La heladería madrileña que conquista el mundo

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La heladería madrileña que conquista el mundo

Una fila que da la vuelta a la manzana. A pleno sol, o bajo la lluvia. Y si uno la sigue hasta su inicio, se encuentra con un pequeño local en blanco y azul, con aspecto de rincón griego, donde el público espera paciente para comerse un helado. Nada más. Y nada menos. El secreto lo tiene un matrimonio mexicano que en apenas dos años ha conseguido pasar de un negocio en un espacio de 20 metros cuadrados en la calle Ortega y Gasset a tener 140 franquicias en 14 países de cuatro continentes.La idea de Natalia Morales y Javier Ezquerro nació con el Covid. Entonces vivían en Miami y él se dedicaba al negocio de las salas de cine. La pandemia trastocó su vida y sus planes. Durante un viaje a Grecia, Natalia, que es chef repostera y estudió en la prestigiosa Le Cordon Bleu, tuvo una brillante idea: utilizar el yogur griego auténtico para elaborar helados naturales y sanos. Ella ya venía con experiencia como emprendedora: a los 23 años abrió en México Le macaron boutique; ahora sólo fue cuestión de lanzar la idea, y de que Javier, «que es el ‘suizo’ de la pareja», como dice Natalia, le diera la forma empresarial. Así que emprendieron el viaje de su vida: por Grecia buscando proveedores auténticos, y tras una profunda investigación de la competencia, «vimos la oportunidad para elevar el concepto de yogur helado». Con la base de auténtico producto griego, incorporan kéfir de cabra, un alimento fermentado rico en probióticos, proteínas y minerales que mejora la salud digestiva, fortalece el sistema inmunológico y es más fácil de digerir. Y como remate, unos ‘toppings’ –baklava, dulce de leche, ‘crumbles’, galleta de chocolate con sal…–, muy trabajados en el ‘laboratorio’, la cocina donde Natalia Morales se encierra a crear.Noticia Relacionada estandar No Ayuso aplaude los 50 años del primer Burger King abierto en Madrid, el pionero fuera de Norteamérica Sara Medialdea Situado en la plaza de los Cubos, «este que popularmente llamamos ‘burrikín’ ha formado parte de la vida de los madrileños», dice la presidentaDe ahí sale cada mes una especialidad diferente, y es tal el éxito que desde que abrieron, las colas a las puertas de sus establecimientos –tres ya en Madrid, en Ortega y Gasset 44, Ponzano 11 y San Lucas 21– son habituales. Hubo una jornada en particular en que caían copos de nieve, y pese a ello, la gente seguía esperando fuera; ese día avisaron a las tiendas de que regalaran todos los helados.Myka es el nombre elegido para la cadena; evoca el acto de brillar en griego, y también la decoración tiene esa misma inspiración helénica. «Se trata de transportar a la experiencia griega aspiracional al que no ha ido, y nostálgica a los que lo conocen», explica Natalia.Un fenómeno viralEl éxito del negocio les pilló de improviso: abrimos en junio de 2023, y «a la semana ya teníamos filas de clientes esperando en la puerta». Recuerda aquel primer verano en la tienda de Ortega y Gasset, la primera que abrieron, con temperaturas tórridas y un sol de fuego cayendo sobre los clientes que hacían fila, «y éramos el único local abierto en toda la calle».Desde el principio, han querido que su negocio fuera «escalable y replicable en todo el mundo, con franquicias ». Pero apenas empezaron, ya tenían demanda: «La gente nos decía: ‘Quiero una franquicia’». Y no sólo españoles, sino también personas de otras nacionalidades. Pero les parecía precipitado; prefirieron esperar y rodaron algo más el negocio, hasta que finalmente se lanzaron: «Al año teníamos ya 140 franquicias en 14 países y cuatro continentes». Las redes sociales han sido un excelente aliado: las tiendas Myka se hicieron virales en varios vídeos publicados en ellas. Y siguen saliendo. «Es de las primeras cosas que hacen quienes vienen a comprar un helado: se toman un ‘selfie’ consumiendo el producto, o incluso en la puerta, antes de entrar». El boca a boca ha sido su punto fuerte, porque «no hemos contratado influencers», aseguran. Y esto les ha llevado a las cifras que manejan: unos 750 helados al día , aunque se ha llegado a un récord de 1.200 en una jornada «solo en una de las tiendas». Eso supone, calcula Javier, «un helado cada 45 segundos». Cada año reciben 6 toneladas de helado griego auténtico en cada una de sus tiendas madrileñas. Y están encantados de haber elegido Madrid: «Es una ciudad que está teniendo un cambio muy importante, con un aumento de turismo, es muy internacional». Y sobre todo, les convenció «la calidad de vida, que se pueda salir a la calle».Sigue la expansiónCon estos mimbres, mucho esfuerzo y «arriesgando nuestro patrimonio», como recuerda Javier, han convertido Myka en un fenómeno que traspasa fronteras: además de tener establecimientos franquiciados en España (Andalucía, Valencia, Canarias y Barcelona), cuentan con otros en países como México (30), República Dominicana (5) , Honduras (4), El Salvador (6), Ecuador (10), Portugal (5), Marruecos (10), Kuwait (2), Emiratos Árabes (8), EE.UU. (4) y Andorra. Y están en negociaciones para extender su red a Perú, Panamá, Colombia, Arabia Saudí, Inglaterra, Irlanda, Alemania y Gibraltar.Su rápido ascenso no sólo ha llamado la atención de los clientes, sino que también les ha convertido en un objeto de análisis en centros de formación como IE o ICEX, donde lo han incluido como caso de estudio en su máster en administración de empresa.

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