«Vicent, yo lo mataba. Parece que mi hijo vive en un hotel. No valora nada, entra en casa, se mete en su cueva, no se molesta en fregar ni un plato y vuelve a encerrarse en su cuarto. Si no le llevamos la contraria, parece una persona normal, pero como le contradigas, se transforma». Con un testimonio con el que se pueden sentir identificados millones de padres de este país comienza el libro de Vicent Ginés, especialista en vínculo familia-adolescente, y autor de ‘No lo mates todavía’ ( Alienta ). «Yo les suelo pedir a los padres que no lo hagan, aunque su día a día esté lleno de discusiones, porque luego no hay vuelta atrás», bromea este experimentado educador, conferenciante, y formador de profesionales.Ginés es, además, creador del proyecto ‘Familias Estelares’, un método que promete ayudar a los progenitores a atravesar la adolescencia de sus hijos «sin malos rollos» mediante un cambio en la comunicación que transforma la dinámica y el ambiente en casa y que puede incluso ayudar a reforzar la situación. ¿Un milagro? No, una técnica. Un método, reconoce, ecléctico, que bebe de muchas fuentes, «como la filosofía, la psicología, la negociación y gestión de conflicto y liderazgo… A los padres hay que darles herramientas, no solo para que sobrevivan, sino para que disfruten de la adolescencia de sus hijos. A la mayoría sólo le falta información».Noticias relacionadas estandar No Psiquiatra infantil Abigail Huertas: «A veces los niños salen bien a pesar de los padres» Carlota Fominaya estandar No Enfermedades de transmisión sexual Una pediatra alerta: «Todas las semanas veo casos de gonorrea y clamidia entre adolescentes de 13 y 16 años» Carlota FominayaEste mediador profesional lleva la mediación en la sangre. Ya en su propia adolescencia ejercía como tal en el centro educativo y ayudaba a sus compañeros a gestionar conflictos en clase y asegura que para cambiar una dinámica infernal y salir reforzados como familia, «quienes tienen que cambiar son los padres. Si ellos cambian, todo cambia. Porque para tu hijo, tú siempre serás su referente. La pregunta que invito a los progenitores a hacerse es: ‘¿qué recuerdo quieres que tenga de ti’?». ¿Qué estrategias pueden aplicar las familias para fortalecer la conexión y la comunicación con sus adolescentes, si ya sienten que están distanciados o que incluso la relación o los puentes están rotos?Si tienes una situación dramática, donde hay violencia, droga o alguna patología tendrás que ir al especialista, pero aprender a relacionarte se aprende y nadie te enseña. La comunicación se entrena, lo que suele ocurrir es que los padres se dan cuenta de que hay mala comunicación cuando ya está el problema instalado. En las crisis recoges lo que siembras, o has sembrado. Es por esto que tenemos que adelantarnos y entrenar la comunicación en casa para que luego, en el momento de crisis, podamos tener una comunicación asertiva, calmada, constructiva…. A día de hoy formamos a las familias para que ellos sean los propios mediadores del hogar, precisamente con técnicas de comunicación y convivencia. Como padre o madre estás educando y en algún contexto tienes que guiar a tu hijo hacia donde sabes que le conviene. Pongamos una situación real. Tu hijo se muestra enfadado contigo y te reprocha que no le estás dejando hacer algo, usar el móvil, por ejemplo. Una escena que puede repetirse en muchos hogares. ¿Cómo se gestiona esto?Lo podemos abordar desde tres frentes. Para gestionar el enfado de tu hijo lo principal es entender que no es personal, no va contra ti. Es nuestro pan de cada día. Los padres siempre piensan que los hijos están contra ellos, que no les escuchan… No es verdad. Al contrario. Detrás de todo enfado hay una petición de amor por parte del hijo. Lo primero sería que gestionar ese enfado . Lo segundo, poner límites . Un límite es todo aquello que puede ‘dañar’ a tu hijo (limito la experiencia de mi hijo para que no se dañe). Voy a poner un ejemplo: Que un hijo se beba cuatro