Más tiempo juntos, más oportunidades para enfrentarse a las conversaciones pendientes, más reproches, más expectativas… Algunas parejas reactivan durante el verano, especialmente durante las vacaciones, los conflictos soterrados por la rutina y por la intensidad de un contexto laboral, social y familiar demandante. De hecho, como recuerda la psicóloga Laura Moratalla ( @lauramoratallapsicologia ), precisamente tras el periodo vacacional aumentan las separaciones y divorcios tal como confirman los datos del Consejo General del Poder Judicial, que reflejan un incremento del 20% de las demandas de divorcio en septiembre con respecto al resto del año.Lo cierto es que, aunque esa reactivación veraniega de conflictos no siempre conduzca a una separación, puede alimentar el malestar en la relación y abrir una brecha en la pareja. El mayor tiempo de convivencia, las diferentes expectativas con respecto a las vacaciones, la ausencia de tiempo de calidad juntos durante el resto del año, la existencia de más oportunidades para el análisis y la reflexión y el estrés veraniego pueden estar detrás de algunas de las situaciones difíciles para la pareja durante la época estival, según explica la psicóloga, quien detalla así las particularidades de cada caso:Mayor tiempo de convivencia . Para algunas parejas, convivir más no es motivo de ilusión, sino de tensión. Las diferencias en hábitos y preferencias pueden derivar en estrés y malestar, como, por ejemplo, los horarios de sueño y comidas, la diferencia en los ritmos a la hora de realizar las tareas del hogar, las distintas prioridades para el tiempo de ocio, o incluso alguna de las manías de uno de ellos que llegue a crispar al otro. Diferentes expectativas con respecto a las vacaciones . En bastantes ocasiones, las parejas están formadas por personas que pueden tener distintos gustos, intereses y necesidades. Es habitual por tanto, que lo que una parte de la relación desea con respecto al periodo vacacional diste mucho de lo que la otra parte quiere. Ausencia de tiempo de calidad y conocimiento mutuo durante el resto del año . Para muchas parejas supone un auténtico reto reencontrarse en verano, puesto que durante el resto del año sus respectivas ocupaciones les mantienen alejados, lo cual imposibilita que la pareja se conozca realmente bien, ya que con el paso del tiempo vamos cambiando y si no existe espacio y tiempo suficiente es posible que los integrantes de la relación desconozcan qué sienten y qué necesitan actualmente sus parejas.Estrés veraniego. Los viajes, cambio de hábitos, de lugar de residencia, los gastos extras, la masificación de algunos destinos de vacaciones, la familia extensa o política, los hijos, la imposibilidad de salir de vacaciones… Son parte, en ocasiones, de un contexto con una enorme carga emocional y/o física, que contribuye a que la pareja pueda sentirse abrumada o irascible y, por tanto, pueden ser una fuente importante de discusiones, muchas veces infructuosas. Mayor tiempo de reflexión y análisis . En épocas en las que se dispone de más tiempo, es más probable que el desgaste de la relación se haga más patente, puesto que durante el resto del año se puede ser consciente de tal desgaste, pero los quehaceres diarios pueden servir de conducta evitativa, ya sea de manera consciente o inconsciente.Noticias relacionadas estandar No La regla 80-20 para saber si tu relación de pareja es sólida o puede tener grietas Raquel Alcolea estandar No Estas son las consecuencias psicológicas de sufrir ‘ghosting’ Melissa GonzálezUna vez que se conoce cómo puede afectar el contexto, la psicóloga recomienda reenfocar algunas de las cuestiones que más afectan a la pareja con un objetivo: que las vacaciones contribuyan a unir a la pareja y no a separarla.Una de las claves es la que tiene que ver con el punto de partida pues, tal como explica, resulta fundamental planificar juntos las vacaciones . «En consulta me encuentro casos de muchas parejas formadas por una persona más activa, que le gusta estimularse de maneras muy diferentes, y otra que prefiere sentirse en calma y le apetecen opciones más tranquilas como leer frente al mar», plantea Moratalla. Por eso la psicóloga aclara que deben tenerse en cuenta los gustos y necesidades de ambos, tanto si se va a planificar un viaje como si se van a pasar en el lugar habitual de vacaciones. Se trata de que ambas personas sientan que tienen su lugar y que, al mismo tiempo, están trabajando en equipo para el bienestar de la relación. Una técnica que puede resultar útil para que no existan discrepancias, según propone Moratalla, consiste en dividir el tiempo, de manera que se hagan actividades más estimulantes y se tengan momentos de calma a partes iguales, o incluso cada uno puede dedicarse a lo realmente necesita y después encontrar espacios en común o comer juntos para contarse lo que han hecho y cómo se han sentido. Lo importante es compartir lo vivido y lo disfrutado desde el deseo, no desde la obligación.Igualmente puede ser eficaz realizar un reparto de las tareas que se llevarán a cabo tanto en la planificación como durante el periodo vacacional en sí. «Si vais a realizar un viaje podría ser beneficioso que uno de vosotros se encargue de buscar alojamiento, mientras la otra parte se encarga de buscar actividades a realizar, por ejemplo», aconseja. En cuanto a las tareas diarias, lo que más funciona es realizar un ‘planning’ y un reparto equitativo y en común, así os evitáis que uno indique lo que hay que hacer y el otro sienta a su pareja como si fuera su madre o padre, ya que ambas situaciones generan un enorme malestar.Recuerda para crear recuerdosLas semanas previas al descanso vacacional pueden ser un momento excelente para retomar esa conexión que la pareja siente que ha perdido perdido y, de esta manera, afrontar con mayor tranquilidad, incluso entusiasmo, las vacaciones. Un recurso puede ser, como propone la psicóloga, ver fotos juntos del inicio de la relación o de algún momento muy agradable y comentar sentimientos, emociones, recuerdos o incluso realizar juegos para intimar más: desde una actividad que suponga un reto en común, hasta darse masajes, contestar preguntas íntimas o incluso visitar el sitio donde se dio el primer beso…Si la pareja se siente insegura de cara a la llegada de las vacaciones, sería importante, según plantea la experta, comunicarse mutuamente por qué genera malestar este periodo. Será momento de hablar pero también de escuchar los sentimientos del otro. Para que esta conversación sea constructiva es fundamental buscar soluciones a posibles problemáticas que puedan surgir y plantear un compromiso para actuar en común en el caso de que se produzca alguna situación incómoda. «Por ejemplo, si se va a compartir tiempo con la familia política y existe algún tipo de malestar se podría poner en marcha un plan en común en el que cuando os sintáis mal os deis un paseo en el que podáis expresar como os sentís o salgáis a cenar sin la familia», plantea.El verano, por tanto, puede ser una época delicada para muchas parejas, pero también una gran oportunidad para fortalecer el vínculo si se afronta con conciencia y cuidado. Planificar juntos, comunicar lo que se siente, respetar los espacios individuales y buscar momentos de conexión real son claves para que las vacaciones no se conviertan en una fuente de conflicto, sino en un espacio de reencuentro. «No se trata de tener una pareja perfecta, sino de construir una relación que se adapte a los cambios, a los tiempos y, sobre todo, a las personas que la forman», concluye la psicóloga.

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