Luis Argüello: «La salida a este bloqueo institucional es dar voz a los ciudadanos»

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Luis Argüello: «La salida a este bloqueo institucional es dar voz a los ciudadanos»

Luis Argüello (Meneses de Campos, Palencia, 1953) ha mantenido siempre un compromiso activo con la vida pública, tanto antes como después de su nombramiento en 2022 por el Papa Francisco como arzobispo de Valladolid . En el último año, al frente de la Conferencia Episcopal Española, ese papel se ha intensificado. Lector voraz, pensador riguroso y firme defensor del diálogo, Argüello se ha consolidado como el principal interlocutor de la Iglesia católica española ante la sociedad.—Se cumplen tres años de su nombramiento como arzobispo ¿Cuáles han sido los grandes retos que ha tenido que afrontar en la diócesis?—Los grandes retos vienen marcados por dos focos. Uno, común a la Iglesia universal, que es la acogida del Concilio Vaticano II, que ha sido la propuesta que el Papa Francisco realizó a través del sínodo de los obispos. Ese camino empezaba haciéndonos una pregunta, ¿con quién estáis caminando? Y eso nos sitúa en el otro foco que es lo que supone para una diócesis española, de la vieja Castilla, acoger la gran transformación demográfica, en la sociedad y en la iglesia, con el número de personas que se sienten vinculadas ha disminuido, como también el número de religiosas y religiosas y el número de presbíteros, de ministerio ordenado.En este sentido hay un aspecto del desafío que podríamos llamar administrar la escasez . Y otro aspecto del desafío es la permanente siembra de novedad, cómo transmitir la fe. En este tiempo, nosotros hemos renovado el directorio de los sacramentos de iniciación cristiana, el como organizar la vida de la comunión eclesial, y un tercer aspecto de como promover la vida como vocación, con un acento singular en la promoción al matrimonio y a la vocación laical.Noticia Relacionada estandar Si Reordenación de la Iglesia española ante León XIV: nuevas lealtades, viejos equilibrios José Ramón Navarro-Pareja Argüello, Cobo y Omella: en busca del nuevo interlocutor del Pontífice en España—Hace una semana presentaba a la diócesis el Programa 2033. ¿Es la respuesta católica a la Agenda 2030?—Utilicé la expresión ‘programa’ y no ‘agenda’ en lo que pueden ser las inquietudes del obispo y del presidente de la Conferencia Episcopal, pues estamos en una fase de redacción de las líneas de trabajo del Episcopado [para el próximo quinquenio]. La propuesta parte del que ha sido punto focal en el pontificado de Francisco: difícilmente se puede anunciar el Evangelio si no se experimenta la alegría de haber sido evangelizado. Lo más novedoso era la presencia de la Iglesia en la vida pública para tratar de enlazar la última encíclica de Francisco con el primer grito del Papa León en la homilía de inicio de su pontificado en la que dijo que esta es la hora del amor, que se expresa de dos formas: la comunión en la Iglesia y la edificación de la paz, y con una referencia a la Doctrina Social de la Iglesia. Por eso, el Programa 2033 se enmarca en lo que es la tradición de la Doctrina Social que trata de la dignidad humana por un lado y en el bien común por otro. En el primer caso, en lo que respecta a la transmisión de la vida, el problema demográfico que tiene dos caras: el crecimiento vegetativo y los movimientos migratorios. Dos asuntos que difícilmente se pueden separar.La otra cuestión es el bien común y la salud de las democracias, una cuestión que me preocupa intelectualmente y como ciudadano, y es ¿qué pasa con la democracia? La Iglesia tiene una gran aportación que hacer a la democracia separando las dos palabras ‘demos’ y ‘cratos’. La Iglesia tiene la gran responsabilidad de ayudar a generar demos, pueblo, frente al individualismo que vivimos que interpreto no como actitud moral, sino como diseño antropológico de la modernidad tardía.Reglas de juego «El punto de referencia inexcusable es el respeto a la división de poderes y a la independencia de los jueces» Luis Argüello—En España estamos viendo cómo un presidente del Gobierno que llegó al poder por una moción de censura auspiciada por la corrupción, se encuentra ahora envuelto en ella. ¿Cómo puede la democracia protegerse de esos excesos de los políticos?