Tener a equipos como Boca en el Mundial de Clubes es una bendición. No por su calidad, que no es primer escalafón y, seguramente, ni segundo, pero sí por su pasión y su competitividad. En la hierba y, sobre todo, en la grada. Va a estar complicado que cualquier otra afición le moje la oreja a la hinchada xeneize. Unos 40.000 bosteros convirtieron el Hard Rock Stadium en una Bombonera ‘miamera’ y soñaron durante buena parte del encuentro con una victoria que hubiera sido decisiva de cara al devenir del grupo.El partido comenzó con un cariñoso abrazo entre Di María y Russo , el entrenador de Boca. Dos rosarinos que no llegaron a coincidir en Central, pero que se aprecian y admiran. Justo lo que no sucede con el ‘gallina’ Otamendi, pitado con ganas por la afición de Boca. Fue una primera mitad contracultural. Boca llegaba poco, pero las dos veces que lo hizo vio portería, y Benfica llevaba el peso del partido, pero no culminabas las acciones de gol. Bruma perdonó en dos ocasiones, una de ellas estrellándose contra la madera. La otra a asistencia de Carreras. Decente partido del lateral pretendido por el Real Madrid. Los goles de Boca llegaron muy seguidos, justo después de la lesión de Ánder Herrera, que va de desgracia en desgracia en el conjunto argentino. Es la cuarta vez que se fastidia en sus seis meses como bostero y, encima, acabó siendo expulsado al filo de la primera parte cuando le protestó al colegiado el penalti a favor del Benfica.El 1-0, en el 21, fue obra de Merentiel tras una gran jugada por banda izquierda de Lautaro Blanco. El 2-0, en el 27, vino en un córner con dos remates xeneizes antes de acabar en la red. Battaglia, el ex de Alavés y Mallorca, fue su autor. Con ventaja doble, Boca se echó aún más atrás de lo ya estaba, y Benfica le hundió a base de balones colgados. En uno de ellos, Palacios le metió una patada a Otamendi. Fue el VAR el que avisó de la infracción y, aunque Ánder y la hinchada bostera se quejaran, era un penalti transparente. Lo anotó Di María, suave, a la izquierda de Marchesin , otro ex de la Liga (del celta, concretamente). 2-1.El guion de la segunda mitad estaba escrito antes de que se acabara el primer acto. Boca iba a agazaparse y a buscar ese otro fútbol que hiciera correr los minutos como el cronómetro le corrió a Perico en aquel Tour que llegó tres minutos tarde a la salida de la contrarreloj que decidía el ganador. Partido canchero, de solo un 28% de posesión, de muchas faltas, de muchas interrupciones y de unas cuantas pérdidas de tiempo. Y a Benfica le entraron las prisas y la frustración de no saber competir ante ese otro fútbol. Y lo pagó. En el 70, una patada de Belotti, que había entrado en el descanso, a la altura de la cabeza de Ayrton Costa le costó la roja, previo paso por el videoarbitraje. El VAR le dio y, luego, le quitó al Benfica. Pero, sorprendentemente, el plan de Boca se vino abajo con superioridad numérica. Se vio ya ganador y minusvaloró a un Benfica que acabó logrando el empate en el 84. Córner rematado por Otamendi, celebrado con efusividad en el fondo donde más hinchas bosteros había, y llevándose el dedo índice a la boca. Ayrton Costa se picó, y le costó una amarilla echarle el pico al defensa del Benfica.El mal final de Boca lo remató Figal autoexpulsándose en el 87 por una criminal patada con los tacos a la tibia de Florentino Luis. Y estuvo, encima, a punto de perder en un disparo de Carreras desde dentro del área que atajó Marchesin. Le vino Dios a ver cuando el lateral español disparó con la derecha, su pierna ‘mala’. Ahora, dando por hecho que ambos ganaran al Auckland , queda por ver la diferencia de goles general entre ambos y si, además, Benfica es capaz de rascarle algún punto al Bayern en la tercera y última jornada, algo que no sería extraño. El ‘gallina’ Otamendi silenció la bombonera de Miami.

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