvo siempre en las zonas de sombra de la política, pero brilló con luz propia en el PSOE durante varias décadas. De Felipe González a Pedro Sánchez, trabajó directamente con todos los líderes del partido en democracia y fue jefe de Gabinete en Moncloa con dos presidentes del Gobierno distintos, un hito no igualado hasta ahora. Este martes, ha fallecido a los 75 años .En 1996 negoció con Carlos Aragonés, el único jefe de Gabinete que tuvo José María Aznar, el traspaso de poderes tras el último gobierno de González, y ocho años después ambos protagonizaron idéntica escena, aunque con los papeles cambiados. Aragonés le cedió el testigo y Serrano volvió al mismo cargo, pero con otro jefe, José Luis Rodríguez Zapatero . Permanecería durante los siete años que duró esa Presidencia, antes de entregar el testigo por última vez en 2012, en este caso a Jorge Moragas, el primer jefe de Gabinete con Mariano Rajoy. Con Aragonés y Moragas trabó una importante amistad, pero no fue algo excepcional, pues muchos en el Partido Popular (PP) le profesaron siempre respeto e incluso admiración . La tercera etapa de los socialistas en la oposición, la que empezó con Alfredo Pérez Rubalcaba al frente en Ferraz, la vivió en el Congreso de los Diputados. Entró de diputado por Madrid en las elecciones generales de 2011, las que ganó Rajoy a Rubalcaba por mayoría absoluta, y repitió cuatro años después, cuando en 2015 la llamada nueva política de Podemos y Ciudadanos irrumpió en las Cortes. Se quedó fuera del Grupo Socialista en los comicios repetidos de junio de 2016 pero un año después la retirada de la política de Eduardo Madina, el primer rival de Sánchez en las primarias de 2014, le llevó de nuevo a la Cámara Baja. Allí, este licenciado en Derecho por la Complutense y profesor de Derecho del trabajo siguió alimentando aún más su leyenda de hábil negociador , y muñidor en la sombra de acuerdos de calado. Sánchez le eligió junto a otros pesos pesados entonces del PSOE , como el exministro Jordi Sevilla o el exconsejero vasco de Interior, Rodolfo Ares, fallecido años después, o Antonio Hernando, para su primer asalto, fallido, a la Presidencia del Gobierno. Ocurrió a principios de 2016, tras declinar Mariano Rajoy, en un hecho insólito en la historia de la democracia, la designación del Rey, la primera que hacía Felipe VI en su reinado, y hacerle el encargo, en su lugar, al entonces bisoño líder del PSOE. Los socialistas negociaron durante semanas con Ciudadanos (CS), entonces con Albert Rivera al frente, hasta alcanzar el que se denominó ‘pacto del abrazo’ , pues se firmó en la sala de la ampliación del edificio del Congreso donde se exhibe el icónico cuadro de Juan Genovés sobre La Transición. Serrano y los suyos tenían al otro lado de la mesa a gente muy novata en política, pero en algunos casos con peso específico en otros ámbitos, singularmente el profesor de la London School of Economics, Luis Garicano, a la sazón gurú económico de la formación naranja. Junto a él, nombres como su pupilo Toni Roldán, José Manuel Villegas o Juan Carlos Girauta, hoy eurodiputado de Vox. El acuerdo fue estéril, pues PSOE y CS apenas sumaban 130 escaños y necesitaban de un apoyo activo o pasivo de Podemos, entonces tercera fuerza del Parlamento con 71 escaños, con el que se fantaseó largamente, pero al que Pablo Iglesias cerró la puerta. Socialistas y naranjas, pese a todo, alcanzaron un alto grado de complicidad, que muchos de los protagonistas atribuyen al buen hacer entre bambalinas de Serrano . Se reunían por la mañana en las dependencias del Grupo Socialista, en secreto, y luego convocaban a la prensa a primera hora para hacerse la foto. Cuando los reporteros gráficos abandonaban la sala lo único que discutían era lo que ambos iban a decir posteriormente a los medios de comunicación, pues la negociación de verdad sobre el documento se había producido por la mañana, sin focos ni periodistas cerca. No fue, por supuesto, la única negociación de calado en la que participó quien no en vano siempre sirvió a presidentes (el último González y Zapatero) que gobernaban en minoría. Con ese currículum, las cesiones y las negociaciones complejas no eran algo que le inquietase. Con algo menos de cuarenta años, en 1987, tomó posesión como director general de personal del