El silencio del cáncer de próstata:

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El silencio del cáncer de próstata:

El oncólogo le dijo: « Juancho, organiza tu vida porque te vas . Va a ser muy difícil que te curemos». «Yo le contesté: ‘escribe en un papel quién se va a morir antes de los dos’. Y me dijo: ‘eso no lo sé’. Y le repliqué: ‘Pues entonces no me digas que me voy morir». Juancho Escudero tiene 61 años y en agosto de 2021 le diagnosticaron un cáncer de próstata con muchos apellidos: adenocarcinoma de próstata metastásico hormonosensible con afección ganglionar y ósea múltiple de alto volumen. ¿En cristiano? Un tumor muy agresivo y con baja tasa de supervivencia. Raquel Campoy tiene 44 años y al día siguiente de dar a luz a su segundo hijo, una niña, en agosto de 2020, le dijeron que la razón por la que el bebé no se agarraba bien a uno de sus pechos era que tenía un cáncer de mama metastásico de tipo HER2 positivo, uno de los más agresivos. La vida que llega y la enfermedad que acecha dándose la mano en la misma habitación.Juancho y Raquel, ambos pacientes de Cris contra el Cáncer , ponen cara a una realidad: la de dos tumores, próstata y mama, que son los que más se diagnostican cada año en hombres y mujeres, respectivamente. Son el ejemplo de que la investigación salva vidas, incluso en sus tipos de cáncer, que son incurables. «Lo mío es un milagro de la fe, de la ciencia y del amor», apostilla Juancho. Sobre todo de la ciencia, porque un mes antes de que le diagnosticasen el cáncer, un médico francés escribió un artículo explicando que si se mezclaba quimio con hormonoterapia, dos tratamientos que entonces no se daban juntos, se obtenían buenos resultados. «Yo fui el primer paciente en España al que le aplicaron ese protocolo», afirma. Y funcionó. También intentan dar respuesta, en una charla con ABC, a por qué teniendo casi el mismo número de casos previstos para 2025 : 32.188 para próstata y 37.682 para mama, según cifras de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), la visibilidad del cáncer masculino es mucho menor. ¿De qué se esconden los hombres?«Una de las razones por las cuales el cáncer de próstata está rodeado de tanto silencio y tantas dificultades es la vergüenza que siente el hombre ante la posibilidad de perder su virilidad», afirma Juancho. De hecho, tiene 3 amigos que, a raíz de enterarse de su caso, le han confesado que también tuvieron cáncer de próstata hace años, pero lo pasaron en silencio. «Todo el mundo tenemos cierto pudor, pero las mujeres tienen cáncer de mama y lo cuentan . Un hombre puede pasar que no sepas que ha tenido cáncer y eso para mí es el gran elefante en la habitación que no queremos ver. Hay que contarlo para que otros se enteren de que esto se está llevando vidas y tomen las precauciones. Mis amigos, todos, gracias a mi caso, llevan más controles médicos . Yo hasta que me pasó esto no sabía ni que existía el PSA ni que había un Día del Cáncer de Próstata», cuenta Juancho.Para el que no lo sepa, el análisis de sangre PSA comprueba el nivel del antígeno prostático específico, un marcador del cáncer de próstata. A día de hoy, no existe un programa nacional de cribado de este tumor, como sí lo hay de mama o de colon, pero los hombres sin síntomas pueden hacerse una prueba de PSA si lo desean, después de hablar con su médico.SíntomasEse desconocimiento hizo que Juancho no echara de menos ese marcador en los primeros análisis que le mandaron. Sentía que algo funcionaba mal en su cuerpo y fue a hacerse un chequeo completo al hospital. «Me mandó pruebas pero no incluyó el marcador de PSA. A las tres semanas me dijo que estaba perfecto», rememora. Pero a la semana de eso, empezó a tener un dolor en la espalda, en la columna, que parecía una ciática. Estuvo dos meses yendo a traumatología, recibiendo medicación para lo que pensaban que era un golpe o algo nervioso. Pero los dolores eran tan insoportables que no le dejaban dormir . Las molestias bajaban del glúteo hasta la rodilla y el tobillo y perdió sensibilidad de cadera para abajo. Pidió una resonancia y vieron que tenía toda la columna llena de tumores y el sacro. «En la vértebra que previamente me habían dicho que tenía una hernia, lo que tenía era un pedazo de tumor que los médicos no entienden que siga de pie. En el sacro tenía una la pelota que hacía que los nervios se bloqueasen y, por ello, esos dolores y la falta de sensibilidad», recuerda. A lo largo del mes de agosto de 2021 descubrieron que tenía un cáncer de próstata muy extraño. Solo el 10% de los cánceres de próstata son como el suyo . «Tenía metástasis en hígado, riñones, bazo, páncreas, pulmones, todos los ganglios linfáticos del pecho, la columna vertebral entera y la cadera izquierda me la había fisurado. Se había metido el tumor por medio y se estaba comiendo la cabeza del fémur. Ese es el día que empezamos a pelear contra el cáncer», afirma. Vida sexualCuando el médico le dijo que tenía que castrarlo químicamente, para reducir la testosterona a niveles muy bajos, como parte del tratamiento, su primera reacción fue pensar que el sexo está sobrevalorado, pero reconoce que también se planteó esto como una dificultad cuando conociera a una chica. «Al principio me