Miguel Ángel Jiménez: «Piensan que soy un borracho, pero trabajo a tope»

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Miguel Ángel Jiménez: «Piensan que soy un borracho, pero trabajo a tope»

No es fácil de localizar Miguel Ángel Jiménez (61), la mayor estrella que puebla el firmamento del Champions Tour, el circuito que acoge a los mejores golfistas del mundo mayores de 50 años. El pasado domingo logró su cuarto torneo del año (el tercer ‘major’ de su carrera), lo que le permite sumar diecisiete en su carrera como veterano. Y con ese buen momento de forma atiende a ABC desde Denver, donde afronta desde hoy (16.34 h, Movistar Golf) el Open USA sénior. -¿Cómo llega al torneo?-Muy bien, estoy confiado porque le estoy pegando bien a la bola y los ‘putts’ me están entrando. Lo que sucede es que esta prueba es distinta a las que jugamos habitualmente, ya que son cuatro vueltas, con corte, y no con tres como el resto del año. -¿Qué rivales le preocupan más?-Pues todos, porque como digo es un torneo diferente. El campo también es duro (lo recuerdo porque jugamos aquí en 2018 y los resultados fueron elevados) y por la altitud de Colorado la bola vuela más y hay que ajustar las distancias con los palos. Pero vamos, que los que están arriba en el ranking (Steve Alker, Ángel Cabrera, Ernie Els, Padraig Harrington…) pueden dar un susto en cualquier momento.-Menciona al argentino Cabrera, que ya ha ganado tres veces este curso. ¿Qué le ha parecido su regreso triunfal después de pasar por la cárcel?-Pues me alegré por él, porque pagó por lo que hizo y ahora ha vuelto a poner los pies en el suelo para demostrar que es un gran jugador. Además, como yo, es de los últimos representantes quienes fuimos ‘caddies’ antes que profesionales y eso nos une.Noticia Relacionada Darán que hablar… golf estandar Si Paula Martín, cuando la cabeza gana al cuerpo Miguel Ángel Barbero La golfista madrileña gana el ‘British’ amateur después de mejorar sus limitaciones físicas con una mentalidad y un talento al nivel de las mejores del mundo-¿En qué sentido?-Sobre todo en la forma de plantear los golpes y de entrenarlos. A mí me sigue gustando jugar con los efectos de la pelota, aunque ahora es más difícil porque el material es más duro y no es tan fácil dominarla. Pero es como aprendí a jugar y no quiero cambiarlo. Ahora todo es más mecánico y no hay tanto espacio para la creatividad.-¿Este Abierto que hoy comienza en Boardmoor le hace especial ilusión ganarlo?-Pues sí, porque me daría paso al US Open regular del año que viene en Pebble Beach, donde quedé segundo en 2000 detrás de Tiger Woods. En el fondo yo me considero el ganador de los terrícolas, porque él venció por 15 golpes y yo fui el mejor del resto.-Ahí competiría con los jugadores de las nuevas hornadas, ¿cómo ve a las nuevas estrellas españolas que van llegando?-Muy bien, porque son chavales que llevan jugando desde muy pequeños, que han tenido grandes carreras júniors y universitarias y se han destapado ganando los mejores torneos amateurs. Josele Ballester (US Amateur), Carla Bernat (Augusta) y Paula Martín (British Amateur) tienen talento y además llevan mucho tiempo desarrollándolo al más alto nivel.-¿Tiene esperanzas de que no paren los triunfos nacionales en el futuro?-Por supuesto, en España somos pocos pero muy buenos, no sólo en golf, sino en todos los deportes, y los relevos siempre llegan. No hay más que verlo, pues cuando Fernando Alonso se hace mayor aparece Carlos Sainz o al llegarle la hora de la retirada a Rafa Nadal irrumpe Carlos Alcaraz. Como digo, somos poquitos pero con una calidad y una categoría excepcionales.-Volviendo a su juego, ¿qué ha cambiado para ganar cuatro veces esta temporada después de dos sin ganar?-Nada y todo. Aunque no llegaba la victoria no estaba dándole mal a la bola, por lo que estaba seguro de que las victorias iban a volver a llegar. Fue al final de la campaña pasada cuando volví a encontrarme cómodo en los ‘greens’ y atisbé lo mejor.-¿Cuál fue ese ‘clic’?-Llegó por casualidad. En un torneo en Carolina del Norte me enfadé con el ‘putt’ y lo partí por la mitad, así que le tuve que pedir el suyo a mi mujer y me fue fenomenal. El único problema es que tenía la empuñadora rosa y me dijo que no se me ocurriera cambiarla (se ríe).-¿Tan importante es ese palo?-Por supuesto. En cuanto embocas un par de tiros te entra un subidón de confianza que te permite no apurar tanto en los golpes a bandera. Sabes que no necesitas dejarla a dos metros para ‘birdie’. Cuando sientes que la puedes meter desde cualquier sitio, todo cambia, juegas con menos presión. -¿Y no hubo momentos de desesperanza durante esa sequía?-No, porque aunque no acabase primero me veía que seguía pegándole bien y disfrutaba en los torneos. Mientras lo pase bien en un campo de golf, seguiré en esto. Es lo único que sé hacer en la vida y me gusta hacerlo a tope.-Ya, pero no será igual competir con los veinte años que con sesenta. Y usted sigue haciéndolo muy bien. ¿Cuál es el secreto?-Pues no lo sé, yo hago lo mismo de siempre: trabajar, trabajar y trabajar. Quizá transmita una imagen de ser un vividor o un borracho porque me gusta disfrutar, comer bien, beber vino o fumar puros. Pero no me pierdo un entrenamiento, voy al gimnasio y practico como el que más en la cancha.-¿Se ha puesto fecha de retirada o no quiere pensar en ello?-Ni me lo planteo. Lo que dura, dura y no hay que darle más vueltas. He conseguido disfrutar de mi profesión y mientras me vea competitivo, seguiré en esto. Mi cuerpo y mis ganas me dirán cuándo me tengo que volver a casa.-De momento tiene un gran reto por delante: el ranking que ahora encabeza. ¿Lo ve ya en el bolsillo?-En absoluto. Es cierto que con la última victoria he adquirido una buena ventaja -tiene más de dos torneos de renta sobre el segundo- pero hasta el rabo todo el toro. Aquí hay muchos leones y cualquiera te pueden dar el zarpazo. Pero, claro que ganar el Orden de Mérito me haría mucha ilusión.-¿Y así corroboraría su papel de estrella en Estados Unidos?-No necesariamente. Yo siempre me he sentido muy considerado aquí, desde los dos primeros torneos que jugué en el Circuito, que gané ambos. La gente me quiere y yo trato de devolverles ese buen trato.

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