Huele a madera húmeda y disolventes en la nave sur de la iglesia. La misa de las 11.30 horas ha terminado, pero no hay velas ni incienso. Una gran loneta tapa el enrejado de una capilla «en obras». Aquí se esconde la ‘cueva del Belén de Jesús’ donde los mallorquines han guardado celosamente el belén napolitano en uso más antiguo de toda Europa. Hace una década, se desmontó y sus deterioradas figuras fueron guardadas en el coro, alejadas del culto y de la mirada del público; la cueva fue apuntalada. Hoy, tras años de olvido, se encuentra inmerso en un proceso de restauración integral que va más allá de lo técnico. Una operación de rescate patrimonial, simbólico y espiritual de una joya única del siglo XV: el Belén de la Sang .Unas escaleras laterales -vetadas al público- conducen al coro. Un equipo de restauradores abre la sala a ABC para explicar este trabajo casi litúrgico realizado ‘in situ’ en la Iglesia de la Sang (Sangre, en castellano) que le da nombre en el corazón de Palma. El templo sigue abierto al culto, por eso los restauradores no descansan ni durante las misas. «Tenemos permiso del párroco, a cambio de no hacer ruido», confiesan entre susurros.A los pies del órgano, la sala del coro funciona ahora como un taller temporal. Hay tres mesas de trabajo acolchadas, con pinceles finos, algodones y pinzas que dan cuenta de la recuperación de este tesoro patrimonial de casi 550 años de antigüedad. Un minucioso trabajo de limpieza que empezó en abril y proseguirá durante 15 meses con diversas tareas de consolidación, reparación y documentación, apoyadas en estudios científicos previos (radiografías, analíticas) y fotografías históricas.Bajo una luz suave, se aprecian las huellas del tiempo: esculturas ennegrecidas por el humo, salpicadas de cera y tarimas corroídas por la humedad. «Jamás había encontrado una pieza tan negra por el hollín» [de las velas y la polución], reconoce Isabel Adrover, directora del proyecto técnico y restauradora del Consell de Mallorca, señalando al pastor que ocupaba la parte superior de la cueva. Cambio «espectacular»Al fondo de la capilla, que hoy parece una escena de CSI, un técnico ajusta la intensidad de unos focos LED especialmente diseñados para no dañar los pigmentos. La luz enfoca el rostro ya restaurado del citado pastor, que «tenía incluso gotas de cera adheridas». El resultado es notable: la parte izquierda de la figura está todavía negruzca; la parte derecha -ya restaurada- ha recuperado el color carne de la piel, el verde del calcetín y tiene ahora un ojo distinto. «Muchas figuras no se parecen en nada a la imagen que teníamos de ellas», advierte la técnica insular de restauración, que anticipa que el conjunto experimentará un cambio «espectacular» tras la restauración de las piezas y será distinto a como lo conocíamos.El belén, compuesto por 36 esculturas y elementos murales, contiene piezas que datan de 1480 en adelante. Cuenta la leyenda que las figuras más antiguas llegaron a Mallorca en 1536 como ofrenda de un marinero rescatado de una tormenta. A cambio el capitán regaló lo más preciado que llevaba en el barco: el Belén de la Sang. Las piezas se instalaron originalmente en el desaparecido convento de Jesús Extramuros, un recinto franciscano situado a las afueras de Palma, en los terrenos que ocupan actualmente el Hospital Psiquiátrico. Tras la desamortización de Mendizábal en 1836, el convento quedó en desuso y la Diputación de Baleares trasladó dos piezas clave a la iglesia de la Sangre: el belén y los restos del padre Bartolomé Catany, fundador del Hospital General, cuya sepultura se encuentra a unos pasos. «Desde entonces, nunca se había hecho una restauración completa, sólo mantenimientos puntuales, sin documentación», apunta la historiadora del arte Catalina Andreu, también conservadora del Consell de Mallorca.Durante siglos, el Belén de la Sang fue armado cada Navidad, cautivando a generaciones de fieles y visitantes. «Los feligreses lo adornaban con limones, naranjas y rosquillas de pan, una tradición local que confería al belén un aire festivo, familiar y profundamente sentido». No sólo era un conjunto escultórico de gran valor artístico, sino una pieza viva, profundamente arraigada en la religiosidad popular mallorquina. «Un belén muy venerado por los mallorquines. Se le hablaba, se le rezaba, se le traían ofrendas», recuerda Luisa García, restauradora de Tracer, la empresa especialista en la conservación del patrimonio monumental, avalada por llevar a cabo numerosas restauraciones de bienes catalogados como bienes de interés cultural (BIC) o declarados Patrimonio de la humanidad, entre ellos la Mezquita de Córdoba. Este uso devocional ininterrumpido del belén ayudó indudablemente a conservarlo hasta nuestros días, «pero también a deteriorarlo», lamenta García. Los restauradores han descubierto «limpiezas antiguas muy agresivas» que habían dañado la policromía original. Se han encontrado repintes sobre la suciedad ennegrecida, y algunas figuras de la parte superior que sufrieron daños por la humedad de la cueva donde se veneraba. «Mira la cabeza de este pastor», señala García mostrando un trozo de madera desprendido que seguramente estuvo en una parte de la cueva en contacto con el muro y recibió una humedad constante.JORDI AVELLÀUn trabajador con guantes de látex trabaja en silencio sobre la figura de una oveja. Con movimientos delicados, aplica una mezcla de disolventes gelificada sobre la cabeza del animal. «Es una especie de ‘gel de ducha’, que permite retirar la suciedad sin meterse dentro de la policromía», explica Diego Chaves mientras masajea con precisión la pasta que se adhiere a los pliegues centenarios de la talla de madera. «La gelificación de la solución permite actuar sólo sobre la capa de suciedad acumulada durante siglos, sin