El desfile del orgullo Trump saca los tanques en Washington

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El desfile del orgullo Trump saca los tanques en Washington

Ruge el cielo sobre Washington . Tras el obelisco que domina la capital, se escuchan las aspas de los helicópteros que volaron en Vietnam: son los legendarios UH-1 Iroquois, conocidos como «Huey», acompañados por modelos Cayuse y Cobra. Su zumbido rasga las nubes bajas de un junio asfixiante mientras sobrevuelan el National Mall. Abajo, uno de los monumentos más sombríos de la nación: el muro negro del Vietnam Veterans Memorial, con los nombres grabados de más de 58.000 estadounidenses caídos. Es la primera de las grandes derrotas del país en el siglo XX, y también una de las más presentes en su memoria colectiva.Sí, helicópteros en la capital. Pero también tanques de distintas guerras, soldados vestidos con chaquetas azul marino, polainas blancas y mosquetes al hombro, como en la Revolución de 1775; otros con uniformes de camuflaje moderno operando drones; y algunos más desfilando con cascos M1, como los que cruzaron Normandía . Es el desfile del 250º aniversario del Ejército de Estados Unidos , una puesta en escena de fuerza, tradición y tecnología que transforma el centro de Washington en un teatro militar. Ante a ellos, con la mirada fija y el gesto contenido, el presidente Donald Trump , junto a su mujer. Rodeado por su plana mayor, vitoreado por decenas de miles de seguidores, Trump contempla la exhibición que él mismo imaginó durante años: una coreografía de acero, historia y poder que llevaba persiguiendo años.Noticia Relacionada estandar Si Un hombre disfrazado de policía asesina a una diputada demócrata de Minnesota y a su pareja y hiere a otros dos Javier Ansorena Ambos fueron atacados en sus domicilios, y la Policía busca al responsableTrump cumplió por fin su sueño: un desfile militar en el corazón de Washington, con tanques frente a la Casa Blanca, algo que no se veía desde la celebración por la victoria en la Guerra del Golfo en 1991. Oficialmente, era el acto conmemorativo por los 250 años del Ejército de Estados Unidos, pero también coincidía con su 79º cumpleaños.Y sin embargo, por una vez, Trump no se colocó en el centro absoluto de todo. Su discurso duró apenas ocho minutos. No fue en absoluto político. Fue un homenaje clásico, contenido, con tono patriótico y referencias históricas: «No hay fuerza terrenal más poderosa que el corazón valiente del Ejército estadounidense», dijo, recordando batallas de Bunker Hill a Afganistán. Y cerró con una de sus frases de marca: «Somos el país más fuerte del mundo… y seremos más grandes y más poderosos que nunca».Trump lo intentó en su primer mandato, fascinado tras asistir al desfile del 14 de julio en París. Quiso replicarlo en Washington, con tanques en las calles y soldados desfilando bajo las banderas. El Pentágono lo frenó entonces, preocupado por el coste y el simbolismo. Pero ahora, en su segundo mandato y con el control absoluto del aparato federal, lo ha conseguido. Ha tenido su desfile. Y no ha escatimado: tanques Abrams de 60 toneladas, lanzadores HIMARS , helicópteros Black Hawk y soldados en formación representando cada conflicto bélico desde la Revolución hasta las guerras de Irak y Afganistán.Desde el escenario, Trump resumió el mensaje central del acto: «Cada país celebra sus victorias. Ya era hora de que Estados Unidos hiciera lo mismo» AFP/EFEEl poderío del Ejército se mostró en todo su arco histórico y tecnológico. Los soldados en uniforme colonial dispararon salvas con mosquetes, cadetes de West Point marchando al ritmo de su banda, y nuevas reclutas jurando bandera al pie del escenario. Una formación de paracaidistas descendió con humo rojo sobre el Ellipse, mientras el público aplaudía con la vista fija en el cielo. Incluso hubo un perro en el desfile: Doc Holliday, un blue heeler que acompaña al equipo de mulas de la 1ª División de Caballería. En esta verdadera liturgia militar que mezcla solemnidad y espectáculo, Trump encontró la imagen que persiguió durante años.El desfile no ha estado exento de críticas, sobre todo por su coste. El Pentágono estimó que la exhibición completa oscila entre los 25 y los 45 millones de dólares. Sin embargo, buena parte de ese gasto ha sido cubierto por patrocinadores privados, muchos de ellos vinculados directa o ideológicamente al entorno de Trump. Entre ellos, la firma de criptomonedas Coinbase —que recientemente incorporó a su consejo a su jefe de campaña—, la tecnológica Palantir, fundada por el magnate Peter Thiel, y la UFC, cuyo presidente, Dana White, se sentó junto al mandatario en el palco de honor. También figuraban como patrocinadores gigantes tradicionales del sector de defensa como Lockheed Martin y Amazon. Para sus críticos, el desfile ha sido una mezcla de propaganda, exhibición de fuerza y promoción corporativa; para sus defensores, un acto de patriotismo y orgullo nacional. Al final hubo hasta fuegos artificiales, como una especie de 4 de julio más contenido.Homenaje al EjércitoEl desfile cerró con un sobrevuelo de helicópteros Apache, Black Hawk y Chinook, mientras en tierra desfilaban 250 nuevos reclutas que acababan de prestar juramento ante el propio presidente. Fue el broche a una jornada en la que Trump logró proyectar, al fin, la imagen de poder militar que llevaba años persiguiendo. Desde el escenario, el presidente resumió el mensaje central del acto: «Cada país celebra sus victorias. Ya era hora de que Estados Unidos hiciera lo mismo».Entre aplausos y vítores, y con la música militar de fondo, Trump abandonó el escenario sonriente, escoltado por la primera dama y su secretario de Defensa. No hubo improvisaciones, ni desvíos de guion. Fue, como su equipo había prometido, un homenaje al Ejército, sin más.Miles de manifestantes protestaron en Los Ángeles contra las redadas de inmigración y contra Trump REUTERSA las puertas del evento, algunos manifestantes alzaban pancartas y gritaban consignas contra el uso político del Ejército, pero eran muy pocos y estaban apartados. Nada que ver con las protestas masivas registradas en ciudades como Filadelfia o Los Ángeles. En Washington, lo que se vivió fue un desfile del orgullo Trump: una celebración cuidadosamente diseñada, con estética militar, música patriótica y una base movilizada . Sus partidarios llegaron desde todo el país, muchos con gorras rojas y banderas al hombro, para ovacionar a su presidente en el día de su cumpleaños y en lo que él mismo definió como una «fiesta nacional de la libertad».

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