Mujeres que alzan la voz contra el miedo y el silencio para proteger la democracia

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Mujeres que alzan la voz contra el miedo y el silencio para proteger la democracia

Desde hace año y medio, cuando su marido, Alexéi Navalny —opositor ruso que fue envenenado y luego encarcelado en Siberia— murió en prisión, Yulia Navalnaya asumió su misión y su sueño, la de una Rusia libre del régimen de Vladímir Putin. «Él tenía los ojos puestos en los años venideros, en un país mejor. Lo pagó con la vida, le asesinaron en la cárcel hace año y medio», recuerda Navalnaya, en el congreso internacional sobre liderazgo femenino Santander WomenNow , organizado por MujerHoy y Vocento. «El último año y medio ha sido el más duro de mi vida, con una pérdida abrumadora, pero al mismo tiempo con un protoganismo público que nunca tuve, y que me ayuda a ver que no estoy sola y que muchos rusos no quieren aceptar que el miedo y el silencio sea nuestra identidad nacional. Para ellos Alexéi se convitió en un guía».Ahora, el faro es ella, que asumió la lucha de Navalny y que preside Human Rights Foundation y el consejo asesor de Anti-corruption Foundation. «Lo hago porque no tengo elección, pero tengo miedo. Estoy aquí porque les hice esa promesa a mi marido y a mis hijos. Como las demás mujeres, he tenido que desarrollar resiliencia, que es crucial para el éxito». En estos meses, en que asumió la lucha por la libertad en Rusia, labró un discurso que «no tiene que ver con hacer lo correcto y, al mismo tiempo, inspirar», mantiene. «Mi esposo escribió que nosotras tenemos más valores que los hombres. Y yo creo que tenía razón. Además vemos las cosas más claras y entendemos que los sacrificios personales son necesarios. Estamos juntas para decir que existimos y que no seremos silenciadas. He sido testigo de cómo se ha apartado a tantas mujeres para que no participen en los debates y que se quedan fuera de la toma de decisiones, porque nuestra voz es un desafío directo al control actual. No sólo en Rusia: es un desafío global».En la primera sesión del ‘summit’, Navalnaya recordó cómo ella y su esposo le decían a sus hijos que estaban jugando «cuando en realidad nos estábamos escondiendo», recuerda Navalnaya, que también pisó la cárcel «varias veces». «La primera vez que me detuvieron me pusieron en un coche policial, cómodo y nuevo, con muchas otras personas, y nos llevaron a la comisaría. Pero en la segunda manifestación la situación cambió. Fue terrorífico. Me pusieron con ocho policías, me sacaron de Moscú. Estuve detenida en un lugar en el que ni siquera me dejaron ir al baño con la puerta cerrada. No podía escapar». Su lucha se centra en lograr cambios con estructuras democráticas. «Ese día llegará y necesitaremos movernos rápido. Quiero que estemos listos».La democracia siguió siendo un tema central del foro, celebrado este miércoles. La embajadora de Finlandia, Sari Rautio, habló de una sociedad que ganó su independencia del imperio ruso hace más de un siglo (1917) pero volvió a luchar años después (1939). Ganada la democracia, necesita una protección permanente, en una pelea de «David contra Goliat», asegura Rautio. «Tenemos un vecino grande y poderoso (Rusia). Hace 80 años ya nos defendíamos contra su ataque y siempre supimos que teníamos que estar preparados para otra guerra. Nunca se desmanteló el servicio militar, tenemos cursos de defensa nacional, refugios subterráneos y un concepto global de seguridad. Todos estamos de acuerdo en que es una obligación del Gobierno hacer todo lo que se pueda para mantener la seguridad».Equilibrio presupuestarioCon 5,5 millones de habitantes y recién ingresada en la OTAN, ante el avance de los tanques rusos en suelo ucraniano, Finlandia dejó claro que «no éramos una zona gris, sino un Estado europeo, con democracia y derechos humanos como clave de nuestra política». La cuestión no era conquistar esos derechos, como lo intenta Navalnaya con su esfuerzo, sino cuidarlos. «El sueño de que podemos tener paz eterna en Europa y que Rusia se convierta en un país democrático y liberal hizo que bajáramos nuestros gastos en Defensa», analiza Rautio. «En la Unión Europea hemos sido demasiado ingenuos en los últmos años y complacientes con el apoyo de los Estados Unidos. El deber de defender Europa es de los europeos y sus aliados de la OTAN. Nuestra asociación tiene que continuar, endurecerse y aumentar la disuasión. Si lo hubiéramos hecho antes, Rusia no hubiera invadido Crimea en 2014, ni el resto de Ucrania ahora. Diplomacia no significa renunciar a la capacidad militar».Con un gasto de 2,5% del presupuesto nacional dedicado a Defensa, y la misma presión que recibe España para aumentarlo y llegar pronto al 5%, Rautio explica que aún está por ver cómo se financiará ese incremento en armas y seguridad. «No se puede hacer con endeudamiento para las próximas generaciones», dice. «Puede que haya cortes en el estado de bienestar. Aunque lo queremos mantener y fortalecer, no podemos continuar como siempre. Tendremos que modernizar nuestro sistema para gastar menos en los servicios y mantener el gasto militar. No es fácil pero no hay otra opción».

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