botellas de alcohol. Habría que ponerle un límite porque la bebida, evidentemente, no es buena para su salud ni la de ningún adolescente. Ese niño necesita un límite porque no sabe respetarse a sí mismo. En un tercer nivel, más profundo, deberíamos llegar a acuerdos con el niño , a través de técnicas de mediación que faciliten llegar a acuerdos funcionales que atienden a las necesidades de las dos partes, del niño y de los padres. Al fin y al cabo, todo padre lo único que quiere es sentirse buen padre, sentirse amado, y saber que su hijo va por buen camino. Pero este tipo de situaciones son extremas y cuando suceden, es porque el trabajo previo no está hecho. Cuando un niño se aísla, está siempre enfadado, vive constantemente con las pantallas… Algo está pasando. Que un niño solo quiera pasar tiempo con sus padres es un problema, pero también lo es que un niño solo quiera ir con niños de su edad y no quiera ver a sus padres. Hemos normalizado conductas que no son normales.También en los padres.Es una barbaridad. ¿De dónde nace eso? Desde el miedo a ser mal progenitor. Todo padre duda de si lo está haciendo bien o mal, pero es que ni se lo han explicado ni tienen personas que les guíen, ni que les ayuden a sentirse bien… Ante eso, la respuesta del niño no vendrá de lo que piensa, sino de cómo se siente en ese momento. ¿Qué estrategias pueden aplicar las familias para fortalecer la conexión con sus adolescentes? ¿Cómo encontrar momentos de calidad en medio de una agenda ocupada?Muchos padres se han conformado con relaciones que les hacen infelices. Hemos normalizado que los hijos pasan muchas horas en el móvil, que la casa parezca un hotel, que los chavales estén desmotivados con el sistema educativo y no sepan qué hacer con su vida. O incluso hemos normalizado la rebeldía en la adolescencia. No tiene por qué ser así. Cuando alguna de estas situaciones suceden en casa, es porque algo está pasando, y para poder detectar qué es lo que ocurre los padres tienen que construir una buena relación a través de la comunicación y la complicidad No solo se trata de comunicarse, sino de llevarse bien .Efectivamente, parece que en determinado punto de la vida familiar, padres e hijos sólo se dan recados.Pero es que no debe ser así. Es que a muchos padres les caen mal sus hijos y viceversa, a muchos hijos les caen mal sus padres, pero eso no es normal… y evidentemente si no le caes bien a tu hijo no te va a escuchar. Ahora bien, no se trata de convertirse en su amigo, sino en su aliado. Que vea que no estamos en contra, sino que tenemos el mismo objetivo. Sólo tenemos que ponernos de acuerdo en cómo llegar a ello. ¿Cuándo se suele romper esa relación? ¿En el momento de entrar en la adolescencia?Cuando son niños los pequeños piensan que sus padres son dioses o perfectos y cuando llegan a la adolescencia se dan cuenta de que son humanos y viene el gran problema. Los adolescentes buscan el amor de sus padres pero tienen mucho miedo. Actúan desde el miedo hacia sus padres, el miedo a que no les quieran… Porque a la vez quieren tener amigos y tienen miedo a no tenerlos. Estas circunstancias al final despiertan el miedo de los padres. Y cuando estos se relacionan desde el miedo a sus hijos es cuando se crea la distancia. Cuando esto sucede, ¿qué les recomendarías para arreglar la situación?Primero, que no se dejen guiar por sus miedos y se centren en conocer a sus hijos y relacionarse desde ellos. Es decir, no centrarse en lo que va mal, y lo que falta, en los errores, sino en lo que quieren fomentar en sus hijos. Desde mi programa ‘Familias Estelares’ entendemos que hay que empezar por ‘bien interpretarlo’ todo. Es decir, que si tu hijo viene a las 3:00 am, dale las gracias por volver a casa. Si tu hijo suspende y pongamos que ha sacado un 4,5, dale las gracias por esforzarse y dile: «vamos a por el siguiente examen». Segundo, intenta crear espacios de comunicación con los menores, que contribuyan al conocimiento de unos y los otros. No se