daba mucha vergüenza y timidez decirlo. Pero una vez se lo conté a una amiga y me dijo: ‘y por qué no dejas que decida ella, no decidas tú. A lo mejor para ella no hay ningún problema’. Siempre te asustas por cosas que todavía no han pasado. Desde entonces, lo veo con más sentido del humor». En este sentido, Juancho echa en falta unidades multidisciplinares en los hospitales donde los hombres con cáncer de próstata cuenten con asesoriamiento psicológico y con respecto a cómo transformar sus relaciones de pareja. « Todo el mundo se asusta de que no va a poder tener un vida sexual como antes . Yo me tuve que enterar tiempo después por un urólogo en un congreso de que había soluciones: inyecciones, pomadas, prótesis», reconoce.Pero en este aspecto, el cáncer no distingue entre hombres y mujeres. Las pacientes de cáncer de mama metastásico , como Raquel, que también tienen una medicación crónica que afecta a su deseo, reivindican igualmente más atención en este plano. «Somos muy reivindicativas con el tema de la sexualidad porque cada vez hay más mujeres jóvenes que lo padecen y al final la mayoría son hormonales y la inhibición de las hormonas te lleva a cero apetito sexual y a problemas de sequedad brutales. Y vamos a sexólogas y ginecólogas y las alternativas están pensadas para personas con ese problema pero que no tienen un cáncer. Yo no puedo tomar una terapia hormonal sustitutiva (THS) incluso no puedo utilizar determinados productos que llevan hormonas que al final es la base de todos. No queremos asumir que esto es lo que hay, queremos soluciones para una mejor calidad de vida», explica. El ejemplo femeninoRespecto a la visibilidad del cáncer, Raquel considera que las mujeres tienen «un punto más de valentía». « Somos mucho más activistas , por ejemplo. El cáncer de mama y el movimiento rosa ha movido muchísimo por muchas circunstancias pero no cabe duda de que una de ellas es porque es un cáncer de la mujer y en el que la mujer no ha parado de dar visibilidad, de ser activista, de recaudar fondos para ser parte activa de su enfermedad, para ser una paciente empoderada y formar parte de esto. Y yo no veo ahí a tantos hombres, ya no solo en próstata, que a lo mejor hay un miedo relacionado con la vergüenza a perder virilidad; en otros cánceres tampoco los veo. Las mujeres tenemos menos miedo de afrontarlo, de decir ‘aquí estamos y qué tenemos que hacer para mejorar esto’. Recientemente, Raquel ha puesto en marcha una campaña de recaudación de fondos, ‘Dame5más’, de la mano de Cris contra el Cáncer, para financiar proyectos de investigación efectiva. Juancho comparte la visión de Raquel: «No puedo estar más de acuerdo. La sociedad se sustenta sobre las mujeres y todos lo días tenemos ejemplos. El hombre tiene miedo de parecer que ya no es el caballero andante que va a salvarles, pero al final es muy consciente de que es la mujer la que se mueve y promueve. Al hombre le cuida la salud su madre y cuando se casa, se la cuida su mujer y cuando se hace mayor, sus hijos. Los hombres somos muy perezosos. Si en un momento dado te quedas solo, no quieres dar esa imagen de vulnerabilidad, no te haces las pruebas o las dejas para más adelante y así no funciona».«Es literal. Perfectamente explicado lo de la madre -interviene Raquel- Conozco casos de hombres con cáncer de próstata que me han confesado que le deben la vida a su mujer porque fue al médico y le dijo ‘hágale el chequeo completo a mi marido’. El mayor temorLos miedos cuando el cáncer aparece no entienden de sexo. «Nunca he dejado de tener miedo, pero el cáncer te enseña a gestionarlo», apunta Juancho. Asegura que su enfermedad le ha ayudado a no tenerle temor a la muerte. « Morirse no da miedo, lo que da mucha pena es dejar de vivir las cosas que te gustan. A mí lo que me daba mucha pena era pensar en las cosas que me iba a perder: ‘no voy a conocer a mis nietos, no voy a ver graduarse a mi hija en la universidad, no voy a ver sus primeros pasos de trabajo, no voy a poder llevarlas al altar… A mí, vivir me encanta». Raquel coincide en que tampoco ha tenido miedo a morirse sino «pena». «Lo que sí me da mucho miedo es que mis hijos, que son muy pequeños (6 y 4 años), me echen de menos, que me necesiten y no estar. Dejar solo a mi marido y a mis padres, que es ahora cuando necesitan que les cuidemos más. Lo que más miedo y pena me da es no estar para ellos ». Toma la palabra Juancho: «Te preguntas quién estará ahí para decirles cómo es la vida». Él, padre de 3 hijos, se enteró de que su hija mayor estaba embarazada a las dos semanas del diagnóstico. Pensando en que quizás no llegaba a conocer a su primera nieta, le empezó a escribir un libro que se llama ‘365 lunas’. «Todos los días escribía un pensamiento sobre lo que es el amor, la honestidad, lo que es el odio. Quiero que sea la conversación que me gustaría tener con mi nieta el resto de mi vida, para que sepan lo que su abuelo pensaba de esto y que les sirva de referencia».Confiesa que todavía está perfeccionando sus textos, pero, de momento, sus nietas (ya va por la segunda) no van a tener que leerlo solas porque la ciencia ha conseguido que su abuelo se lo pueda seguir explicando en persona.

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