Ministerio de Defensa , cuyo titular era entonces el exalcalde de Barcelona, Narcís Serra. Empezaba la segunda legislatura de Felipe González, todavía con mayoría absoluta, y Serrano era el único civil en una ceremonia de altos cargos militares. Por allí estaba el mítico teniente general Emilio Alonso Manglano, a la sazón director del CESID, como se denominaba entonces al servicio de inteligencia, hoy Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Años después, y siendo Serra ya vicepresidente del Gobierno, el triángulo formado por el número dos de González, Manglano y el propio Serrano se vería envuelto en peripecias y oscuras maniobras en la época de descomposición de lo que dio en llamarse ‘felipismo’ . Su primera experiencia como jefe de Gabinete en Moncloa no llegó ni al año, de julio de 1995 a abril de 1996, cuando Aznar se mudó al palacio, pero la intensidad de aquellos meses, y de los años previos al servicio de Serra, tienen difícil parangón. Fue la época de una corrupción desbordada que afectó a actores financieros, empresariales y, también, políticos, con el PSOE en el epicentro de todo, sin perder de vista a otras instituciones. Como relatan los periodistas Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote en el libro ‘El jefe de los espías’, elaborado con la información exclusiva de los papeles secretos de Manglano, Serrano tuvo que lidiar con varias de las situaciones más comprometidas vividas entonces en la Presidencia. El magistrado Eduardo Móner llegó a pedir un careo entre Serrano y el ínclito Luis Roldán, el exdirector general de la Guardia Civil que protagonizó una sonada fuga relatada tiempo después en la película ‘El hombre de las mil caras’. Se investigaba entonces el ‘informe Crillón’, un dosier sobre el célebre banquero Mario Conde elaborado con fondos públicos. El expresidente de Banesto le quería «asesinar», según el relato del abogado Horacio de la Oliva recogido en el libro de Fernández-Miranda y Chicote, por considerarlo responsable de no haber aceptado un pacto para no utilizar en contra del Gobierno documentos que el financiero recibía de otro personaje que hizo mucho ruido en aquellos convulsos años noventa, el coronel Juan Alberto Perote. Otro sonado asunto de la época, que ha vuelto a la palestra recientemente, es el de la relación de Juan Carlos I con Barbara Rey. De nuevo en ‘El jefe de los espías’ se relata cómo el 12 de julio de 1995 José Enrique Serrano recibe de Manglano «la nota para contratar a B. en TVE. Y aproximadamente un mes después, en pleno agosto, Serrano informa al jefe del CESID de que «el director de Televisión Española [Jordi García-Candau] ha hablado con Bárbara Rey. Fue a finales de julio y trataron las posibilidades que había, programas, etcétera. También habló con un representante suyo. Para finales de agosto se concretarán las cosas». Nada más colgarle, Manglano telefoneó a Zarzuela para reportar. Después de aquel turbulento final de la primera etapa del PSOE en el Gobierno trabajó con Joaquín Almunia los tres años (1997-2000) que el exministro vasco lideró la oposición a Aznar como secretario general de los socialistas, hasta el fracaso de las generales del 2000, en las que el PP obtuvo la primera de sus mayorías absolutas. Cuatro años después regresó a La Moncloa en un etapa muy distinta, y con una presidente como Zapatero muy distante a González, como evidencia el actual antagonismo entre ambos. Sirvió luego en la oposición a Sánchez, cuyo Gobierno le concedió a finales del año pasado, cuando su estado de salud ya era muy delicado, la Gran Cruz al Mérito Constitucional , que el ministro de Justicia y Presidencia, Félix Bolaños, comunicó tras una reunión ordinaria del Consejo de Ministros, elogiando su figura. Se desempeñó también como parlamentario, y en 2018, gobernando Mariano Rajoy, fue el hombre de consenso entre PP y PSOE para presidir una comisión parlamentaria sobre el modelo territorial, conocida como la ‘comisión Cataluña’ y alumbrada justo después del golpe secesionista de 2017. Pero lo suyo fue siempre la tramoya de la política, las bambalinas, allí donde se ocupó de multitud de asuntos, no todos fáciles ni agradables, de los que copan portadas. Aunque Serrano nunca aparecía en ellas.

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