Así apesta el vertedero del séptimo arte: una fiesta para mostrar la «belleza» del cine cutre

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Así apesta el vertedero del séptimo arte: una fiesta para mostrar la «belleza» del cine cutre

«A la de tres, gritáis el insulto más ofensivo que se os ocurra». Así arranca el delirio: Carlos Palencia abre fuego en el ‘VHZ, un viaje por las profundidades de lo cutre’, un show de comedia organizado por la CutreCon y Trash-O-Rama en la que se repasa una desmesurada cantidad de cine cutre. Aquí no hay silencio de sala, ni respeto cinéfilo, ni palomitas gourmet. Hay voces, gritos, ‘memes’ en directo, y espectadores señalando a la pantalla mientras comentan con sus amigos, porque una película mala se disfruta en compañía, y porque menos por menos…. es más. El VHZ no es solo un aperitivo de la CutreCon: es la trampa perfecta. Los espectadores miran el festival con prejuicios porque creen que es «demasiado friki», pero, bajo la experiencia de Palencia, «todos los que van al show de VHZ, vuelven», y no es farol. En la Sala Equis se veían caras conocidas y novatos flipando. El menú fue triple: tráilers infames, sección sorpresa y una ‘masterclass’ de cine basura con más gloria que el Festival de Cannes. Aprovechando el live-action de ‘Lilo & Stitch’, la temática se centró en dar un repaso por las versiones más cutres que el cine ha hecho de E.T el extraterrestre, o más bien, de su temática: un alien que viene a la Tierra con la única intención de hacer amigos… o algo más. Alienígenas «fumetas» y superhéroes de saldoEn los primeros minutos, se montó una pasarela demencial de alienígenas de saldo: desde ‘Kokey’, un E.T filipino con cara de pan sobao, hasta ‘Femalien’, una alien que explora la Tierra… a través del sexo. El público gritaba «¡Aprende, Nolan!» mientras desfilaban ‘O gato do botas extraterrestre’ (un Gato con botas alienígena brasileño), o ‘Las locuras del extraterrestre’, película argentina donde (al menos en el tráiler), ocurre de todo menos la aparición del extraterrestre. Y luego, la sorpresa: posters pintados a mano en sacos de arroz en Ghana de películas de Hollywood de extraterrestres. Es una descripción larga y parece irreal, pero lo cierto era que en Ghana las películas se proyectaban en furgonetas de VHS y era una época en la que era más barato dibujar que imprimir, así que, como decía Palencia, «estos llamaban a un colega y le pedían un poster de esta película, a lo que el chaval respondía: ‘no la he visto’, y el de la furgo le decía; ‘da igual’». Los sacos de arroz no están diseñados para mantener la pintura en la superficie (ni para pintar en ellos), entonces, las creaciones de los artistas ghaneses se aberraban con el tiempo. Actualmente, estas piezas tienen un precio entre los 500 y los 2.000 dólares, porque claro, lo cutre también cotiza.Después, llegó una «masterlass de cine cutre», en la que Carlos Palencia se puso el gorro de profesor del caos y explicó que Superman, al final, también es un alien con mallas y que, además, es internacional. Así conocimos ‘El retorno de Mr. Superman’, en el que el superhéroe indio se cambia de ropa detrás de un árbol con un corte de plano horrible. Con esto, Indonesia también tiene su propio Superman: en ‘Rama Superman Indonesia’ el superhombre pelea con robots de cartón que le llegan por la cintura. Bangladesh aportó su granito de arena con ‘Bangla Superman’, que directamente lanza rayos con la mirada sin apuntar. Pero ojo: lo cutre también llega a Hollywood. ‘Superman IV’, también proyectada, nos regaló una Gran Muralla China que se reconstruye con los ojos del superhéroe. El momento más turbio (y brillante) llegó con los E.T. universales que, de alguna manera, todos tienen un toque pornográfico : ‘Badi’, su versión turca, saluda a la familia que le acoge echando humo por su pene; en ‘Wishman’, el alien espía a la humana que lo adopta para luego meterse en la cama con ella (y su marido); o ‘El extraterrestre y los aristócratas’, que nos mostró un alien XXL copiando el Kamasutra alemán sin que nadie en la casa se entere de que hay un bicho de dos metros husmeando. Europa, en su esplendor.España no se iba a quedar fuera del club: Bigas Luna se sacó de la manga el primer y único episodio de ‘Kiu y sus amigos’ en 1985, un filme de veinticinco minutos en el que un grupo de niños invoca a un extraterrestre que aparece (por arte de magia) de un huevo (que no estaba allí antes) y acto seguido, ataca a una de las niñas (entonces, no se sabe qué amigos tiene). Con esto, Luna