Ellos no lo recordarán (no habían nacido o eran muy pequeños), pero hace treinta años se hizo popular en España una expresión, JASP ( Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados ), para destacar la valía profesional de una generación que se estaba incorporando, generalmente con dificultades, al mercado laboral. A ellos se les podría aplicar perfectamente ese término y lo han demostrado ya en varias ocasiones. Ellos son la soprano estadounidense Nadine Sierra (1988) y el tenor donostiarra Xabier Anduaga (1995), dos de las indiscutibles estrellas de la ópera actual y una de las parejas artísticas más atractivas (en todos los sentidos) de hoy en día. Hace unas semanas cantaron juntos ‘La sonnambula’ en el Liceo barcelonés, y a partir del martes próximo protagonizan en el Teatro Real ‘ La traviata’ . Será la última producción de la temporada, y se presenta en el ya célebre montaje de Willy Decker (debía de haberse presentado en 2020, pero el confinamiento lo impidió). La dirección musical es de Henrik Nánási y también aparecen en los repartos Adela Zaharia, Iván Ayón Rivas, Juan Diego Flórez, Luca Salsi, Artur Rucinski o Gëzim Myshketa.Nadine Sierra y Xabier Anduaga llegan al Teatro Real para la entrevista a las cuatro de la tarde, una hora antes de empezar el ensayo. Afuera el calor es bochornoso y agradecen el aire acondicionado; contrariamente a la creencia popular, aseguran que no les afecta a la voz. ¿Y cómo influye el calor a un cantante? ¿Prefieren cantar con calor o con frío? Los dos se miran y es Anduaga el que rompe el hielo. «No sé decirle… Quizás prefiera con frío, porque el calor nos cansa mucho… -Nadine Sierra asiente- El problema del frío es la calefacción, que seca la garganta». «Yo prefiero cantar con frío -sentencia la soprano-, con calor me siento mucho más floja».No necesitan decir que entre ellos hay una inocultable complicidad; ¿Cómo de importante es la química entre los cantante de ópera? Es Nadine Sierra quien toma la palabra: «Lo es… Pero más que la química, la confianza en el otro. Y aún más sentirse apoyada. Para ser sincera, hay cantantes que sienten celos de sus colegas, y esto es verdaderamente peligroso. Los cantantes se deberían sentir felices por el éxito de sus compañeros, porque su éxito es también el mío; yo me alegro enormemente cuando Xabier tiene éxito, cuando le aplauden o cuando le piden un bis… La ópera es un trabajo en equipo, y a veces esto se convierte en un problema». «Para ser sincera, hay cantantes que sienten celos de sus colegas, y esto es verdaderamente peligroso. Los cantantes se deberían sentir felices por el éxito de sus compañeros, porque su éxito es también el mío. La ópera es un trabajo en equipo, y a veces esto se convierte en un problema»«Cuando he cantado con Nadine siempre ha estado bien -completa Anduaga-, pero hay días que no son buenos, y tener a una persona que te va a ayudar, a apoyar, a dar la mano y, en vez de intentar pisarte, va a estar contigo para mejorar tus sensaciones, eso no se puede pagar . La confianza es lo más importante». «Al cien por cien», sentencia la soprano.En esta ecuación no entra la palabra ‘ divo ‘, tan asociada al mundo de la ópera. ¿Está ya enterrada? Tenor y soprano se miran y sonríen. Es ella quien habla. «No, creo que sí existen todavía». «Yo también lo pienso», asiente él. ¿Pero no ustedes dos? «¡No!», responden al unísono. «Hay situaciones que te pueden llevar a una actitud un poco de divo –se adelanta Anduaga en la respuesta–, porque te sientas atacado de alguna manera, o no te sientas bien o con confianza. Cuando no te sientes a gusto asoma el divo que todos tenemos dentro; y el que diga que no, miente. Todos tenemos un poco de divo; si no, no nos pondríamos en el escenario delante de tres mil personas personas a cantar. Pero una cosa es sacar el carácter y ser divo en situaciones concretas, y otra es tener una actitud de divo en el día a día, que nosotros dos, desde luego, no tenemos..,» «Pero que los divos existen, sí. Existen», remata, mientras su compañera asiente con seguridad.