—La situación que vivimos en España muestra hasta qué punto es un timbre de alarma fuerte el respetar las reglas del juego. Digamos que el punto de referencia inexcusable pasa por el respeto a la división de poderes y a la independencia de los jueces, a las investigaciones que las policías judiciales, se llamen UCO o de cualquier otra forma, a la Policía y la Guardia Civil que colabora en los procesos de instrucción con los jueces y los tribunales de justicia. También se pone de manifiesto la importancia que tiene la legalidad y el preguntarnos el para qué de las cosas. Porque un Gobierno, un parlamento, ¿para qué? Si hay dificultades enormes para poder sacar adelante medidas, porque mientras estamos en este debate, el problema de los inmigrantes que no tienen papeles y no pueden trabajar y no pueden trabajar porque no tienen papeles, sigue estando ahí. Y el momento dramático de las guerras. Mientras estamos en estas discusiones hay que seguir diciendo con fuerza y alto a la guerra, no al terrorismo y no a la fuerza bruta en forma de invasión militar para resolver un conflicto. Es muy importante que eso que pomposamente llamamos sociedad civil, que cada vez hay menos, siga insistiendo en los asuntos nucleares de la vida social española, aunque todo parezca que hay que ponerlo entre paréntesis hasta que se resuelva la cuestión de una situación política que, en parte, también es judicial, y que considero intolerable.—¿Cómo vivió el terremoto político de esta semana? ¿a qué reflexión llega?—Veíamos al presidente del Gobierno pidiendo perdón, que es un gesto humanamente reconocible, pero políticamente es irrelevante en el sentido de cómo el perdón debe traducirse en otro tipo de medidas. Lo más sorprendente de la situación que estamos viviendo en estos días es que han sido los dos últimos secretarios de organización de un partido político, con lo cual la significación institucional va más allá de lo personal. Por eso, aunque la petición de perdón siempre es un hecho valioso, hay una dimensión institucional que precisa ser abordada y que debe ser coherente con la misma petición de perdón. Y, sobre todo, hay que buscar salidas a lo que parece claro que es una situación de bloqueo institucional, parlamentario y en el propio poder ejecutivo. Yo creo que esto pide una salida y en democracia pareciera que la salida más evidente es dar voz a los propios ciudadanos.—¿Elecciones en definitiva?—Sí.Luis Argüello en diversos momentos de la entrevista en su despacho en el Rubén Ortega—Ha citado a León XIV y tuvo la oportunidad de conocerlo bien pues compartieron mesa de trabajo en la primera sesión del sínodo. ¿Cuál fue la impresión que le causó la persona de Robert Prevost?—Parece que puedo navegar a favor de la corriente y decir que me produjo una buena impresión, pero es que es verdad. Me produjo una muy buena impresión tanto en su capacidad de escucha como en sus intervenciones en los diálogos de los llamados círculos menores de la asamblea del sínodo de los obispos. En la segunda sesión tuvimos la oportunidad de saludarnos y de conversar en pasillos. Es una persona con una luminosidad, si vale decir esta expresión, una de esas personas que te llaman la atención por su forma de estar, de mirar, de acoger, de decir… en las intervenciones o en los diálogos personales —¿Tienen pendiente un encuentro con él desde la Conferencia Episcopal?—Sí. Queremos que la propia Comisión Ejecutiva o una representación pueda entrevistarse con el Papa. Está encauzada ya la petición para que escuchemos lo que nos quiera decir, podamos comentarle los asuntos de mayor interés de la Iglesia en España y, como no, invitarlo también a venir a visitar la Iglesia en España. Sin hacer de esto una cuestión obsesiva, entendemos que la Iglesia es católica y formamos parte de una comunión grande, y la cercanía con el Papa, como con Francisco, la podemos expresar de muchas maneras.—¿Qué le puede ofrecer la Iglesia española al nuevo Papa?