otorgó a España el E.T catalán , una de las mejores cutradas que se expusieron en el VHZ y que sirvió para cerrar el evento. Risas, tijeras y VHS robadosHay que saber monetizar las risas. Como tal, la CutreCon es un festival de cine dedicado exclusivamente al cine cutre, es decir, a aquellas películas tan malas (presupuesto, actuaciones, efectos o guion) que resultan involuntariamente disfrutables. La iniciativa nació en 2011 como una maratón entre amigos para celebrar los diez años de la web cinecutre.com. Con los años, ha crecido hasta convertirse en un festival con más de 20 películas (entre estrenos y clásicos olvidados que se pueden catalogar como ‘lost media’), invitados internacionales (que sepan reírse de sí mismos), una sección oficial con títulos enviados desde todo el mundo (películas que no han cogido en ningún lado y que, al menos, enviándolas aquí «se echan unas risas») y proyecciones en distintas ciudades de España.«No es poner películas malas por poner. Es reírnos de ellas. Buscamos películas que salieron mal sin querer… y que resultan geniales por lo desastrosas que son», explica Carlos Palencia, director de la CutreCon y maestro de ceremonias de la VHZ. Es un festival que celebra el error, lo imperfecto, lo fallido, pero con cariño, sentido del humor y un enfoque casi académico sobre el valor del fracaso en el cine, que, para Palencia, hacer una película es «lo más difícil que se puede hacer en esta vida». Hay un culto a lo cutre, porque, en realidad, es inevitable. Cada año se hacen cientos de miles de películas y algunas salen mal, pero otras salen tan mal que son geniales. Todos tenemos una película cutre favorita: para Palencia, la suya es ‘Dünyayı Kurtaran Adam’, mejor conocida como «el ‘Star Wars’ turco» una de las películas más infames, surrealistas y divertidas (sin quererlo) de la historia del cine cutre. Se le atribuye ser una copia de ‘Star Wars’ porque ni siquiera se esforzaron en esconderlo: el director, Çertin Inanç , no tenía dinero para efectos especiales, así que se coló de madrugada en un cine, robó una copia del metraje de ‘Star Wars’, cortó escenas de naves espaciales y peleas con tijeras, las pegó dentro de su propia película sin ningún sentido narrativo y las devolvió como si nada. Además, usaron música de ‘Indiana Jones’, ‘Ben-Hur’, y ‘Flash Gordon’ sin permiso. Una genialidad, en dimensiones generales, del robo y de tener poca vergüenza. Durante décadas, ‘Dünyayı Kurtaran Adam’ circuló solo en copias VHS piratas, pero un fan estadounidense, Ed Glaser, encontró una copia original en celuloide en Turquía y la restauró en 2k . Gracias a esto, se ha convertido en una película de culto internacional y es considerada la peor película jamás hecha… con todo el cariño del mundo. En palabras de Carlos Palencia: «Es un delirio absoluto. Ves a gente con cascos de moto actuando delante de planos de ‘Star Wars’. Es tan mala, tan absurda, que te partes de risa. Georges Lucas ni la demandó, porque yo creo que se debió descojonar». ¿Esto daña al cine?Para Palencia, de hecho, las películas cutres no dañan el cine. Va más allá de su inevitabilidad, y es que, para él, el cine cutre también puede tener valor académico, pues de los errores se aprende, y para él, estas películas enseñan mucho. «Las películas que me molestan son las que tratan al espectador de idiota, como la saga ‘Transformers’: últimamente cada vez vemos más películas rodadas con muchísimo dinero y con cero intención artística que parecen fabricadas con un algoritmo y simplemente con la intención de sacarle el dinero a la gente del bolsillo«, criticaba Palencia, alegando que eso es lo verdaderamente cutre del cine. Pero hay belleza en lo cutre. En palabras de Palencia, «ves a gente que ha hecho una película con todas sus ganas… y sale un desastre», y precisamente por eso merece la pena verla. En cada explosión de gomaespuma, en cada plano desenfocado o diálogo imposible, hay una entrega total, una pasión desbordada por contar algo, aunque sea sin medios ni dirección clara. La CutreCon no se ríe de las películas, sino con ellas, y con quienes las hicieron. Y así, entre carcajadas, sudor de serie Z y ovaciones a naves espaciales robadas, el cine cutre se alza como un acto de amor al séptimo arte en su forma más pura y desastrosa. Cuando una película es tan mala que es buena, deja de ser un fracaso… y se convierte en una obra maestra. contaba Carlos Palencia, director de la CutreCon y maestro de ceremonias de la VHZ.

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