«No cantes tan fuerte»El tenor pone ejemplos. «A mí me han llegado a decir: ‘No cantes tan fuerte’. Pero no solo una persona, sino tres. No es algo que siente bien, sobre todo cuando eres más joven. Ahora, sinceramente, me da igual, pero cuando tienes 22 años y estás empezando a cantar , es inevitable que te afecte. Estoy seguro de que cosas de este estilo nos han pasado a todos». «La mayoría de mis colegas son también amigos -añade Nadine Sierra-, o los considero así. Y sé que sacrifican muchas cosas y pasan mucho tiempo lejos de sus familias, así que no tengo tiempo para tener problemas con ellos, creo que es realmente tonto. Si he tenido problemas ha sido generalmente con personas aisladas, sin amigos y sin familia. Cuando tienes en tu vida cosas y personas que te ofrecen una mejor perspectiva de lo que es importante, verdaderamente importante, no tienes tiempo para estas otras cosas. Y yo no lo tengo».«Si he tenido problemas ha sido generalmente con personas aisladas, sin amigos y sin familia. Cuando tienes en tu vida cosas y personas que te ofrecen una mejor perspectiva de lo que es importante, verdaderamente importante, no tienes tiempo para estas otras cosas. Y yo no lo tengo»Cantar entre amigos hace que los ensayos y las funciones, como es lógico, sean más placenteros y que los cantantes vayan felices al teatro. «¡Por supuesto! -exclama Nadine Sierra-. La energía es obviamente mucho mejor y, en referencia a lo que decíamos antes, no pretendes en el escenario ‘ robarles el show ‘ a tus colegas ni te siente una diva única y la más importante. Eso no existe. Todos somos importantes, incluso los que interpretan los papeles más pequeños, el coro, la gente que no canta; todos son importantes, son piezas en el puzle. Y si tú aportas tu energía para apoyar tus compañeros, si te sientes parte de un equipo, todo es mucho más disfrutable y no sientes una energía negativa».Continúa Xabier Anduaga: «Ayer eran las nueve de la noche; llevábamos ensayando desde las once de la mañana y estábamos trabajando una parte muy física y, para mí, tener al lado a alguien que es mi amiga y a quien le puedes decir: ‘estoy muerto’, y que te responda: ‘yo también; vamos a darlo todo diez minutos más y terminamos’, te ayuda. Pero son cosas que solo se las puedes decir a alguien con quien tienes mucha confianza, no se las puedes decir a cualquiera, porque puede parecer una actitud poco profesional. Conexiones como las que tenemos Nadine y yo hacen que vengas feliz al teatro. Los dos somos ‘muy de verdad’, y si estás con alguien que sientes que no es así todo se complica».PresiónTambién ayuda a la hora de cantar. «Cantas mejor, por supuesto -dice la soprano-. Actuar delante de cientos o de miles de personas supone de por sí un estrés, una presión. Si a eso le añades a tus propios colegas… Si te hacen sentir ese estrés y esa ansiedad los unos entre los otros, probablemente no podrás cantar o interpretar tan libremente como deberías». «Sobre todo, repito, cuando estás mal -interviene Anduaga-. Cuando estás bien todo está muy guay y nos divertimos… Pero si no estás bien… No todo el mundo te quiere ayudar; es obvio, cada uno quiere salvarse el pellejo . Y saber que cuentas con un apoyo, incluso musicalmente… Por ejemplo, nos pasó a Nadine y a mi cantando ‘La sonnambula’; en una función coincidimos en una respiración que no habíamos ensayado; la hicimos en otro lugar. Y eso solo pasa si hay química artística y musical. Ser amigos está muy bien, pero luego hay que crear algo en el escenario y eso es lo más bonito que puede ver el público. A los espectadores le da igual que seamos amigos, lo que quieren es que seamos capaces de crear algo de un alto nivel musical porque confiamos el uno en el otro».