Francia descubre horrorizada el incremento inquietante de la ‘moda’ de la sumisión química en las fiestas públicas, locales, regionales, nacionales: mujeres jóvenes y muy jóvenes pinchadas con jeringuillas para convertirlas en «objetos» de abusos y «juegos eróticos» callejeros.El caso de Gisèle Pelicot , drogada por su esposo para que fuera violada por decenas de desconocidos, fue la primera gran referencia de sumisión química asociada a los abusos sexuales en Francia. La reciente Fiesta de la Música, un festival celebrado el sábado pasado, día 21, ha confirmado una inquietante marea negra de fondo.El 2022 se contabilizaron 97 casos de sumisión química en toda Francia. Un año más tarde, 2023, 127 personas fueron acusadas de practicar pinchazos con drogas, para conseguir la sumisión química de mujeres, jóvenes, en su mayoría. El sábado pasado, 145 mujeres denunciaron pinchazos con agujas durante la tarde y noche de la Fiesta de la Música. Cifra de referencia: en un solo día se produjeron, en París y varias capitales de provincias, más agresiones que durante todo el año 2023.Noticias relacionadas estandar No educación Dos de cada diez estudiantes de la UCO justifican las agresiones sexuales Javier Gómez estandar No El informe toxicológico de Paloma Lago no encuentra sustancias que avalen la supuesta sumisión química José Luis JiménezA primeras horas de la mañana del sábado, el ministerio del Interior publicó una nota informativa, advirtiendo de los riesgos de los ataques con jeringuillas, a lo largo de la tarde-noche.Buen tiempo y mucho calor incitaron a muchos jóvenes y menos jóvenes a celebrar la Fiesta de la Música de la manera más ruidosa. Calles «inundadas» de «riadas» de jóvenes, las orillas del Sena rebosantes de bandas de chicos y chicas festejando la noche con mucho brío y alegría.Con la madrugada comenzaron a descubrirse los primeros estragos. Escaparates destrozados, coches atacados a pedradas y estacazos, agresiones físicas de muy distinta naturaleza, y… un incremento llamativo de las agresiones químicas, contabilizadas en las salas de urgencia de los hospitales de París y varias capitales de provincias, donde el fenómeno de la sumisión química hacía varios años que se observaba con inquietud.Una parte mínima del problema«Temo que las 145 agresiones químicas oficialmente denunciadas solo sean una parte mínima del problema», ha declarado el doctor Pingaud, que trabaja en un hospital parisino, a varios medios de comunicación, agregando: «El vandalismo, los estallidos de violencia, los millares de casos de embriaguez, sugieren que, en verdad, las agresiones químicas quizá fueron mucho más numerosas. En cualquier caso, estamos asistiendo al crecimiento inquietante de una »moda« grave y profunda».Ante el descubrimiento tardío de la «moda», en curso de crecimiento, las fuerzas de seguridad del Estado se enfrentan a un desafío de nuevo cuño. Las pruebas desaparecen con relativa facilidad. Las víctimas no siempre son capaces de identificar a sus agresores, cuya culpabilidad no siempre es fácil de probar.En casos de sumisión química excepcional, como el de Gisèle Pelicot, convertido en símbolo y encrucijada histórica, el seguimiento de los agresores es relativamente fácil. En los casos de agresiones químicas realizadas durante fiestas populares y callejeras es más difícil seguir la pista de los nuevos delincuentes, que pueden actuar ocultándose entre la multitud y desaparecer con relativa facilidad.Decadencia de fiestasAlgunos historiadores y sociólogos estiman que, en verdad, las agresiones químicas, con carácter sexual o crapuloso, son un nuevo indicador de la decadencia de fiestas y tradiciones populares, callejeras.Aymeric Caron, diputado de extrema izquierda, ha comentado el proceso en curso de este modo: «Debemos repensar la Fiesta de la Música. Ha perdido sus raíces originales. Se ha transformado en un negocio, en algunos casos; o en un acontecimiento que arrastra a multitudes que se abandonan a las peores pasiones». Gilles Lipovetsky, ensayista, teme el ocaso amenazante de las antiguas fiestas populares, y declara: «Remontándonos a las fiestas callejeras griegas y romanas, Dioniso, el dios del vino y de la fiesta, es hoy incompatible con Narciso. La violencia suburbana y la sumisión química introducen una perversión en las más viejas y venerables tradiciones populares».

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