trata de nada logístico, tipo: hablar sobre horas de comida, de vuelta a casa… Sino de conocernse. Por ejemplo, ¿cuándo fue la última vez que le pediste consejo a tu hijo? La interpretación aquí sería: «gracias por escucharme». Lo importante no es ver una serie juntos, sino la conversación que tiene lugar después. Cuando alguien me pregunta por un consejo concreto, siempre digo: «Pregunta más y responde menos». Pregúntale a tu hijo todo lo que puedas, para que hable y se sienta escuchado. La idea es que si hay una noticia de bullying le cuestiones: «¿Esto pasa muchas veces en tu centro educativo?» «¿Tú qué piensas de ello? En ese momento opina lo menos posible de lo que tu hijo dice. En tercer lugar, recomendaría crear experiencias memorables con tu adolescente. Lograrlo facilita que se pueda hablar de ellas, y permite al adulto centrarse en reforzar muchas cosas. El hecho de ‘bien interpretar’ que usted propone, ¿en qué consiste y por qué cambia la relación con tus hijos por completo?Tienes que dejar de ser el líder de tu hijo . No decirle hacia donde tiene que dirigirse pero sí ayudarle a que llegue donde quiera, ser su aliado. Eso lo cambia absolutamente todo. Al final es trasladarles este mensaje: «Te apoyo a cumplir con tus sueños». «Tenemos que ser un equipo que trabajemos juntos para conseguirlos» Y todo el equipo tiene que convivir y para convivir hacen falta normas, límites… a los que me gusta llamar potenciadores. Es algo así como: «Si cumples, nosotros vamos a potenciar tu crecimiento, que no tenemos por qué hacerlo si no cumples». Porque uno de los grandes fallos de los padres en educación es que han confundido derechos con privilegios. Tienen derecho a comida, a ropa, educación… pero todo padre debe saber que el móvil es un privilegio , es decir un potenciador. Esto quiere decir que solo si te lo ganas o cumples con tus responsabilidades, que no están claras a veces… lo tendrás y por un tiempo limitado, porque es un privilegio. Por tanto, después de su uso tiene que volver a tu poder otra vez para que se lo vuelvan a ganar. No tienes por qué dárselo indefinidamente, no es un derecho, pero todo el mundo lo maneja como tal. Es en este punto donde los padres tienen que tener claro lo que quieren fomentar en sus hijos. Uno puede ser ‘tener el cuarto ordenado’, pero no es una premisa clara, precisa. ¿Qué es ordenado para cada progenitor? Cada casa es un mundo. Recuerdo una madre que le dijo a su hijo después de entrenar: «Deja la mochila en el armario» El niño lo hizo y a la madre le resultó raro. Cuando fue a ver la mochila estaba toda la ropa sudada dentro. En este caso el hecho de ‘bien interpretar’ sería felicitarle por haber dejado la mochila en el armario. Descolocas al niño totalmente y la madre aprende a ser más precisa a la hora de comunicar. ‘Bien interpretar’, insisto, es clave. Porque cuando tú ‘bien interpretas’ al niño, este no tiene miedo a que no le ames y por eso no se enfada.MÁS INFORMACIÓN noticia No El ingeniero que lucha para que los niños amen las matemáticas noticia No Aitana (16 años): «Ser hermana de acogida es crecer sabiendo que el amor puede sanar» noticia No Aitana (16 años): «Ser hermana de acogida es crecer sabiendo que el amor puede sanar» noticia No Advierten sobre el mínimo de horas que hay que dormir entre los 12 y los 16 años noticia Si «Es falso que el niño que hace entrenamiento de fuerza se vaya a quedar pequeño»Para eso haría falta una reprogramación cerebral de muchos padres.Es lo que hacemos en ‘Familias Estelares’, darle una vuelta a muchos paradigmas familiares. Se trata de darte cuenta de que no sabías hacerlo de otra manera pero que puedes empezar a relacionarte, a comunicarse, no desde el miedo sino desde el amor. Es precioso ver el cambio de mirada de los hijos y de los padres, como diciendo: «Por fin nos entendemos, no nos atacamos». El niño tiene claridad y los padres, seguridad. La claridad da seguridad .

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