Un municipio burgalés de 36.000 habitantes, un campo cuyo aforo no llega a 6.000 espectadores, un equipo con una plantilla donde conviven 13 jugadores cedidos. La ilusión no sabe de números y el buen fútbol anida en todos los rincones. El Mirandés, un modesto de manual, goleó este jueves al Racing, eliminó a los santanderinos y prolongó el milagro. Tras un curso excepcional, tiene ante sí la puerta que da acceso a Primera. Y, por supuesto, intentará abrirla de par en par. Mal negocio acudir al recogido campo de Miranda de Ebro con la imperiosa obligación de ganar. En la temporada que se acaba solo fue capaz de hacerlo el Granada. Anduva ha sido un fortín donde rivales de todos los pelajes lo han pasado regular, mal o muy mal. El Racing, sabedor de ello, decidió guardar el libro de tan abrumadora estadística en el armario del vestuario y saltó al césped dispuesto a escribir un renglón distinto. Comenzaron mandones los cántabros, obligaron a los castellanos a encogerse alrededor de su área y su atrevimiento sembró algunas dudas en el campo y en la grada.Hasta que Hugo Rincón decidió reivindicar que la banda derecha de ese estadio es suya. Una tarde más, la dibujó a la carrera, le regaló a Izeta un pase de manual al centró del área, y el delantero no perdonó.Fue un golpe duro, por inmerecido, para el Racing. Un contundente aviso que en Anduva es letal. Pero los santanderinos no habían llegado hasta allí para dejarse amedrentar. Y en apenas cinco minutos respondieron de la mejor manera, ejecutando una jugada parecida por su ataque diestro y culminando la misma con otro remate a gol perfecto de Maguette.El empate serenó los ánimos de unos y otros. Bajaron revoluciones y llegaron al descanso sin novedad. El huracán rojillo soplaría después. En siete minutos de locura, del 63 al 70, tres goles como tres mazazos tumbaron al Racing y certificaron el pase de los jabatos a la final, donde ya les esperaba el Oviedo.

Leave a Reply