«A los espectadores le da igual que seamos amigos, lo que quieren es que seamos capaces de crear algo de un alto nivel musical porque confiamos el uno en el otro»’ La traviata ‘ es un magnífico termómetro para medir los resultados artíticos de esta confianza. El de Violetta es uno de los papeles más difíciles de la literatura operística para soprano, y el de Alfredo se considera uno de los más ingratos para el tenor. Protesta Anduaga. «Yo no lo veo tan ingrato… Se ha dicho toda la vida, sí, pero a mí no me lo parece. Cada parte que canto me gusta, y eso no me pasa en todas las óperas. El suyo sí es uno de los más difíciles, A mí, si estoy al lado de una Violetta que canta como lo hace Nadine, me da igual; canto mi aria, hago el Do agudo y luego la escucho a ella». Los dos ríen con ganas. La soprano se sonroja. Y es que, sigue el tenor, hay ocasiones en que uno puede quedarse embobado escuchando a un compañero y olvidarse de que está en escena. «Yo he llegado a llorar escuchando a algún colega», dice Nadine Sierra. «¿Pero porque cantan bien o por lo contrario?», bromea Xabier Anduaga. Ríe de nuevo la soprano. «No, si veo a un compañero luchando o sufriendo lo paso mal, porque sé lo que se siente. Pero si veo que lo hace muy bien me siento muy feliz por ellos… Especialmente si son buenas personas . Y me hace sentirme más transportada dentro del rol, del escenario, de la música…»’La traviata»La traviata’ es una ópera compuesta por Giuseppe Verdi inspirada en ‘La dama de las camelias’, de Alejandro Dumas , y que se estrenó en Venecia en 1953. Posee algunas de las piezas más aplaudidas y populares de la historia del género -por ejemplo, el celebérrimo brindis del primer acto: ‘Libiamo, libiamo ne’ lieti calici’-. Nadine Sierra, sin embargo, muestra su preferencia por el final del segundo acto. «Amo la escena en la que nos peleamos en casa de Flora», le dice a Xabier Anduaga, que se inmuta y abre los ojos: «¡Me encanta!». Sigue la soprano: «Por supuesto que, en primer lugar, está la música de Verdi, perfecta para el teatro: sientes la ansiedad, la tensión entre los dos. Pero en esta escena, en esta lucha, y a pesar de que Violetta le miente a Alfredo, es tal vez la primera vez en que vemos una verdadera honestidad entre los dos. Cuando una pareja, incluso en la vida real, es feliz y todo va bien, es una cosa; pero cuando pelean y salen algunas cosas a la superficie, aflora la verdad y se ve la esencia de la relación. Se ve lo mucho que se quieren de verdad, que el suyo no es un amor de juguete. Alfredo, tras esta escena, crece muchísimo; es su primer desamor, su primer desengaño. En ese momento pasa de ser un chico a ser un hombre, y ella se da cuenta de ello… Esta escena es tan increíble…» «Además de esta escena, en la que Alfredo empieza a ser alguien -aporta Anduaga-, a mí me gusta el momento del ‘ Parigi, o cara ‘ [en el que Alfredo ha regresado al lado de Violetta, moribunda, y le habla de un futuro sabiendo que no lo van a poder compartir]. Él sabe que ella se va a morir, o al menos que está muy mal, pero que él esté con ella y le diga que se van a ir de París y van a ser felices, aunque sepa que no es verdad, para mí es el momento más duro… Solo pensarlo…»Una escena de ‘La traviata’ ABCLa producción de Willy Decker , estrenada en el festival de Salzburgo en 2005 y presentada después en teatros como el Metropolitan neoyorquino o la Ópera de París, se caracteriza por su desnudez y una puesta en escena aparentemente esquemática. «Es tambén muy coreográfica», dice Anduaga. «Willy Decker hizo un trabajo increíble. Cambió algunas cosas que no