Andriy es veterano de guerra y es ciego: fue por la explosión de un mortero ruso en diciembre de 2023. Está con Vasil frente al hotel Dvir, en Vinnytsia, en el centro-oeste de Ucrania, palpando en un plano en relieve el recorrido que van a hacer. Vasil Goshovskiy es el entrenador: le coge la mano, le dice que aquí está el taller mecánico y aquí una farola y el paso de peatones, al cruzar la cafetería, y así hasta que Andriy tiene el mapa en la cabeza. Salen del recinto del hotel, Andriy toca un coche aparcado con el bastón, luego topa con una valla y la sortea y avanza pegado al muro (Vasil es su lazarillo, el hombre que está todo el rato al lado, asistiéndolo cuando es necesario) y, cuando llega a la farola, sabe que ahí está el paso de peatones. La organización Vista Contemporánea, con el apoyo de la Asociación Danesa de Ciegos, organiza campus itinerantes para veteranos ucranianos que han perdido la vista en la guerra con Rusia. Esta es la decimoséptima edición: nueve veteranos de guerra pasan dos semanas en un hotel de Vinnytsia, aprendiendo unas técnicas y reaprendiendo otras. Al volver al hotel, Andriy va hacia el parterre y, con el bastón, toca la hierba y corrige hacia la derecha: «Tienes el mapa en la cabeza, pero la realidad es muy diferente».Dice Andriy que, cuando te quedas ciego, no solo ya no sabes hacer nada, sino que ni siquiera sabes cómo aprender. Andriy es de Leópolis y este es el segundo campus en el que participa. No lamenta tanto lo que le ocurrió como el hecho de que pasara demasiado pronto, ya que quería seguir luchando.Sin cifras oficialesSon ya 175 veteranos de guerra los que han acudido a los campus de Vista Contemporánea desde que empezaron en 2019. No saben cuántos soldados ucranianos han perdido la visión en el frente porque no hay, o no se facilitan, cifras de soldados heridos o muertos. Olesia Perepechenko es la directora, nació y creció en Kiev y es ciega desde pequeña: «Lo más complicado para ellos es dar el primer paso, salir de casa. Muchos vienen obligados por la mujer, por la familia… y, normalmente, a los pocos días ya están diciendo que cómo no vinieron antes». Además de estos programas de formación y apoyo, durante 2022 llevaron a cabo evacuaciones de civiles invidentes en el frente con la colaboración de la ONCE. Olesia lleva una camiseta con el nombre de la organización, un mapa de Ucrania y un lema: ‘La vida después de la guerra debe continuar’. Cuenta Olesia que muchos veteranos de guerra, cuando llegan, dicen que están muertos, que no vale la pena vivir sin ver, y por eso eligieron este lema y no otro. El próximo campus es en julio en la región de Transcarpatia.Oleg está sentado en un banco en la entrada del hotel. Lleva gafas de sol y es el más veterano: perdió la vista en 2016 en los combates contra los rebeldes prorrusos en Donetsk, también por una explosión de mortero. «Pasé los tres primeros años sin salir de casa, sin saber qué hacer, sin saber hacer nada. Antes del primer campus en 2019, solo me tenía a mí y mi familia». Vive aquí en Vinnytsia pero es de Berdyansk, una ciudad costera cerca de Mariúpol. Pero Berdyansk cayó en manos rusas el tercer día de la invasión en 2022, de modo que Oleg es también un desplazado interno. Este septiembre comienza a estudiar Ingeniería de Tecnologías 3D. ¿Pero podrás trabajar de esto? «No. Pero lo quiero hacer para mí».Aprender a vivir de nuevo A.C.En abril de 2024, en Ucrania se bajó la edad de reclutamiento de 27 años a 25. Mykola hizo los 25 poco después, y en cuestión de días, recibió la carta. A finales de 2024, ya estaba desplegado con una unidad de drones kamikaze en el frente de Sumy. Y, precisamente, un dron kamikaze ruso le dejó ciego y con la mano derecha amputada. Está sentado en un sofá con Stas en una sala del tercer piso. Stas Rudyakov también es ciego y es quien le enseña cómo utilizar el móvil. Son móviles normales con una función de descripción de audio de la pantalla. Dice Stas que a los jóvenes no les cuesta mucho aprender. Mykola es joven, pero él tiene la dificultad añadida de que era diestro.Atención psicológicaInna, Toma y Pavlo están en otra habitación. En el mueble de la tele, tienen un cubo de Rubik con un relieve distinto para cada color y una baraja española de la ONCE con la información en braille. Inna Slupko es ciega de nacimiento y enseña a cocinar a los asistentes al campus; Toma Yuryshynets perdió la visión a los seis años y les enseña a leer braille; Pavlo quedó ciego en el frente de Járkov hace poco más de un año y es el alumno. Fue por una granada lanzada desde un dron solo tres meses después de ser reclutado. «Desde el primer momento ya lo veía todo negro», dice Pavlo, en sentido literal. Continúa: «Un compañero me ayudó. Pero después dejé de sentir las piernas, y entonces vino otro y entre los dos me sacaron de allí». Era la segunda vez que le herían; de la primera le quedan restos de metralla por el cuerpo. «Hacia los rusos siento odio… vinieron aquí, nos invadieron. Yo ya he aceptado mi situación, pero a veces psicológicamente es complicado. Aquí hay gente que me ayuda a afrontarlo».Noticia Relacionada ABC, en el frente estandar Si Las defensas ucranianas, desbordadas por la peor oleada de drones rusos Alfons Cabrera ABC pasa una noche en el frente con una patrulla que intercepta la llegada de estos artefactos mortíferosMaryna Pryschepa es la psicóloga del campus: «El primer reto es que confíen, porque la profesión de psicólogo es bastante nueva en Ucrania. Pero tengo experiencia militar y eso ayuda». Estuvo en el Ejército entre 1995 y 2021, y solo un año más tarde, con la invasión rusa, volvió como voluntaria. «Les cuesta mucho aceptar que nunca más volverán a ver, que son ciegos», dice Maryna, y añade: «Algunos de los veteranos de guerra se quedan en esta fase demasiado tiempo, piensan que podrán volver a ver. La tecnología avanza y se está trabajando con ojos biónicos, pero a día de hoy está lejos de ser una realidad». Inna ofrece unos dulces de chocolate y coco que ha hecho antes en la formación con Pavlo.Toma escribe con punzón y papel y la regleta de braille: «Gracias por visitarnos en el campus de rehabilitación». Se escribe de derecha a izquierda, y así al girar la hoja, como el relieve de los pinchazos queda al otro lado, se puede leer de izquierda a derecha. «Aquí enseñamos a leer, y en un mes pueden hacerlo. Yo aprendí a escribir braille de pequeña, para mí es algo natural, pero lleva mucho tiempo aprender». Encima de la mesa, hay un cuaderno abierto en la primera página: hay una A en relieve (la A del alfabeto cirílico es igual que la latina), una A en braille (también en relieve, claro) y escrita la palabra, también en braille debajo. Es ‘piña’ en ucraniano, y por lo tanto hay también dibujada una piña, con relieve. Y al final, un poema:«¡Piña! ¡Piña!¡Por alguna razón no crecen aquí!Al pequeño Ivasykle gustan mucho las piñas«.
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