comprometer la capa pictórica original», instruye vestido con la camiseta el logotipo de Tracer, rodeado de figuras valiosísimas.Una Virgen María y un San José de metro cuarenta de altura, junto con los seis ángeles músicos esperan su turno bajo los coloridos vitrales del coro. La imponente talla revela que salieron del taller napolitano de los hermanos pesebristas Pietro y Giovanni Alamanno en el siglo XV. «La morfología, el tallado y el tipo de madera coinciden con otras obras documentadas del taller de Alamanno», afirman las técnicas del Consell de Mallorca, que han podido hablar con restauradores que trabajaron en el belén de San Giovanni a Carbonara, en Nápoles, y concluyeron que las similitudes son claras. «También se compararon los ángeles restaurados del belén del convento franciscano de San Bernardino de Petra, y diferentes historiadores afirmaron que dos de sus ángeles podrían pertenecer al Belén de Jesús de Palma», desvelan.Este trabajo de restauración consiste en recuperar las figuras, lo que incluye un trabajo de «criterio» para deshacer errores acumulados. «El belén ha tenido muchas intervenciones poco afortunadas: barnices, resinas, repintes, incluso limpiezas agresivas que dañaron la policromía original», enumera la responsable de Tracer. Se han retirado también elementos añadidos en la cueva que estaban afectando estructuralmente al conjunto, como el cemento de la tarima que aportaba humedad y sales nocivas. Los ángeles barrocos, situados en el paladar de la cueva, habían sufrido limpiezas antiguas con productos inadecuados. Algunas figuras incluso estaban repintadas encima de la propia suciedad; y las que se encuentran en la parte superior estaban muy afectadas por la humedad, ya que la madera es muy sensible y estuvo en directo con los muros húmedos.Las expertas analizan cómo conjugar el respeto a la fe y a la tradición con criterios científicos de restauración. «Algunas figuras menores, como las llamadas arrimadillos, estaban tan intervenidas que nos han obligado a tomar decisiones muy cuidadosas», reconocen.El niño Jesús original fue robado a finales del S XIX, y se sustituyó por una pieza de la época. A la Virgen María le falta un rubí que decoraba su frente, que también fue robado; el buey todavía conserva un cristal de murano. Todas las piezas pasan revista protegidas en papel tisú y materiales amortiguadores para que no sufran. Las de mayor tamaño están posadas en bases con ruedas para facilitar su manipulación, como el buey sentado en un carro para moverlo sin peligro.A pie de obra, emocionada al ver el proceso de restauración, Antonia Roca recuerda el abandono que sufrió este conjunto napolitano. «Desde 2015, estuvo olvidado, envuelto en sábanas de hospital y sin ninguna atención patrimonial», critica la vicepresidenta y consellera de Cultura del Consell de Mallorca, aludiendo al anterior ejecutivo insular. Gracias a la presión ciudadana, las denuncias de asociaciones patrimonialistas como ARCA, la implicación del actual equipo del Consell de Mallorca y a la persistencia del párroco de la iglesia, el belén resucitará y volverá a exhibirse. La fecha prevista es 2026, pero «no queremos pillarnos los dedos», responde con prudencia la consellera. Roca ya piensa en una reinauguración con sorpresas. ¿Se vestirá a la Virgen con la capa ceremonial regalada por Isabel II de Inglaterra?Ubicación originalLa restauración avanza con extremo cuidado. Las figuras de mayor valor simbólico -la Virgen María, San José y los seis ángeles- serán las últimas en restaurarse. Mientras tanto, el equipo trabaja también en recuperar elementos estructurales originales de la capilla. La consolidación de muros, la sustitución de la tarima, nuevas vigas estructurales y un sistema de iluminación que resalte sin dañar. También se ha puesto en marcha un plan de extracción seguro y eficiente de las figuras y obras de arte en caso de emergencia «para asegurar la preservación de todos los elementos valiosos del belén», explica Roca satisfecha de ver cómo este trabajo va avanzando. La documentación histórica confirma que la capilla que alberga el belén se utilizaba de forma diaria para la misa y, en el siglo XIX, acogía la devoción de las ’40 horas’, una práctica que implicaba mantener iluminado el belén durante dos días seguidos con velas. Esa costumbre dejó su huella en la superficie de las figuras: gotas de cera, restos de humo, carbonilla. Todo ello ha sido cuidadosamente retirado en una restauración que no sólo limpia, sino que devuelve el alma a uno de los belenes más antiguos, queridos y aún vivos de Europa.Un aspecto singular de este belén es que sigue en su ubicación original. «San Giovanni está en un museo; pero éste sigue en su cueva», recalca la conservadora Catalina Andreu, destacando la importancia de restaurar «un belén en uso». Un belén vivo que fue incorporando elementos nuevos sin perder su esencia. «La gente pasaba, dejaba limosnas, encendía velas…», insiste Andreu sobre su dimensión inmaterial. Antes de despedirnos la pregunta es obligada: ¿Se puede afirmar que es el belén napolitano más antiguo de Europa? «Hay belenes más antiguos, sí, pero éste es probablemente el más antiguo que ha mantenido un uso devocional ininterrumpido», responde la restauradora del Consell. «Los estudios históricos así lo dicen, sobre todo en uso, hay otros belenes pero que sigan con la tradición viva, indiscutiblemente es éste», apostilla la experta de Tracer.La iglesia de la Sang sigue en silencio, las voces del equipo susurran entre pinceles. El belén resucita lentamente para volver a adornar las Navidades de sus devotos, y recordar que un día Mallorca ‘inventó’ el belén… y aún lo conserva. «Pero queremos que guarde su esencia», ruegan ante el temor de que se turistifique.

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