—A un Papa que tiene un alma de misionero en Iberoamérica le puede ofrecer ser un puente, un cauce de relación entre Europa e Iberoamérica. También su compromiso por vivir la comunión misionera, a la que toda la Iglesia está viéndose animada y lanzada. Y le puede ofrecer a las personas que formamos la Iglesia, para que las indicaciones que el Papa pueda decir, las podamos encarnar. También las Iglesias locales les tenemos que decir que nosotros asumimos nuestras responsabilidades, el Papa no es párroco de todo el mundo, es el obispo de Roma, no es el obispo de todas las diócesis que hay en el mundo. Asumir nuestra responsabilidad de lo que tenemos que vivir en una comunión con lo que el obispo de Roma significa. —León XIV tiene que concretar temas que Francisco dejó abiertos, e incluso los excluyó del Sínodo, como la bendición de parejas irregulares y la pastoral LGTBI. ¿Cómo los afrontará?—Son temas de diverso calado y también lo fueron ciertamente en el tratamiento en el sínodo de una importancia diferente. La primera está referida a la antropología y el punto de seguir avanzando tiene que ver con el reconocimiento de la dignidad de todas las personas, que se da al mismo tiempo de que la iglesia siga ofreciendo su visión antropológica. Por una parte la iglesia debe cultivar la acogida de las personas cualquiera que sea su situación, del acompañamiento y de la propuesta de lo que la iglesia tiene, que es fruto de su propia experiencia humana elemental pero también de la revelación. Alguien que viene de Hispanoamérica está muy acostumbrado a que le soliciten bendición por la calle. Acabo de venir de la celebración de la Eucaristía y he dado la bendición a todos los que estaban en el templo y no les preguntaba a nadie cuál era su condición. Pero cuando, además de la bendición, se trata de otra cosa, del reconocimiento de un estatus de una propuesta de alianza conyugal que la Iglesia tiene reservada a la unión entre hombre y mujer abierta a la vida, en este caso las confusiones que se pueden producir hacen que el camino de salida y de discernimiento tenga que conjugar los dos principios. El Señor ofrece la bendición a todo el que la pida pero no quiere, creo yo, hacer de la bendición otro tipo de argumento. Es lo que se dialogó en el sínodo y que responde a la mejor tradición de la Iglesia y a lo que el propio Dicasterio para la Doctrina de la Fe realizó en sus dos interpretaciones que hizo a ‘Fiducia supplicans’.—Hace poco publicó un post en X que resultó polémico al afirmar que ante la situación de Gaza no cabe el silencio.—No, claro que no cabe. Lo que quiero decir alto en ABC. Sobre esto caben muchas discusiones teóricas pero no cabe duda de que lo que se está produciendo en Gaza es una verdadera tragedia humanitaria, algo intolerable. Esto hay que gritarlo con fuerza lo cual no significa decir al mismo tiempo que gazaties, los palestinos que viven allí, seguramente hayan sido víctimas de dos formas de fuerza bruta: la de Hamás y la de Israel. No vale jugar a términos medios cuando está en juego la vida de miles de personas. Hay que decir con fuerza no a la guerra, no al terrorismo.—¿Y no tiene miedo de que se encasille a la Iglesia con una de las partes?—Sí. Este es un riesgo permanente y más aún cuando se juega a una polarización, que no es casualidad porque el pensamiento moderno se ha creado con una forma de diálogo que es la dialéctica de los contrarios. Basta que tú digas blanco para que yo me sitúe en el negro. En la política española esta polarización no ha tomado la forma filosófica de la dialéctica de los contrarios, sino la forma ‘forofil’ de ser de mi partido [político] como si fuese mi equipo de fútbol, y yo quiero que mi equipo gane aunque sea de penalti injusto. Por eso la ‘forofez’ es difícil de combatir. Las sentencias no sé si valen mucho para cambiar la ‘forofez’ porque no deja de ser el árbitro que pita un penalti, pero dices, bueno si yo gano de penalti aunque sea injusto. Pero como pierda, siempre pienso que es injusto. Una de las reglas del juego de lo católico es la capacidad de poner en relación. Pero ese integrar no pasa necesariamente por decir hay que estar en el centro. No hay que estar en el término medio, porque hay veces que es una forma de traición. Hay que gritar un ‘sí a la vida’ con todas las consecuencias. ¿Cómo no va a decir sí a la vida en los campos de guerra o de refugiados o de muertos de hambre? Sino sería una incoherencia grandísima, sería romper con la catolicidad.

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