están escritas, como hacen otros directores también. Pero no muchos directores pueden reescribir la historia sin modificar la historia original. Entra en la psicología de los personajes: de Violetta, de Alfredo, de Germont… Y entra, de alguna manera, también en la mente del público, porque no solo piensa en cómo Violetta afronta su muerte, sino que le hace pensar en nuestras vidas, en el camino a la vejez, en el paso del tiempo, que avanza tan rápido… Todos pensamos en la ello de alguna manera. Yo tengo 37 años y no tengo hijos; cada vez que me miro al espejo veo mi cara cambiando y pienso que el tiempo avanza, que no he sido madre; pienso en lo que voy a hacer, en mi carrera y en mi familia. Y esta producción enfatiza todo esto de manera muy inteligente, con el reloj que está avanzando de manera implacable ». «Súmale la coreografía -añade Anduaga- en la que cada movimiento tiene sentido. A los cantantes nos ayuda mucho. Es habitual en la ópera tener momentos en que no sabes qué hacer, o estás quieto, pero aquí no hay tiempo. Cada acción tiene sentido».«’La traviata’ habla de cómo los seres humanos nos complicamos la vida sin necesidad -completa Nadine Sierra-; especialmente cuando nos enamoramos de alguien. Yo he pasado por esa experiencia… ¡Estoy pasando por esa experiencia ahora!»Más allá de la música, ‘La traviata’ cuenta una historia que sigue interesando y conmoviendo al público de hoy. Ambos coindicen en ello. «Son cosas que pueden pasar -empieza el tenor-. Hay hechos que no tienen tanto sentido hoy en día, pero hay celos, maltrato, dinero… Eso se ve hoy en día». «Habla de cómo los seres humanos nos complicamos la vida sin necesidad -completa Nadine Sierra-; especialmente cuando nos enamoramos de alguien. Yo he pasado por esa experiencia… ¡Estoy pasando por esa experiencia ahora! En la que la familia trata de involucrarse y todos tienen una opinión y tratan de romper parejas cuya relación solo es asunto suyo. Eso sigue ocurriendo hoy».Pero ‘La traviata’ es, por encima de todo, música. Y los dos cantantes tienen sus preferencias. «A mí me gusta -empieza el tenor-, el final, tras ‘Parigi, o Cara’; Violetta me dice: ‘ Prendi, quest’è l’immagine ‘. Musicalmente me parece una locura, con los acordes que nos avisan de su muerte… Es alucinante, Verdi logró algo increíble». Dramáticamente, el momento que prefiere Xabier Anduaga es la escena que antes refirió Nadine Sierra, el final del segundo acto. «Alfredo deja de ser un chavalillo que está jugando, cantando y divirtiéndose, y que pasa de no atreverse casi a tocarla a todo lo contrario: a tirarla contra el reloj, arrojarle el dinero y pasarse de la raya. Entiendo -dice- la rabia y los celos que tiene mi personaje, pero no entiendo su reacción. No me cabe en la cabeza…» «Bueno, con Nadine igual sí», bromea provocando una sonora carcajada en la soprano.Ella cierra la conversación. «Violetta es, de principio a fin, un gran personaje. Pero, y espero que se entienda lo que voy a decir, la música de ‘La traviata’, que es la obra de un genio absoluto, es el resultado de lo que sucede cuando has encontrado el amor pero no puedes vivir con este amor. La música expresa esto. Que una vida sin amor no vale la pena vivirla. Y lo sientes en todo el arco de ‘La traviata’: este dolor, esta tristeza, esta profundidad… Pero también sientes el amor que planea sobre todo . Lo encuentras también en ‘La bohéme’, de Puccini: toda la complicación de las emociones humanas. Lo más trágico de ‘La traviata’ no es que ella muera, sino que lo hace con una vida que es tan injusta… Que cuando al fin encuentra el amor no puede tenerlo. Siento mucha pena por ella porque es una buena persona que intenta cambiar su vida por amor y lleva a cabo un gran sacrificio».

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